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  1. ¿Y si te digo que te quiero? II

    viernes, 24 de junio de 2011


    Nota: La autoría de este fic se atribuye a Lau


    Argen, para ti, porque te has ganado un lugarcito especial en mi corazon y porque quiero que el proximo año estemos aqui celebrando; no solo que nos empiezan a salir arrugas sino que hemos hecho de algo tan simple como post en un foro, toda una comunidad de amigas y tu eres una parte especial de esta COOKIE FAMILY


    - Pero le has dicho que si?
    Ahí estaba ella, en el borde de su litera, Ainhoa la miraba, era la tercera vez que le hacia esa pregunta.
    - Que si, que le he dicho que si. – Habían pasado poco más de dos semanas desde que la misma Ainhoa, en aquel mismo lugar, había sido testigo de un repentino ataque de llanto de Vilma. Aquel día estuvieron solas en el camarote por horas, cuando entraron Vilma rompió a llorar, había sido un llanto profundo, desesperado, mezcla de rabia, tristeza y del más puro dolor, podía romper el alma de cualquiera que lo presenciara, lágrimas corriendo por su rostro, los sollozos, después de mucho tiempo en el que Ainhoa ya no sabía qué hacer para calmarla, el llanto de Vilma había cesado, las lágrimas seguían saliendo una tras de otra humedeciendo su rostro, pero ya no gritaba ni le faltaba el aire, Ainhoa estuvo ahí mucho tiempo, a su lado, pasándole la mano entre el cabello desgreñado y sin hacer preguntas. Quizás era consciente de todo lo que le había pasado y desde su propia experiencia la compadecía, quizás solo esperaba que algún día Vilma reuniera el valor para contarle de ese amor prohibido que aunque pareciera un cuento de hadas, solo había ocurrido en su cabeza, el no la quería, nunca la quiso, al menos no de la manera que ella esperaba, que ella había deseado, que había imagina, soñado, ella era tan importante en su vida como lo podía ser cualquier otra persona de ese barco, era su alma pura quien lo llevaba a volcarse así con la gente, a dar todo de sí, y no un supuesto amor que desde luego se había inventado ella sola, que nunca había existido más allá de su cabeza
    - Pero, pensaba que no le querías.
    - Claro que le quiero
    - Ya, pero, como una mascota, no creo que ese sea el cariño que se le tiene a alguien a quien tomas como tu pareja. Piénsatelo bien Vilma, si le quieres yo encantada, te apoyaría la primera, sabes que siempre lo he hecho, pero sería muy jodido que un día te dieras cuenta de que te estás equivocando. Créeme, no quieres despertarte una mañana y verte al lado de un hombre al que no amas, sin saber cómo salir de esa situación y a punto de asumir que va a ser así siempre.
    - Ainhoa – Vilma tomo las manos de Ainhoa entre las suyas y con toda la seguridad que creía tener le dijo- Entiendo que te preocupes y que no quieras que me pase lo mismo que a ti, pero no tienes de que preocuparte, Piti no es un asesino psicópata y yo no me estoy equivocando.

    Convencer a alguien más de que estaba tomando la decisión correcta le hacía sentir más segura, si el resto de la gente era capaz de creerle ella podría llegar a hacerlo, era extraño como se sentía, no estaba triste, había estado triste durante mucho tiempo pero ahora se sentía bien, estaba tranquila, no moría de ganas de estar con Piti pero al menos sabía que su compañía le haría bien, las ultimas semanas estar con Piti se había vuelto más y más cómodo. El había dejado de preguntarle si lo quería y ella había empezado a preguntarse si en el fondo no era él lo que estaba buscando. Se reían mucho juntos, planeaban un futuro con el bebe, Piti incluso había pensado en un par de nombres, él quería que fuera niña, había hablado del pasado y habían empezado a conocerse mejor, Piti había tenido una historia muy diferente a la que cualquiera hubiera llegado a imaginar, una historia bastante triste, llegaba a ser incluso admirable que después de todo lo que había pasado siguiera siendo ese Piti sonriente que conocía. Una tarde cualquiera le dijo que la quería, por un segundo ella dudó otra vez, luego, sin que se diera cuenta, le respondió, le dijo que ella también lo quería. Sonrieron y él la beso, fue un beso brusco y repentino, se sintió raro, duro todo el tiempo que Piti tardó en recorrer su espalda, la tierra, si todavía hubiera tierra, no se abrió bajo sus pies, fue sencillo, pero al separarse supo lo que quería, quería ver a Piti feliz. Aquel beso lo había hecho más feliz de lo que nunca antes lo había visto. Él lo merecía, personas como él merecían esa felicidad y si ella podía dársela era injusto que se la negara. A partir de ese día ella lo haría feliz.

    - Entonces, sois pareja?
    - Humm si, supongo que sí–
    - Supones que si?
    - Si bueno, le dije que lo quería y... nos besamos
    - Os besasteis?
    - Shhhh!!!!! No grites, si nos besamos
    - Y qué tal?
    - No sé, normal
    - Pero como de normal?
    - Ay Ainhoa no lo se fue… fue un beso, li…lindo, fue lindo
    - Lindo? ya… Vilma tú estás segura de…
    - Que si, que ya se, y ya te dije que lo estoy
    - Vilma – Desde la puerta de su camarote Piti la llamaba, se veía nervioso lo que en realidad encontraba bastante tierno. Se puso de pie sin mirar a Ainhoa, no quería encontrarse con su mirada y saber que la juzgaba, ella no era capaz de entenderla, sabía que no se estaba equivocando, ya lo había hecho antes eligiendo el camino que su corazón marcaba, no podía equivocarse otra vez. Cuando estuvo bien cerca, Piti le tomo la mano y le planto otro beso, tan de repente que se hicieron daño, chocaron las cabezas con fuerza y sin querer ella le lastimo el labio, se rieron juntos de su tontería y luego poco a poco se fueron acercando hasta que sus labios se encontraron en un beso. Otra vez era un beso raro, Piti tenía un extraño sabor a medicina, pensó en preguntarle pero le pareció inoportuno y muy falta de tacto, sentía como la gente pasaba detrás de ellos y a lo lejos podía oír los gritos de Salomé, gritaba alto pero no parecía molesta, probablemente era con Burbuja, siempre discutían pero en el fondo sabía que no podía molestarse con él. Piti seguía besándola, había empezado a abrazarla, ahora sentía las risas de las chicas que pasaban cerca, casi podía jurar que una de ella era Estela pero le costaba trabajo ver bien ya que intentaba mantener los ojos cerrados, pensó en cuando se había peleado con Estela en las duchas, ya no podía recordar por qué había sido, pero le hizo gracia pensar en aquel repentino ataque que la hizo tirar de los pelos a su amiga. Seguían besándose, aquel beso ya se le hacia eterno pero no quería ser ella quien lo terminara, su mente volvió a viajar a aquel día, el día en que había visto a Piti y a Estela salir de la misma habitación cuando recién terminaban de darlo todo, otra vez hizo un esfuerzo por no reír al recordar la escena, al recordar la manera en que Palomares intentaba normalizar la situación, de repente le vino de golpe el recuerdo de aquel otro beso, aquel que duro solo dos segundos, se separo de Piti como si hubiera recibido una descarga de electricidad.
    - Qué pasó? Te... te hice daño? – Piti se vea asustado, evidentemente él había esperado que aquel beso durara mucho mas mientras a ella ya le faltaba el aire.
    - No, no, no fue nada, yo…
    - Chicos, chicos, el capitán nos espera en el comedor, parece que ha aparecido un barco y hay gente dentro. – Era Ramiro, había aparecido de la nada y había salvado el culo de Vilma, aunque a menudo Vilma se acordaba de todos sus muertos en ese momento no podía hacer otra cosa que adorarlo, de haber podido hasta lo besaba por haber llegado en el momento exacto.

    Tan rápido como sus pies se lo permitieron llegaron al comedor, el capitán hablaba con De la Cuadra y Ulises, Julia se veía nerviosa y miraba de reojo a Gamboa, nadie podía culparla, cualquiera podía sospechar que todo tipo de anomalía podía ser tramado por él, aun no sabían nada de su extraña reaparición. Vilma echó un vistazo a su alrededor. Ainhoa había corrido hasta llegar cerca de Ulises, todavía no le había dicho a nadie por qué habían roto pero no sería Vilma quien le preguntara, Ainhoa había respetado su silencio sin hacer preguntas así que ella respetaría el suyo. El bullicio que reinaba en el salón era ensordecedor pero así y todo pudo notar la ausencia de alguien. Palomares no se veía entre la gente, empezó a pasar la vista entre todas las caras aunque sabía que si él hubiera estado allí ya lo habría visto. También faltaba Burbuja, lo supo en el momento en que ambos entraron, venían de cubierta y sin hacer escala fueron directo al encuentro de Montero. Un poco de charla entre ellos y el capitán se dirigió a la tripulación haciendo que todos dejaran de hablar.
    - Como ya sabréis hemos detectado un barco a menos de dos millas del Estrellas Polar. Se trata de una embarcación pesquera y me acaban de informar que desde aquí se ve que hay al menos cuatro personas en su interior. Estamos intentando contactar con ellos. No sabemos quiénes son ni cuáles son sus intenciones, no nos arriesgaremos a acercarnos demasiado a menos que hablemos con alguno de sus tripulantes. – Palomares estaba a la espalda del capitán, habría jurado que muy fugazmente había pasado la vista por encima de ella un par de veces, claro, como no lo iba a jurar, después de dos semanas seguía encontrando señales absurdas, señales que no existían pero ella se empañaba en encontrar
    - Que se supone que hagamos nosotros? – desde su espalda era Piti quien hablaba, casi se había sorprendido de que estuviera ahí, tan cerca de ella.
    - No hay mucho que puedan hacer de momento, pero podría necesitar a alguno de ustedes en cubierta, vayan usted y Capdevila.
    - y yo capitán? – Palomares pregunto algo sorprendido, parecía que hasta ahora había sido él el contacto entre el puesto de mando y la cubierta.
    - A usted lo necesito conmigo, Palomares.
    Piti se despidió con un beso rápido prometiéndole que volvería sano y salvo, todos empezaron a moverse de repente cada uno a un sitio diferente, el comedor parecía estar más lleno que nunca, no podía identificar ninguno de los rostros que le rodeaban, todos pasaban demasiado rápido, hacían que pareciera que el barco daba vueltas. A lo lejos le pareció ver que Palomares la miraba a los ojos, otra vez divagando seguramente, sin embargo era extraño como por mucho que se esforzaba no podía enfocar su cara, los párpados le pesaban, ya no era consciente del peso de su cuerpo.

    Despertó con un fuerte dolor en la cabeza, una luz focal la obligaba a mantener los ojos cerrados. Estaba sobre una superficie rígida, algo incomoda. Se imagino en el suelo del comedor, claro, se había desmayado, el dolor de cabeza probablemente producto del impacto con la madera del suelo; ya no se sentía el bullicio, al parecer todos se habían ido, pero, cuánto tiempo llevaba ahí tirada? y manda huevos que nadie pudiera recogerla. Intentó moverse y sintió como una mano la sujetaba, una mano cálida, hasta que al fin alguien se había dignado a ayudarla, se quedó tranquila esperando que ese alguien le levantara en peso, si tan solo esa incómoda luz la dejara abrir los ojos, podría ver el rostro de quien quiera que fuera esa persona. La mano no se movió, nadie la estaba levantando de ningún sitio; pero qué coño estaba pasando ahí?
    - Se está despertando- Sintió la voz de Julia, se sentían lejos, no podía ser dueña de la mano. De pronto esa mano se convirtió en dos manos que sujetaron la suya, una sombra se alzó sobre ella opacando la luz focal que la cegaba y pudo ver un rostro.
    - Palomares?
    - Está volviendo en si- Palomares se dirigió a Julia mientras sonreía
    - Pues nada, no hay de qué preocuparse entonces, no es para extrañarse que se haya desmayado con la falta de comida y vitaminas necesarias para un embarazo. – Julia se acercó más a ella, le pasó la mano por la cara y se volvió a dirigir a Palomares
    - Quédate con ella un rato más, si la ves desorientada o cualquier cosa me avisas, ya sabes donde estaré.
    Ya con más claridad vio a Julia salir por la puerta de la enfermería, donde después de mucho analizar se dio cuenta de que estaba. Dedicó un par de segundos a pensar en que juraría que la camilla no era tan dura para luego darse cuenta de que por primera vez en dos semanas se había quedado sola con Palomares.
    - qué pasó? – le preguntó
    - Te desmayaste en el comedor, Julia y yo te trajimos aquí, Julia te sacó sangre aunque dice que no debe ser nada grave; estuviste inconsciente unos diez minutos. Ya mandé que avisaran a Piti, debe estar al llegar – Claro, seguramente estaba deseando que llegara Piti.
    - Y como terminó cayéndote el marrón a ti? el de traerme aquí? – Casi sonó a una agresión o un insulto, sentía la necesidad de herirlo.
    - No es ninguna molestia para mí esto, me preocupo por ti, quise ayudarte – Claro, su puñetera buena fe una vez más haciendo justicia.
    - Pues ya puedes irte – se sentó en la camilla con trabajo lista para ponerse de pie
    - Qué haces? – Al mismo tiempo él se puso de pie y la retuvo obligándola a acostarse otra vez. – Julia dice que tienes que quedarte aquí, al menos hasta que ella regrese.
    - Es que no hace falta, ya estoy mejor, tú tendrás otras cosas que hacer digo yo – estaba soltando toda su mala leche, alzando la voz sin molestarse en mostrase agradecida por su preocupación.
    - Vilma, si lo que te molesta es que me quede contigo Piti ya está en camino, él te cuidará y…
    - Si ya sé que Piti me cuidará, así tú tendrás el camino libre para irte y yo ya no seré un problema para ti. Es que deberías irte ya, venga, vete.
    - Vilma que dice? Tú nunca has sido un problema para mí, lo sabes bien, y deja ya de moverte que no es bueno para el bebe. – Vilma se tiró de la camilla y lo hizo retroceder, Palomares se veía bastante asustado, ella tenía ganas de golpearlo.
    - Mi hijo y yo estamos perfectamente, así que tranquilo que ya le digo yo a tu jefe que estás haciendo muy bien tu trabajo. – levantarse tan repentinamente desde luego no le había hecho bien, se sentía mareada otra vez.
    - Estas bien? – Palomares notó su malestar e intentó poner la mano sobre el vientre de Vilma
    - Perfectamente
    - Vilma, sabes que me preocupo por ti.
    - Y yo te odio Palomares, odio que estés aquí conmigo, ahora y que hayas estado siempre. Odio tu presencia, tu olor, tu mirada, tus buenas intenciones. Odio la idea de odiarte porque eso significa que sigo pensando en ti. – Ahí estaba, llorando otra vez, habían pasado dos semanas, dos días, dos horas y dos segundos desde que ellos dos habían estado a dos centímetros de distancia con dos intenciones completamente distintas. El seguía ahí, mirándola a los ojos sin decir nada, mientras dentro de ella aumentaban las ganas de romper con todo, de gritar con fuerza, de pegarle. Alzo la mano le pegó en el pecho, lo hizo una vez y lo repitió, una y otra vez chocaba el puño cerrado contra el pecho de Palomares sin que el dijera ni una sola palabra. Entre sollozos Vilma se dejó caer entre sus brazos, él la sujetó y la abrazó con mucha fuerza para que callera al suelo, ella lloró en su pecho aguantándose de su cuello, lloró todo el tiempo que quiso con miedo de que al separarse él se alejara de ella y lo hiciera para siempre. Palomares empezó a pasar su mano por el pelo de Vilma, con suavidad, levantó el rostro de ella sujetándolo con sus manos, y la besó. Su estómago dio un vuelco al sentir el roce de los labios de él. Era un beso suave, lento, no podía sentir nada a su alrededor, era como si esta vez el mundo hubiera desaparecido del todo y no quedara nadie más fuera. El corazón latía con mucha fuerza, lo abrazaba muy fuerte, como si quisiera que sus cuerpos se volvieran uno solo. se sentía viva, increíblemente viva. Cuando él se separó le pareció que le arrancaba un pedazo de sí misma. ahora tenía miedo, miedo de lo que le podía decir, de que todo hubiera acabado ahí, justo cuando sentía que acaba de empezar. Palomares sonreía, la miraba a los ojos y sentía su respiración sobre ella. Se fue acercando a su oído lentamente y le susurró:
    - “y si te digo que te quiero?”

  2. Siempre la segunda opción

    jueves, 2 de junio de 2011

    Nota: La autoría de este fic se atribuye a Luanndie.

    Estela

    Think of me in the depths of your despair

    Tal vez Estela no era muy lista pero sabía un par de cosas. Sabía que había miradas que dicen mucho más que una larga conversación. Sabía que el mal humor de Piti era directamente proporcional al número de sonrisas entre Vilma y Palomares. Sabía que cada vez que aparecía una pajarita en la taquilla de Vilma ella conseguía sexo. Pero sobre todo sabía que el amor lo cambia todo.

    Al principio había sido divertido. Un par de escapadas al cuarto de las calderas con Piti, algún revolcón en un camarote poco transitado, nunca nada serio, nunca nada de lo que preocuparse. Era sexo entre amigos, dos personas que necesitaban satisfacer sus necesidades básicas en el fin del mundo. ¿Nada raro no? Sólo que sí lo era.

    Estela lo supo enseguida, aquella vez, después del primer polvo. Durante su pelea en las duchas con Vilma se dio cuenta de que no quería ceder a Piti. No era sólo el sexo, eran las risas, eran las estúpidas bromas sobre las necesidades de un semental, eran las conversaciones serias en mitad de la noche, eran los abrazos en el momento adecuado, era Piti. Pero también se dio cuenta de que no tendría más remedio. Piti escogió a Vilma, fue a por ella en la pelea, fue a ella a quien le susurró que iba a estar allí siempre y fue a ella a quien abrazó hasta que se calmó. Mientras tanto, Estela se tenía que conformar con un cura que tenía el corazón tan roto como ella.

    Pero ella era una chica fuerte y tenía paciencia así que, cuando llegó a la soledad de su habitación, cogió los pedazos de su corazón, les puso un poco de celo y ocultó las fracturas detrás de una falsa sonrisa. Piti siempre volvía ¿no? Eso tenía que significar algo. 

    Así que convencida de que esta vez estaba besando a la rana adecuada se resignó a esperar. Esto no es la Edad Media, los príncipes no juran amor eterno antes de un par de polvos, y Piti estaba muy lejos de conformarse con menos, por lo que Estela pensó que si no podía llegar al sexo a través del amor, llegaría al amor a través del sexo. Al fin y al cabo el orden de los factores no altera el producto. 

    El problema es que los príncipes sí podían enamorarse de la princesa sin ni siquiera tocarla y Piti no sólo se conformaba con un beso sino que también estaba dispuesto a cargar con un niño que no era suyo. Por eso, cuando Vilma le contó que Piti se le había declarado no se preocupó en fingir que tenía el corazón roto, simplemente se limitó a oír su historia mientras pensaba como demonios iba a reconstruir su corazón de nuevo en un mundo donde se había acabado el superglue.

    Ahora Piti y Vilma están juntos. Eso no significa menos sexo, en realidad significa más sexo pero también más dolor. Antes era divertido, ahora sólo hay rabia, tristeza y frustración en unos encuentros donde se intercambia de todo menos sentimientos. Estela había perfeccionado tanto la técnica que casi podía presentir cuando iba a embestirla Piti preso de una imperiosa necesidad de calmar sus ansias como fuera. Justo ahora, estaba siendo testigo de un abrazo demasiado largo entre Vilma y Palomares, la excusa daba igual, la consecuencia, una cita en la sala de las calderas con Piti en menos de una hora. No habría preliminares, ni juegos, simplemente desesperación y ciertos movimientos rítmicos y acompasados. Esta vez, no se preocuparía por recoger los restos de su corazón destrozado del suelo. Resultaba muy complicado diferenciarlos de los de Piti.



    Vilma

    There´s a fire starting in my heart

    Nunca pensé que estaría haciendo esto. No es mucho mi estilo ya sabes, lo mío es más cerrar los ojos, apretar fuerte los dientes y volver a embestir al mundo con más ganas. Supongo que alguien me habló acerca de poner la otra mejilla y me afectó más de lo pensaba. En realidad, todo me afecta más de lo que pensaba, Aihnoa dice que son las hormonas, yo creo tiene más que ver con el hecho de caminar con un corazón en carne viva, preparado y dispuesto para ser destrozado al más mínimo toque.

    Yo siempre he sido sensible ¿sabes? Pero rápidamente aprendí que llorar ante cada golpe no iba a solucionar nada, por eso decidí poner un muro, un muro muy alto y fuerte alrededor de mi corazón. Si nadie llegaba a tocarlo, no sufriría. No es una idea tan descabellada. El problema es que hay gente que sabe cómo saltar ese muro aunque tú no quieras, aunque dobles la guardia y contrates a más vigilantes, al final alguien siempre se cuela por alguna rendija y llega hasta ti. La primera vez que pasó conseguí un bombo, la segunda me enamoré de un cura. Por lo que a mí respecta, sería más sencillo tirar mi corazón por la borda y ver como se lo come algún pez mutante. Desde luego sería mucho menos doloroso.

    En realidad yo creo que todo es una broma retorcida del destino. Cuanto más me esfuerzo yo por mantenerme de una pieza, más se esfuerza él por hacerme caer y mantenerme apretada contra el suelo para que no pueda levantarme. Pero tú me conoces, no soy de las que se rinde fácilmente, así que me vuelvo a levantar y sigo adelante, pensando que si consigo aguantar un día más todo será más fácil, el dolor se hará más llevadero, sólo que es mentira. El dolor es cada vez peor y la necesidad de tenerlo me quema.

    Por eso, ingenua de mí, cuando Piti se me declaró pensé que era una señal del cielo, un mensaje diciéndome, no puedes tener lo que quieres pero al menos te mando un bombero. Así lo veía yo, como alguien que me ayudaría a sobrellevar mis miserias. No podría ser totalmente feliz, pero al menos no sería totalmente desgraciada. Estaba dispuesta a aceptar el trato, de verdad, pero como siempre el destino me jugó una mala pasada. Piti no era un bombero, no era una crema contra las quemaduras, por no ser, no era ni la mísera pasta de dientes que te echas cuando te salpica el aceite hirviendo. En realidad Piti era líquido inflamable, cuando yo ardía por Palomares, él solo conseguía que me quemara más rápido. Un par de besos para intentar olvidar los labios que no tengo, una par de caricias para olvidar las manos que no me tocan y en segundos me he convertido en cenizas. Una mujer arde de deseo hasta convertirse en ceniza por el hombre que no puede tener. Sería un buen titular si… bueno, si todavía existieran los periódicos.

    Yo creo que él se da cuenta. Me refiero a Piti. Supongo que no es muy difícil saber que algo va mal cuando tu novia te besa con tantas ganas como destripa la pesca del día. Pero es que no puedo evitarlo, besar a Piti es como las matemáticas algo que tienes que hacer pero que deseas que pase lo más rápido posible para poder dedicarte a lo que realmente te interesa. Estamos atrapados, él queriéndome a mí y yo queriendo a otro, parece la historia de una maldita telenovela. Aunque si mi vida tiene que ser una telenovela podría ser el pájaro espino. Al menos en esa el cura tenía un amor desbordante por la tal Maggie, mientras yo tengo que conformarme con imaginar cómo sería corromper al último cura de la tierra. Y créeme, lo imagino a menudo. Con todo lujo de detalles.

    Sabes, a veces también lloro. No sé muy bien por qué, si por mí, por Piti, por Palomares o por todos nosotros que estamos condenados a sobrevivir en este barco mientras se nos acaba la comida y la esperanza. En esos momentos se me pasa por la cabeza que tal vez el haber sobrevivido fue un castigo y no un premio pero luego veo la sonrisa de Andrés y el corazón me late tan rápido que parece que se va a romper y pienso que si querer a ese hombre va a llevarme al infierno, que vayan abriendo las puertas que me tiro en caída libre.

    Como te decía al principio nunca pensé que estaría haciendo esto, ya sabes hablar contigo, con Dios, pero como ves estoy desesperada. Y todo este discurso no es sino para ablandarte un poquito el corazón. Yo sé que no puedes hacer que Andrés me quiera. Eres algo así como el genio de Aladdín, puedes hacerlo todo menos revivir a los muertos e influenciar en los sentimientos humanos. Pero yo no voy a pedirte eso, la verdad no creo que me merezca a alguien tan bueno como él. Lo que yo quiero simplemente es tu permiso para un último beso, uno de verdad, uno que no sea por accidente o del que luego nos arrepintamos. Uno de esos que cambian tu vida y te marcan para siempre, un beso que sea mi tabla salvavidas y al que pueda aferrarme el resto de mi vida, con el que pueda decirle todo lo que no puedo explicarle con palabras. ¿Que por qué quiero tu permiso? Porque no me gustaría que por mi culpa se condenara la última alma pura que nos queda.


    Piti

    You had my heart inside of your hand 



    Todos pensaban que Piti era una especie de cromañón, el eslabón perdido en la evolución, demasiado simple incluso para ser hombre. Si ellos supieran la cantidad de sentimientos y pensamientos que se arremolinaban en su interior se lo pensarían dos veces antes de llamarle simple, porque lo que sentía era de todo menos simple:

    Ira

    La notaba corriéndole por la venas. Su sangre ardía y los dedos le cosquilleaban con el deseo de golpear algo. Simplemente de pensarlo, de recordarlo, sus dientes rechinaban y sus músculos se tensaban. Apenas veía por dónde iba pero después de 3 meses no había ni un solo lugar en el barco que no conociera a la perfección. No importaba que la ira le cegara, no necesitaba ver para saber a dónde se estaba dirigiendo.

    Desesperación 
     
    Mientras caminaba con paso rápido y decidido pensaba que en realidad era como luchar contra la corriente, tú nadas y nadas pero eres incapaz de avanzar. Al final cuando tu cuerpo ya no puede más te dejas ir, mientras el agua te arrastra y acabas hundiéndote miserablemente. Sin duda Piti conocía esa sensación. Tal vez no era un pensador pero no le importaba esforzarse y pelear por aquello que quería. Pero esta vez, no importaba cuan duro peleara, cuantas veces lo intentara, cuanto empeño le pusiera, siempre se mantenía en la misma posición. Allí de pie, viendo a Vilma y Palomares quererse en silencio mientras él era el invitado no deseado en esa fiesta.

    Deseo 
     
    Cuando llegó por fin a su destino, se lanzó sobre Estela con instinto animal. Ella ya estaba allí, ella siempre estaba allí. Preparada y dispuesta para hacerle olvidar por unos minutos donde estaban, quiénes eran y qué era aquello que deseaban tan desesperadamente y no podían tener. No era bonito, no era romántico, no era ni siquiera amistoso. En realidad tenía más que ver con la desesperación y la soledad y tal vez, con cierto punto autodestructivo propio de aquellas personas que no tienen nada que perder pero tampoco nada que ganar.

    Frustración 
     
    La ilusión sólo duraba unos segundos. Piti se esforzaba por mantener los ojos cerrados y obviar los pequeños detalles, como el olor de su piel o el sabor de su boca, que le recordaban que no era ella a quien quería, que esa con la que estaba era demasiado alta, con algunas curvas de más y menos rubia de lo que le gustaría. 

    Decepción 
     
    Siempre era amargo ese momento, cuando el engaño desaparecía. Normalmente venía acompañado con un par de besos rápidos con sabor a fracaso. Sus manos, su boca, su respiración incluso sus latidos se ralentizaban como si le costara trabajo seguir viviendo tras darse cuenta de que nada tenía sentido. Sabía que Estela también lo notaba, podía ver en sus ojos el reflejo de los suyos, el reflejo de la decepción al saber que esta vez tampoco tendrían lo que tanto ansiaban.

    Dolor 
     
    Mientras Estela termina de vestirse, Piti lo siente. Es como un tortazo, como un jarro de agua fría en mitad de la noche. Es algo que te sorprende y te deja desconcertado. Es un dolor fuerte y opresivo en la mitad del pecho que casi le impide respirar. Cuando eso ocurre a Piti le gustaría quedarse allí, sentado en el suelo contra una pared, encogido sobre sí mismo mientras espera que el dolor se vaya. Pero sabe que no puede hacerlo, si se dejara caer sabe que nunca tendría fuerzas para volver a levantarse.

    Odio 
     
    Al salir por la puerta, Estela se despide sin decir una palabra y se marcha cabizbaja. En ese momento es cuando siente odio, odio por Palomares y todo lo que le está robando, odio por Vilma que no es capaz de quererlo, odio por lo que él y Estela hacen a escondidas, odio por todo el dolor que está causando, odio por no poder odiar.

    Sin duda, Piti siente muchas cosas, la única que ya no es capaz de sentir es 

    Amor


    Palomares

    The scars of your love remind me of us,
    they keep me thinking that we almost had it all 

    Ser un cura en el fin del mundo no es sencillo. La gente viene a ti esperando que tú puedas guiarlos, decirle la palabra adecuada que les devuelva un poco de esperanza, pero no siempre es fácil. Si él llega a dudar de su fe ¿cómo va a pedirle a los demás que la mantengan? En el seminario no lo prepararon para esto, en realidad Palomares cree que nada lo habría preparado para esto, sea lo que sea. Así que Palomares se siente creativo e intenta solucionar los problemas uno a uno y lo mejor que puede, muchas veces olvidándose el alzacuellos.

    Por eso a veces se siente como un filósofo:

    -La vida es dura y retorcida. ¿Cómo si no puedes explicar que nosotros seamos los únicos seres humanos vivos en toda la faz de la tierra? ¿Pero sabes qué? A pesar de todo merece la pena, y la gente de este barco lo demuestra cada día porque aunque apenas tengamos comida, todo lo que hayamos conocido haya desparecido y nuestro futuro sea cada día un poco más negro, tenemos algo que hace que todo el esfuerzo merezca la pena, tenemos algo que nos anima a levantarnos cada día y a tener esperanza, tenemos amor.

    Otras veces como un juez de la moralidad:

    -No hay nada de malo en querer a alguien. El amor es el sentimiento más puro que puede tener un ser humano, nos impulsa a ser mejores, a esforzarnos un poquito más, a llegar un poco más lejos. El amor es lo que mueve el mundo así que ¿cómo puede ser malo algo que sigue haciendo girar a este planeta a pesar de todos los desastres? No, no hay nada de malo en querer a alguien. 

    Algunas como un psicólogo sin demasiadas respuestas:

    -La gente cree que lo más difícil es no saber lo que quieres, notar como la incertidumbre te paraliza y te impide seguir avanzando, como si alguien con un mando gigante le hubiera dado al pause a tu vida sin avisarte. Pero la gente se equivoca, lo más difícil no es saber lo que quieres, sino saberlo y no poder conseguirlo nunca. Puede ser que no lo merezcas, que no hayas luchado suficiente, que alguien se te haya adelantado, que los riesgos sean demasiado altos… pueden ser tantas cosas que al final no es ninguna. Lo único importante y lo que recordarás todas las noches es que no tienes aquello que quieres y nunca lo tendrás y contra eso no se puede luchar.

    Muchas veces como un anciano intentando adoctrinar a los jóvenes:

    -Puedes odiar muchas cosas, puedes odiar el mar, los camarotes, el barco, al resto de tus compañeros, el hecho de que no volveremos a ver una montaña, tal vez, en toda nuestra vida, que todos los que conocíamos han muerto, que la vida nunca volverá a ser igual… Puedes odiar a Dios, y puedes odiarte a ti, puedes odiarlo todo. Estás en tu derecho. No voy a negarte que a veces yo también siento odio porque las cosas no salen como a mí me gustarían pero ¿sabes qué? Odiar ocupa demasiado tiempo y demasiado espacio en el corazón. Odiar te impide ver que todavía hay cosas que merecen una sonrisa y que al final del día cada uno ha hecho lo que ha podido con lo que ha tenido. No se nos puede pedir más. No necesitamos más.

    Y unas pocas veces, siente que está dando un mal consejo:

    -Todo el mundo comete errores. Lo importante Vilma, es que Piti te hace feliz, que va a ser un buen padre para tu hijo y que va a estar ahí para ti no importa qué. Creo que eso es más de lo que cualquiera de nosotros querríamos.

    Pero siempre, siempre, siente que se está traicionando un poco.