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  1. ¿Y si te digo que te quiero? II

    viernes, 24 de junio de 2011


    Nota: La autoría de este fic se atribuye a Lau


    Argen, para ti, porque te has ganado un lugarcito especial en mi corazon y porque quiero que el proximo año estemos aqui celebrando; no solo que nos empiezan a salir arrugas sino que hemos hecho de algo tan simple como post en un foro, toda una comunidad de amigas y tu eres una parte especial de esta COOKIE FAMILY


    - Pero le has dicho que si?
    Ahí estaba ella, en el borde de su litera, Ainhoa la miraba, era la tercera vez que le hacia esa pregunta.
    - Que si, que le he dicho que si. – Habían pasado poco más de dos semanas desde que la misma Ainhoa, en aquel mismo lugar, había sido testigo de un repentino ataque de llanto de Vilma. Aquel día estuvieron solas en el camarote por horas, cuando entraron Vilma rompió a llorar, había sido un llanto profundo, desesperado, mezcla de rabia, tristeza y del más puro dolor, podía romper el alma de cualquiera que lo presenciara, lágrimas corriendo por su rostro, los sollozos, después de mucho tiempo en el que Ainhoa ya no sabía qué hacer para calmarla, el llanto de Vilma había cesado, las lágrimas seguían saliendo una tras de otra humedeciendo su rostro, pero ya no gritaba ni le faltaba el aire, Ainhoa estuvo ahí mucho tiempo, a su lado, pasándole la mano entre el cabello desgreñado y sin hacer preguntas. Quizás era consciente de todo lo que le había pasado y desde su propia experiencia la compadecía, quizás solo esperaba que algún día Vilma reuniera el valor para contarle de ese amor prohibido que aunque pareciera un cuento de hadas, solo había ocurrido en su cabeza, el no la quería, nunca la quiso, al menos no de la manera que ella esperaba, que ella había deseado, que había imagina, soñado, ella era tan importante en su vida como lo podía ser cualquier otra persona de ese barco, era su alma pura quien lo llevaba a volcarse así con la gente, a dar todo de sí, y no un supuesto amor que desde luego se había inventado ella sola, que nunca había existido más allá de su cabeza
    - Pero, pensaba que no le querías.
    - Claro que le quiero
    - Ya, pero, como una mascota, no creo que ese sea el cariño que se le tiene a alguien a quien tomas como tu pareja. Piénsatelo bien Vilma, si le quieres yo encantada, te apoyaría la primera, sabes que siempre lo he hecho, pero sería muy jodido que un día te dieras cuenta de que te estás equivocando. Créeme, no quieres despertarte una mañana y verte al lado de un hombre al que no amas, sin saber cómo salir de esa situación y a punto de asumir que va a ser así siempre.
    - Ainhoa – Vilma tomo las manos de Ainhoa entre las suyas y con toda la seguridad que creía tener le dijo- Entiendo que te preocupes y que no quieras que me pase lo mismo que a ti, pero no tienes de que preocuparte, Piti no es un asesino psicópata y yo no me estoy equivocando.

    Convencer a alguien más de que estaba tomando la decisión correcta le hacía sentir más segura, si el resto de la gente era capaz de creerle ella podría llegar a hacerlo, era extraño como se sentía, no estaba triste, había estado triste durante mucho tiempo pero ahora se sentía bien, estaba tranquila, no moría de ganas de estar con Piti pero al menos sabía que su compañía le haría bien, las ultimas semanas estar con Piti se había vuelto más y más cómodo. El había dejado de preguntarle si lo quería y ella había empezado a preguntarse si en el fondo no era él lo que estaba buscando. Se reían mucho juntos, planeaban un futuro con el bebe, Piti incluso había pensado en un par de nombres, él quería que fuera niña, había hablado del pasado y habían empezado a conocerse mejor, Piti había tenido una historia muy diferente a la que cualquiera hubiera llegado a imaginar, una historia bastante triste, llegaba a ser incluso admirable que después de todo lo que había pasado siguiera siendo ese Piti sonriente que conocía. Una tarde cualquiera le dijo que la quería, por un segundo ella dudó otra vez, luego, sin que se diera cuenta, le respondió, le dijo que ella también lo quería. Sonrieron y él la beso, fue un beso brusco y repentino, se sintió raro, duro todo el tiempo que Piti tardó en recorrer su espalda, la tierra, si todavía hubiera tierra, no se abrió bajo sus pies, fue sencillo, pero al separarse supo lo que quería, quería ver a Piti feliz. Aquel beso lo había hecho más feliz de lo que nunca antes lo había visto. Él lo merecía, personas como él merecían esa felicidad y si ella podía dársela era injusto que se la negara. A partir de ese día ella lo haría feliz.

    - Entonces, sois pareja?
    - Humm si, supongo que sí–
    - Supones que si?
    - Si bueno, le dije que lo quería y... nos besamos
    - Os besasteis?
    - Shhhh!!!!! No grites, si nos besamos
    - Y qué tal?
    - No sé, normal
    - Pero como de normal?
    - Ay Ainhoa no lo se fue… fue un beso, li…lindo, fue lindo
    - Lindo? ya… Vilma tú estás segura de…
    - Que si, que ya se, y ya te dije que lo estoy
    - Vilma – Desde la puerta de su camarote Piti la llamaba, se veía nervioso lo que en realidad encontraba bastante tierno. Se puso de pie sin mirar a Ainhoa, no quería encontrarse con su mirada y saber que la juzgaba, ella no era capaz de entenderla, sabía que no se estaba equivocando, ya lo había hecho antes eligiendo el camino que su corazón marcaba, no podía equivocarse otra vez. Cuando estuvo bien cerca, Piti le tomo la mano y le planto otro beso, tan de repente que se hicieron daño, chocaron las cabezas con fuerza y sin querer ella le lastimo el labio, se rieron juntos de su tontería y luego poco a poco se fueron acercando hasta que sus labios se encontraron en un beso. Otra vez era un beso raro, Piti tenía un extraño sabor a medicina, pensó en preguntarle pero le pareció inoportuno y muy falta de tacto, sentía como la gente pasaba detrás de ellos y a lo lejos podía oír los gritos de Salomé, gritaba alto pero no parecía molesta, probablemente era con Burbuja, siempre discutían pero en el fondo sabía que no podía molestarse con él. Piti seguía besándola, había empezado a abrazarla, ahora sentía las risas de las chicas que pasaban cerca, casi podía jurar que una de ella era Estela pero le costaba trabajo ver bien ya que intentaba mantener los ojos cerrados, pensó en cuando se había peleado con Estela en las duchas, ya no podía recordar por qué había sido, pero le hizo gracia pensar en aquel repentino ataque que la hizo tirar de los pelos a su amiga. Seguían besándose, aquel beso ya se le hacia eterno pero no quería ser ella quien lo terminara, su mente volvió a viajar a aquel día, el día en que había visto a Piti y a Estela salir de la misma habitación cuando recién terminaban de darlo todo, otra vez hizo un esfuerzo por no reír al recordar la escena, al recordar la manera en que Palomares intentaba normalizar la situación, de repente le vino de golpe el recuerdo de aquel otro beso, aquel que duro solo dos segundos, se separo de Piti como si hubiera recibido una descarga de electricidad.
    - Qué pasó? Te... te hice daño? – Piti se vea asustado, evidentemente él había esperado que aquel beso durara mucho mas mientras a ella ya le faltaba el aire.
    - No, no, no fue nada, yo…
    - Chicos, chicos, el capitán nos espera en el comedor, parece que ha aparecido un barco y hay gente dentro. – Era Ramiro, había aparecido de la nada y había salvado el culo de Vilma, aunque a menudo Vilma se acordaba de todos sus muertos en ese momento no podía hacer otra cosa que adorarlo, de haber podido hasta lo besaba por haber llegado en el momento exacto.

    Tan rápido como sus pies se lo permitieron llegaron al comedor, el capitán hablaba con De la Cuadra y Ulises, Julia se veía nerviosa y miraba de reojo a Gamboa, nadie podía culparla, cualquiera podía sospechar que todo tipo de anomalía podía ser tramado por él, aun no sabían nada de su extraña reaparición. Vilma echó un vistazo a su alrededor. Ainhoa había corrido hasta llegar cerca de Ulises, todavía no le había dicho a nadie por qué habían roto pero no sería Vilma quien le preguntara, Ainhoa había respetado su silencio sin hacer preguntas así que ella respetaría el suyo. El bullicio que reinaba en el salón era ensordecedor pero así y todo pudo notar la ausencia de alguien. Palomares no se veía entre la gente, empezó a pasar la vista entre todas las caras aunque sabía que si él hubiera estado allí ya lo habría visto. También faltaba Burbuja, lo supo en el momento en que ambos entraron, venían de cubierta y sin hacer escala fueron directo al encuentro de Montero. Un poco de charla entre ellos y el capitán se dirigió a la tripulación haciendo que todos dejaran de hablar.
    - Como ya sabréis hemos detectado un barco a menos de dos millas del Estrellas Polar. Se trata de una embarcación pesquera y me acaban de informar que desde aquí se ve que hay al menos cuatro personas en su interior. Estamos intentando contactar con ellos. No sabemos quiénes son ni cuáles son sus intenciones, no nos arriesgaremos a acercarnos demasiado a menos que hablemos con alguno de sus tripulantes. – Palomares estaba a la espalda del capitán, habría jurado que muy fugazmente había pasado la vista por encima de ella un par de veces, claro, como no lo iba a jurar, después de dos semanas seguía encontrando señales absurdas, señales que no existían pero ella se empañaba en encontrar
    - Que se supone que hagamos nosotros? – desde su espalda era Piti quien hablaba, casi se había sorprendido de que estuviera ahí, tan cerca de ella.
    - No hay mucho que puedan hacer de momento, pero podría necesitar a alguno de ustedes en cubierta, vayan usted y Capdevila.
    - y yo capitán? – Palomares pregunto algo sorprendido, parecía que hasta ahora había sido él el contacto entre el puesto de mando y la cubierta.
    - A usted lo necesito conmigo, Palomares.
    Piti se despidió con un beso rápido prometiéndole que volvería sano y salvo, todos empezaron a moverse de repente cada uno a un sitio diferente, el comedor parecía estar más lleno que nunca, no podía identificar ninguno de los rostros que le rodeaban, todos pasaban demasiado rápido, hacían que pareciera que el barco daba vueltas. A lo lejos le pareció ver que Palomares la miraba a los ojos, otra vez divagando seguramente, sin embargo era extraño como por mucho que se esforzaba no podía enfocar su cara, los párpados le pesaban, ya no era consciente del peso de su cuerpo.

    Despertó con un fuerte dolor en la cabeza, una luz focal la obligaba a mantener los ojos cerrados. Estaba sobre una superficie rígida, algo incomoda. Se imagino en el suelo del comedor, claro, se había desmayado, el dolor de cabeza probablemente producto del impacto con la madera del suelo; ya no se sentía el bullicio, al parecer todos se habían ido, pero, cuánto tiempo llevaba ahí tirada? y manda huevos que nadie pudiera recogerla. Intentó moverse y sintió como una mano la sujetaba, una mano cálida, hasta que al fin alguien se había dignado a ayudarla, se quedó tranquila esperando que ese alguien le levantara en peso, si tan solo esa incómoda luz la dejara abrir los ojos, podría ver el rostro de quien quiera que fuera esa persona. La mano no se movió, nadie la estaba levantando de ningún sitio; pero qué coño estaba pasando ahí?
    - Se está despertando- Sintió la voz de Julia, se sentían lejos, no podía ser dueña de la mano. De pronto esa mano se convirtió en dos manos que sujetaron la suya, una sombra se alzó sobre ella opacando la luz focal que la cegaba y pudo ver un rostro.
    - Palomares?
    - Está volviendo en si- Palomares se dirigió a Julia mientras sonreía
    - Pues nada, no hay de qué preocuparse entonces, no es para extrañarse que se haya desmayado con la falta de comida y vitaminas necesarias para un embarazo. – Julia se acercó más a ella, le pasó la mano por la cara y se volvió a dirigir a Palomares
    - Quédate con ella un rato más, si la ves desorientada o cualquier cosa me avisas, ya sabes donde estaré.
    Ya con más claridad vio a Julia salir por la puerta de la enfermería, donde después de mucho analizar se dio cuenta de que estaba. Dedicó un par de segundos a pensar en que juraría que la camilla no era tan dura para luego darse cuenta de que por primera vez en dos semanas se había quedado sola con Palomares.
    - qué pasó? – le preguntó
    - Te desmayaste en el comedor, Julia y yo te trajimos aquí, Julia te sacó sangre aunque dice que no debe ser nada grave; estuviste inconsciente unos diez minutos. Ya mandé que avisaran a Piti, debe estar al llegar – Claro, seguramente estaba deseando que llegara Piti.
    - Y como terminó cayéndote el marrón a ti? el de traerme aquí? – Casi sonó a una agresión o un insulto, sentía la necesidad de herirlo.
    - No es ninguna molestia para mí esto, me preocupo por ti, quise ayudarte – Claro, su puñetera buena fe una vez más haciendo justicia.
    - Pues ya puedes irte – se sentó en la camilla con trabajo lista para ponerse de pie
    - Qué haces? – Al mismo tiempo él se puso de pie y la retuvo obligándola a acostarse otra vez. – Julia dice que tienes que quedarte aquí, al menos hasta que ella regrese.
    - Es que no hace falta, ya estoy mejor, tú tendrás otras cosas que hacer digo yo – estaba soltando toda su mala leche, alzando la voz sin molestarse en mostrase agradecida por su preocupación.
    - Vilma, si lo que te molesta es que me quede contigo Piti ya está en camino, él te cuidará y…
    - Si ya sé que Piti me cuidará, así tú tendrás el camino libre para irte y yo ya no seré un problema para ti. Es que deberías irte ya, venga, vete.
    - Vilma que dice? Tú nunca has sido un problema para mí, lo sabes bien, y deja ya de moverte que no es bueno para el bebe. – Vilma se tiró de la camilla y lo hizo retroceder, Palomares se veía bastante asustado, ella tenía ganas de golpearlo.
    - Mi hijo y yo estamos perfectamente, así que tranquilo que ya le digo yo a tu jefe que estás haciendo muy bien tu trabajo. – levantarse tan repentinamente desde luego no le había hecho bien, se sentía mareada otra vez.
    - Estas bien? – Palomares notó su malestar e intentó poner la mano sobre el vientre de Vilma
    - Perfectamente
    - Vilma, sabes que me preocupo por ti.
    - Y yo te odio Palomares, odio que estés aquí conmigo, ahora y que hayas estado siempre. Odio tu presencia, tu olor, tu mirada, tus buenas intenciones. Odio la idea de odiarte porque eso significa que sigo pensando en ti. – Ahí estaba, llorando otra vez, habían pasado dos semanas, dos días, dos horas y dos segundos desde que ellos dos habían estado a dos centímetros de distancia con dos intenciones completamente distintas. El seguía ahí, mirándola a los ojos sin decir nada, mientras dentro de ella aumentaban las ganas de romper con todo, de gritar con fuerza, de pegarle. Alzo la mano le pegó en el pecho, lo hizo una vez y lo repitió, una y otra vez chocaba el puño cerrado contra el pecho de Palomares sin que el dijera ni una sola palabra. Entre sollozos Vilma se dejó caer entre sus brazos, él la sujetó y la abrazó con mucha fuerza para que callera al suelo, ella lloró en su pecho aguantándose de su cuello, lloró todo el tiempo que quiso con miedo de que al separarse él se alejara de ella y lo hiciera para siempre. Palomares empezó a pasar su mano por el pelo de Vilma, con suavidad, levantó el rostro de ella sujetándolo con sus manos, y la besó. Su estómago dio un vuelco al sentir el roce de los labios de él. Era un beso suave, lento, no podía sentir nada a su alrededor, era como si esta vez el mundo hubiera desaparecido del todo y no quedara nadie más fuera. El corazón latía con mucha fuerza, lo abrazaba muy fuerte, como si quisiera que sus cuerpos se volvieran uno solo. se sentía viva, increíblemente viva. Cuando él se separó le pareció que le arrancaba un pedazo de sí misma. ahora tenía miedo, miedo de lo que le podía decir, de que todo hubiera acabado ahí, justo cuando sentía que acaba de empezar. Palomares sonreía, la miraba a los ojos y sentía su respiración sobre ella. Se fue acercando a su oído lentamente y le susurró:
    - “y si te digo que te quiero?”

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