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  1. Cuando un hombre ama a una mujer

    jueves, 10 de noviembre de 2011


    Para Pao, que se que este beso le afecto mucho y aunque al final no sea así siempre le quedará este fic para imaginarse como pudo haber sido.


    Ahí estaba él, en qué momento había llegado a esa situación? Realmente había sido tan estúpido como para creer que todos se tragarían que de la noche a la mañana colgaba sus hábitos para pedirle una cita a Ainhoa? Estar en medio de la pista nunca fue su punto fuerte, se sentía extrañamente observado, seguro todos esperaban que de un momento a otro se rajara, nadie podía realmente creer que él, Andrés Palomares, el mismo chico que hacía nada se había declarado a la novia de su mejor amigo ahora estuviera hasta los huesos por la hija del capitán.

    Dios, qué situación tan incómoda. Cómo llegué a esto? Quería darle en las narices a Ulises, demostrarle que ella también había pasado página. Sin darse cuenta ahora estaba bailando con Palomares mientras la cabeza de Estela reposaba sobre el pecho de Ulises. Eso era lo que ella quería, lo mejor para todos; pero dolía tanto verlo ahí, y luego estaba Palomares, que podía estar pensando él? Solo había aceptado la cita por el trato con Ulises pero al final estaba ahí, jugando con los sentimientos de la única persona del Barco que no lo merecía.

    Tenía que decirle algo, Ainhoa no paraba de mirarlo y sonreírle tímidamente, era eso lo que hacían las chicas cuando bailaban? Miraban y sonreían, o solo hacen eso cuando esperan algo más? No, no puede ser. Ainhoa está enamorada de Ulises, no importa que historia se traigan entre manos con todo esto de la cita doble, no importa que ahora mismo sea Estela quien baila con él, ella lo quiere tanto como él a ella, pero claro, ahora ella pensaba que era Palomares quien esperaba algo más, después de todo se supone que él quería desesperadamente esa cita.

    - -Escucha, Ainho…

    - -A ver, Palom…

    Rompieron a reír juntos, después de eternos minutos de incómodo silencio entre ellos, se habían lanzado a hablar a la misma vez, ahora vendría el clásico, venga tú primero, no, no tú primero y eso lo haría todo más incómodo. Prefirió callar. Afortunadamente Ainhoa entendió y tomó la iniciativa.

    - -Palomares, sabes que te tengo muchísimo afecto, de veras, eres probablemente la persona más…

    - - Ainhoa, no es necesario que lo hagas, en serio. – Palomares corrió a interrumpir la ruptura de su inexistente relación – Antes de que me dejes, no hace falta que lo hagas, no sé en qué momento se me ocurrió inventarme todo esto. Eres una chica guapísima, y me alegro de hayas sido tú y no otra quien me vino a la mente pero si dejé de ser cura fue por otros motivos. Sigo enamorado de Vilma, nunca he dejado de estarlo y no creo que nunca lo haga. Y si, se que ella está con Piti y por el bien de nuestra amistad preferí dejar de lado todo lo que siento y pretender que nunca pasó. Vilma no me quiere a mí y aunque eso me duela, más me dolería pensar que ya no la tendría cerca, que ya no podría escucharla quejarse de lo bruto que es Piti o que ya ella no podría contar conmigo la próxima vez que él le haga daño. –

    Ainhoa era consciente de que lo miraba enternecida. Escuchar a un hombre decir todo aquello era estimulante, apasionante. Aquel era Palomares y ella podría perfectamente enamorarse de él, de un hombre con él que no tuvieras que preocupar más que del hecho de que todas las chicas del barco descubrieran lo perfecto que era, pero por el mismo motivo que él no la había elegido a ella, ella tampoco lo había elegido a él. Palomares seguía hablando y ella sin dejar de escucharlo miró de reojo a Ulises. Así es como se suponía que debía ser el amor, sin llantos ni desconsuelos, algo puro, algo que no envidia ni odia ni guarda rencor. Algo que te hace feliz aunque no exista, aunque no sepan que existes.

    - -Como puedes hacerlo? – le preguntó y Palomares la miró extrañado – Como puedes seguirla queriendo con esa pasión, con esa tranquilidad, con ese brillo en los ojos después de que te ha hecho daño? Ella eligió a Piti por encima de ti y eso te dolió no? te tiene que haber dolido– Palomares suspiró y le sonrió, como entendiendo que en el fondo ella no estaba hablando del todo de él. – No sientes que ya el amor no puede ser igual luego de que te hicieran daño?

    - -El amor nunca es igual, cada día va a más o a menos. La decisión es simplemente tuya. Tú elijes el camino que te hace más feliz. Tú me lo dijiste cuando me viste colgando de esa escalera. Por qué pensar en todo lo malo cuando puedes pensar en lo bueno. La vida es tan corta, un día tienes planes y al siguiente se acaba el mundo y todo cambia. Cuando mueras nadie te recordará por las cosas que no hiciste porque creíste que era lo mejor para todos, sino por las cosas que si hiciste. – Ainhoa sonrió, y su corazón empezó a latir con mucha fuerza, de momento tuvo tan clara su vida, tan claro todo lo que siempre quiso. Sabía lo que tenía que hacer, lo tenía más claro que nunca, solo pensar en lo que haría hacía que su corazón quisiera salir palpitando por la boca.

    - -Sería tan fácil si fuésemos tú y yo. Si nos hubiésemos elegido el uno al otro. No habría decisiones equivocadas ni momentos amargos.

    - -No elegimos a quien queremos, incluso cuando elegimos no querer a nadie. Ahora mismo Vilma no me ve, para ella no existo más allá del amigo fiel que siempre está con ella. Probablemente nunca me vea, pero no importa, porque cada vez que cierro los ojos los vuelvo a abrir con el miedo de que ella desaparezca y saber que todavía está ahí, y que está bien, y que es feliz, ya eso es suficiente.

    Ainhoa se acercó con sutileza al oído de Palomares y le dijo:

    - - Siempre hay una manera de que una mujer te vea, Palomares. – y mientras se alejaba sin dejar de sonreírle le susurró: Bésame

    Palomares se quedó bastante tieso, la mujeres eran raras, muy raras, podrían llegar a desafiar los límites de rareza, ni la más mínima partícula de su cuerpo quería obedecer al pedido de Ainhoa pero se sentía estúpido ahí parado, mirándola mientras ella se mostraba confiada y le sonreía. Cerró los ojos y se fue acercando al rostro de Ainhoa, él no creía en los besos inocentes, en los besos sin sentimiento, los besos venían del amor. Se sentía extrañamente raro dentro de ese cuerpo que ahora besaba a una mujer que no deseaba. Recordó el día que besó a Vilma, aquel beso le había hecho olvidar quien era y donde estaba pero ahora su mente no solo estaba en ese sitio sino que contaba los segundos para que aquel beso incómodo terminase de una vez. Con los ojos todavía cerrados sintió como Ainhoa se fue separando de él. Sentía como su propio cuerpo temblaba ligeramente, ya nada quedaba del joven cura que un día subió al Estrella Polar. Abrió los ojos poco a poco y sin que se diera cuenta fue a parar al sitio donde estaba Vilma, estaban más cerca de lo que había calculado, ella lo había visto todo. Lo miraba como nunca antes, no sabía decir si era una mirada de decepción. La música había dejado de sonar y todos los miraban. Volvió a mirar a Ainhoa y su sonrisa era más amplia que nunca. Ainhoa no estaba arrepentida de aquel beso, parecía satisfecha. Por segunda vez en la noche se acercó a su oído y le dijo: Y se hizo la luz.


  2. ¿Y si te digo que te quiero? II

    viernes, 24 de junio de 2011


    Nota: La autoría de este fic se atribuye a Lau


    Argen, para ti, porque te has ganado un lugarcito especial en mi corazon y porque quiero que el proximo año estemos aqui celebrando; no solo que nos empiezan a salir arrugas sino que hemos hecho de algo tan simple como post en un foro, toda una comunidad de amigas y tu eres una parte especial de esta COOKIE FAMILY


    - Pero le has dicho que si?
    Ahí estaba ella, en el borde de su litera, Ainhoa la miraba, era la tercera vez que le hacia esa pregunta.
    - Que si, que le he dicho que si. – Habían pasado poco más de dos semanas desde que la misma Ainhoa, en aquel mismo lugar, había sido testigo de un repentino ataque de llanto de Vilma. Aquel día estuvieron solas en el camarote por horas, cuando entraron Vilma rompió a llorar, había sido un llanto profundo, desesperado, mezcla de rabia, tristeza y del más puro dolor, podía romper el alma de cualquiera que lo presenciara, lágrimas corriendo por su rostro, los sollozos, después de mucho tiempo en el que Ainhoa ya no sabía qué hacer para calmarla, el llanto de Vilma había cesado, las lágrimas seguían saliendo una tras de otra humedeciendo su rostro, pero ya no gritaba ni le faltaba el aire, Ainhoa estuvo ahí mucho tiempo, a su lado, pasándole la mano entre el cabello desgreñado y sin hacer preguntas. Quizás era consciente de todo lo que le había pasado y desde su propia experiencia la compadecía, quizás solo esperaba que algún día Vilma reuniera el valor para contarle de ese amor prohibido que aunque pareciera un cuento de hadas, solo había ocurrido en su cabeza, el no la quería, nunca la quiso, al menos no de la manera que ella esperaba, que ella había deseado, que había imagina, soñado, ella era tan importante en su vida como lo podía ser cualquier otra persona de ese barco, era su alma pura quien lo llevaba a volcarse así con la gente, a dar todo de sí, y no un supuesto amor que desde luego se había inventado ella sola, que nunca había existido más allá de su cabeza
    - Pero, pensaba que no le querías.
    - Claro que le quiero
    - Ya, pero, como una mascota, no creo que ese sea el cariño que se le tiene a alguien a quien tomas como tu pareja. Piénsatelo bien Vilma, si le quieres yo encantada, te apoyaría la primera, sabes que siempre lo he hecho, pero sería muy jodido que un día te dieras cuenta de que te estás equivocando. Créeme, no quieres despertarte una mañana y verte al lado de un hombre al que no amas, sin saber cómo salir de esa situación y a punto de asumir que va a ser así siempre.
    - Ainhoa – Vilma tomo las manos de Ainhoa entre las suyas y con toda la seguridad que creía tener le dijo- Entiendo que te preocupes y que no quieras que me pase lo mismo que a ti, pero no tienes de que preocuparte, Piti no es un asesino psicópata y yo no me estoy equivocando.

    Convencer a alguien más de que estaba tomando la decisión correcta le hacía sentir más segura, si el resto de la gente era capaz de creerle ella podría llegar a hacerlo, era extraño como se sentía, no estaba triste, había estado triste durante mucho tiempo pero ahora se sentía bien, estaba tranquila, no moría de ganas de estar con Piti pero al menos sabía que su compañía le haría bien, las ultimas semanas estar con Piti se había vuelto más y más cómodo. El había dejado de preguntarle si lo quería y ella había empezado a preguntarse si en el fondo no era él lo que estaba buscando. Se reían mucho juntos, planeaban un futuro con el bebe, Piti incluso había pensado en un par de nombres, él quería que fuera niña, había hablado del pasado y habían empezado a conocerse mejor, Piti había tenido una historia muy diferente a la que cualquiera hubiera llegado a imaginar, una historia bastante triste, llegaba a ser incluso admirable que después de todo lo que había pasado siguiera siendo ese Piti sonriente que conocía. Una tarde cualquiera le dijo que la quería, por un segundo ella dudó otra vez, luego, sin que se diera cuenta, le respondió, le dijo que ella también lo quería. Sonrieron y él la beso, fue un beso brusco y repentino, se sintió raro, duro todo el tiempo que Piti tardó en recorrer su espalda, la tierra, si todavía hubiera tierra, no se abrió bajo sus pies, fue sencillo, pero al separarse supo lo que quería, quería ver a Piti feliz. Aquel beso lo había hecho más feliz de lo que nunca antes lo había visto. Él lo merecía, personas como él merecían esa felicidad y si ella podía dársela era injusto que se la negara. A partir de ese día ella lo haría feliz.

    - Entonces, sois pareja?
    - Humm si, supongo que sí–
    - Supones que si?
    - Si bueno, le dije que lo quería y... nos besamos
    - Os besasteis?
    - Shhhh!!!!! No grites, si nos besamos
    - Y qué tal?
    - No sé, normal
    - Pero como de normal?
    - Ay Ainhoa no lo se fue… fue un beso, li…lindo, fue lindo
    - Lindo? ya… Vilma tú estás segura de…
    - Que si, que ya se, y ya te dije que lo estoy
    - Vilma – Desde la puerta de su camarote Piti la llamaba, se veía nervioso lo que en realidad encontraba bastante tierno. Se puso de pie sin mirar a Ainhoa, no quería encontrarse con su mirada y saber que la juzgaba, ella no era capaz de entenderla, sabía que no se estaba equivocando, ya lo había hecho antes eligiendo el camino que su corazón marcaba, no podía equivocarse otra vez. Cuando estuvo bien cerca, Piti le tomo la mano y le planto otro beso, tan de repente que se hicieron daño, chocaron las cabezas con fuerza y sin querer ella le lastimo el labio, se rieron juntos de su tontería y luego poco a poco se fueron acercando hasta que sus labios se encontraron en un beso. Otra vez era un beso raro, Piti tenía un extraño sabor a medicina, pensó en preguntarle pero le pareció inoportuno y muy falta de tacto, sentía como la gente pasaba detrás de ellos y a lo lejos podía oír los gritos de Salomé, gritaba alto pero no parecía molesta, probablemente era con Burbuja, siempre discutían pero en el fondo sabía que no podía molestarse con él. Piti seguía besándola, había empezado a abrazarla, ahora sentía las risas de las chicas que pasaban cerca, casi podía jurar que una de ella era Estela pero le costaba trabajo ver bien ya que intentaba mantener los ojos cerrados, pensó en cuando se había peleado con Estela en las duchas, ya no podía recordar por qué había sido, pero le hizo gracia pensar en aquel repentino ataque que la hizo tirar de los pelos a su amiga. Seguían besándose, aquel beso ya se le hacia eterno pero no quería ser ella quien lo terminara, su mente volvió a viajar a aquel día, el día en que había visto a Piti y a Estela salir de la misma habitación cuando recién terminaban de darlo todo, otra vez hizo un esfuerzo por no reír al recordar la escena, al recordar la manera en que Palomares intentaba normalizar la situación, de repente le vino de golpe el recuerdo de aquel otro beso, aquel que duro solo dos segundos, se separo de Piti como si hubiera recibido una descarga de electricidad.
    - Qué pasó? Te... te hice daño? – Piti se vea asustado, evidentemente él había esperado que aquel beso durara mucho mas mientras a ella ya le faltaba el aire.
    - No, no, no fue nada, yo…
    - Chicos, chicos, el capitán nos espera en el comedor, parece que ha aparecido un barco y hay gente dentro. – Era Ramiro, había aparecido de la nada y había salvado el culo de Vilma, aunque a menudo Vilma se acordaba de todos sus muertos en ese momento no podía hacer otra cosa que adorarlo, de haber podido hasta lo besaba por haber llegado en el momento exacto.

    Tan rápido como sus pies se lo permitieron llegaron al comedor, el capitán hablaba con De la Cuadra y Ulises, Julia se veía nerviosa y miraba de reojo a Gamboa, nadie podía culparla, cualquiera podía sospechar que todo tipo de anomalía podía ser tramado por él, aun no sabían nada de su extraña reaparición. Vilma echó un vistazo a su alrededor. Ainhoa había corrido hasta llegar cerca de Ulises, todavía no le había dicho a nadie por qué habían roto pero no sería Vilma quien le preguntara, Ainhoa había respetado su silencio sin hacer preguntas así que ella respetaría el suyo. El bullicio que reinaba en el salón era ensordecedor pero así y todo pudo notar la ausencia de alguien. Palomares no se veía entre la gente, empezó a pasar la vista entre todas las caras aunque sabía que si él hubiera estado allí ya lo habría visto. También faltaba Burbuja, lo supo en el momento en que ambos entraron, venían de cubierta y sin hacer escala fueron directo al encuentro de Montero. Un poco de charla entre ellos y el capitán se dirigió a la tripulación haciendo que todos dejaran de hablar.
    - Como ya sabréis hemos detectado un barco a menos de dos millas del Estrellas Polar. Se trata de una embarcación pesquera y me acaban de informar que desde aquí se ve que hay al menos cuatro personas en su interior. Estamos intentando contactar con ellos. No sabemos quiénes son ni cuáles son sus intenciones, no nos arriesgaremos a acercarnos demasiado a menos que hablemos con alguno de sus tripulantes. – Palomares estaba a la espalda del capitán, habría jurado que muy fugazmente había pasado la vista por encima de ella un par de veces, claro, como no lo iba a jurar, después de dos semanas seguía encontrando señales absurdas, señales que no existían pero ella se empañaba en encontrar
    - Que se supone que hagamos nosotros? – desde su espalda era Piti quien hablaba, casi se había sorprendido de que estuviera ahí, tan cerca de ella.
    - No hay mucho que puedan hacer de momento, pero podría necesitar a alguno de ustedes en cubierta, vayan usted y Capdevila.
    - y yo capitán? – Palomares pregunto algo sorprendido, parecía que hasta ahora había sido él el contacto entre el puesto de mando y la cubierta.
    - A usted lo necesito conmigo, Palomares.
    Piti se despidió con un beso rápido prometiéndole que volvería sano y salvo, todos empezaron a moverse de repente cada uno a un sitio diferente, el comedor parecía estar más lleno que nunca, no podía identificar ninguno de los rostros que le rodeaban, todos pasaban demasiado rápido, hacían que pareciera que el barco daba vueltas. A lo lejos le pareció ver que Palomares la miraba a los ojos, otra vez divagando seguramente, sin embargo era extraño como por mucho que se esforzaba no podía enfocar su cara, los párpados le pesaban, ya no era consciente del peso de su cuerpo.

    Despertó con un fuerte dolor en la cabeza, una luz focal la obligaba a mantener los ojos cerrados. Estaba sobre una superficie rígida, algo incomoda. Se imagino en el suelo del comedor, claro, se había desmayado, el dolor de cabeza probablemente producto del impacto con la madera del suelo; ya no se sentía el bullicio, al parecer todos se habían ido, pero, cuánto tiempo llevaba ahí tirada? y manda huevos que nadie pudiera recogerla. Intentó moverse y sintió como una mano la sujetaba, una mano cálida, hasta que al fin alguien se había dignado a ayudarla, se quedó tranquila esperando que ese alguien le levantara en peso, si tan solo esa incómoda luz la dejara abrir los ojos, podría ver el rostro de quien quiera que fuera esa persona. La mano no se movió, nadie la estaba levantando de ningún sitio; pero qué coño estaba pasando ahí?
    - Se está despertando- Sintió la voz de Julia, se sentían lejos, no podía ser dueña de la mano. De pronto esa mano se convirtió en dos manos que sujetaron la suya, una sombra se alzó sobre ella opacando la luz focal que la cegaba y pudo ver un rostro.
    - Palomares?
    - Está volviendo en si- Palomares se dirigió a Julia mientras sonreía
    - Pues nada, no hay de qué preocuparse entonces, no es para extrañarse que se haya desmayado con la falta de comida y vitaminas necesarias para un embarazo. – Julia se acercó más a ella, le pasó la mano por la cara y se volvió a dirigir a Palomares
    - Quédate con ella un rato más, si la ves desorientada o cualquier cosa me avisas, ya sabes donde estaré.
    Ya con más claridad vio a Julia salir por la puerta de la enfermería, donde después de mucho analizar se dio cuenta de que estaba. Dedicó un par de segundos a pensar en que juraría que la camilla no era tan dura para luego darse cuenta de que por primera vez en dos semanas se había quedado sola con Palomares.
    - qué pasó? – le preguntó
    - Te desmayaste en el comedor, Julia y yo te trajimos aquí, Julia te sacó sangre aunque dice que no debe ser nada grave; estuviste inconsciente unos diez minutos. Ya mandé que avisaran a Piti, debe estar al llegar – Claro, seguramente estaba deseando que llegara Piti.
    - Y como terminó cayéndote el marrón a ti? el de traerme aquí? – Casi sonó a una agresión o un insulto, sentía la necesidad de herirlo.
    - No es ninguna molestia para mí esto, me preocupo por ti, quise ayudarte – Claro, su puñetera buena fe una vez más haciendo justicia.
    - Pues ya puedes irte – se sentó en la camilla con trabajo lista para ponerse de pie
    - Qué haces? – Al mismo tiempo él se puso de pie y la retuvo obligándola a acostarse otra vez. – Julia dice que tienes que quedarte aquí, al menos hasta que ella regrese.
    - Es que no hace falta, ya estoy mejor, tú tendrás otras cosas que hacer digo yo – estaba soltando toda su mala leche, alzando la voz sin molestarse en mostrase agradecida por su preocupación.
    - Vilma, si lo que te molesta es que me quede contigo Piti ya está en camino, él te cuidará y…
    - Si ya sé que Piti me cuidará, así tú tendrás el camino libre para irte y yo ya no seré un problema para ti. Es que deberías irte ya, venga, vete.
    - Vilma que dice? Tú nunca has sido un problema para mí, lo sabes bien, y deja ya de moverte que no es bueno para el bebe. – Vilma se tiró de la camilla y lo hizo retroceder, Palomares se veía bastante asustado, ella tenía ganas de golpearlo.
    - Mi hijo y yo estamos perfectamente, así que tranquilo que ya le digo yo a tu jefe que estás haciendo muy bien tu trabajo. – levantarse tan repentinamente desde luego no le había hecho bien, se sentía mareada otra vez.
    - Estas bien? – Palomares notó su malestar e intentó poner la mano sobre el vientre de Vilma
    - Perfectamente
    - Vilma, sabes que me preocupo por ti.
    - Y yo te odio Palomares, odio que estés aquí conmigo, ahora y que hayas estado siempre. Odio tu presencia, tu olor, tu mirada, tus buenas intenciones. Odio la idea de odiarte porque eso significa que sigo pensando en ti. – Ahí estaba, llorando otra vez, habían pasado dos semanas, dos días, dos horas y dos segundos desde que ellos dos habían estado a dos centímetros de distancia con dos intenciones completamente distintas. El seguía ahí, mirándola a los ojos sin decir nada, mientras dentro de ella aumentaban las ganas de romper con todo, de gritar con fuerza, de pegarle. Alzo la mano le pegó en el pecho, lo hizo una vez y lo repitió, una y otra vez chocaba el puño cerrado contra el pecho de Palomares sin que el dijera ni una sola palabra. Entre sollozos Vilma se dejó caer entre sus brazos, él la sujetó y la abrazó con mucha fuerza para que callera al suelo, ella lloró en su pecho aguantándose de su cuello, lloró todo el tiempo que quiso con miedo de que al separarse él se alejara de ella y lo hiciera para siempre. Palomares empezó a pasar su mano por el pelo de Vilma, con suavidad, levantó el rostro de ella sujetándolo con sus manos, y la besó. Su estómago dio un vuelco al sentir el roce de los labios de él. Era un beso suave, lento, no podía sentir nada a su alrededor, era como si esta vez el mundo hubiera desaparecido del todo y no quedara nadie más fuera. El corazón latía con mucha fuerza, lo abrazaba muy fuerte, como si quisiera que sus cuerpos se volvieran uno solo. se sentía viva, increíblemente viva. Cuando él se separó le pareció que le arrancaba un pedazo de sí misma. ahora tenía miedo, miedo de lo que le podía decir, de que todo hubiera acabado ahí, justo cuando sentía que acaba de empezar. Palomares sonreía, la miraba a los ojos y sentía su respiración sobre ella. Se fue acercando a su oído lentamente y le susurró:
    - “y si te digo que te quiero?”

  3. ¿Y si te digo que te quiero?

    jueves, 26 de mayo de 2011



    Nota: La autoría de este fic se atribuye a Lau.

    - La pregunta es sencilla, tú a mi me quieres?- Piti la miraba directamente a los ojos, esperaba una respuesta, ella intentaba apartarle la mirada pero sentía el peso de sus ojos caer sobre ella, obligándola a darle la respuesta, la única respuesta que sabía estaba esperando. El los estaba observando desde el otro lado del salón, sabía que estaba ahí, lo había visto entrar y decirle a Estela que ya se encargaba él de colgar el cartel, lo había estado mirando de reojo de vez en vez y había notando como él también la miraba cuando creía que no lo veía. Ahora estaba muy cerca de él, probablemente había escuchado la pregunta de Piti.
    - Claro que te quiero, Piti- intentó sonar casual – eres... muy especial para mí, ya te lo he dicho, te tengo mucho cariño, eres… eres el papá de mi bebé
    Una vez estuvo dicho se odio a sí misma, ella sabía perfectamente que Piti la quería, la quería de verdad, estaba enamorado de ella; el mismo se lo había confesado lo que no dejaba lugar a duda alguna, y ella había decidido adoptar el papel de tonta que no se enteraba bien de lo que estaban hablando diciéndole que le tenía cariño; para una persona que te abre su corazón decirle algo así podría herirlo profundamente y lo último que quería era herir a Piti. Quedaban muy pocas personas en el mundo por las que realmente se preocupaba y él era una de ellas, lo último que quería era hacerlo infeliz.
    Antes de que todo aquello pasara le habría dicho que si sin pensarlo, lo habría hecho porque Piti había estado ahí desde el principio, la había apoyado e instado a tirar para adelante cuando sentía que le mundo se le venía encima, querer a Piti no estaba mal, era lo correcto, lo más fácil; pero desde que todo había pasado, y no sabía decir exactamente cómo ni cuándo, si desde la primera pajarita, el primer beso o aquella conversación, pero en algún punto todo había cambiado. Hubo un momento en el que se empezó a descubrir a si misma buscando pajaritas de papel entre los libros y buscando un solo rostro entre todos los que veía cada mañana al entrar al comedor. Ese día se dio cuenta de que las mañanas eran más alegres y aquel fin del mundo era solo el comienzo de algo más.
    - Ya Vilma, pero yo necesito saber qué me quieres como yo, que tu corazón también se acelera cuando me tienes cerca, y que sientes ese dolor en el estómago cuando piensas que no estás conmigo, porque eso es lo que me pasa a mi Vilma, cuando pienso que no te tengo se me hace un nudo aquí y cuando te tengo cerca– para mayor explicación Piti tomó la mano de Vilma y la puso sobre su pecho, su corazón latía con fuerza.
    Vilma quería que aquel barco se hundiese antes de tener que darle una respuesta a Piti, porque todo aquello que le decía, todas esas palabras la ponían cada vez más lejos de donde él intentaba llevarla, de un mundo en el que ella simplemente lo amara. Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas, joder putas hormonas, odiaba llorar delante de la gente. Antes su sorpresa Piti sonrió.
    - Si, se que puede sonar cursi, pero es lo que siento Vilma, y ya no tengo miedo de decirlo, nunca más. Porque cuando vi a Palomares besarte fue como si el mundo me estuviera gritando que tenía que hacer algo, y tenía que hacerlo ya.
    La mención de su nombre hizo que involuntariamente diera un paso lejos de Piti apartara la mano, el no pareció notarlo, había pensado que sus palabras la habían conmovido al punto de arrancarle las lágrimas. – Yo te quiero Vilma, y sé que tú también me quieres aunque no estés lista para decírmelo. Quiero ser el padre de ese niño y te lo demostraré. – Se fue con una sonrisa y sin decir nada más, y sin esperar que ella dijera nada más. Ella se volteó luego de cercarse las lágrimas, había sido cobarde, había dejado que Piti se fuera esperanzado solo para ahorrarse el tener que decirle la verdad, había elegido callar y eso la hacía odiarse, pero una vez que se giró se encontró con su rostro y ya no pudo pensar más, él estaba ahí, al otro lado del club, más lejos de lo que ella había calculado y, por primera vez en semanas, la estaba mirando, directamente a los ojos, sentía como esos ojos la atravesaban y no era capaz de adivinar si había escuchado la conversación o no. El tiempo que duró el contacto visual hizo que se tambaleara por dentro, de repente el corazón se le empezó a acelerar y dejo caer el rollo de pegatina que llevaba en la mano, quería con todas sus fuerzas aferrarse a ese momento. Dios él había estado siempre ahí, como era posible que no lo viera antes?


    De repente él se dio la vuelta y se fue y sin que se lo propusiera, sin que lo hubiera planeado, su cuerpo tomo la decisión que ella misma fue incapaz de tomar y salió en su búsqueda. Lo alcanzo en el pasillo quizás camino de su camarote.
    - Palomares – lo llamo más alto de lo que hubiera sido necesario, estaban solo a mitad del pasillo, hacía rato habían dejado atrás el ruido y a la gente. El se giro a verla, una vez más ahí estaban esos ojos, cuando la miraba sentía que se quemaba, como era posible que solo ahora lo viera así? Habían vivido tantas cosas juntos. En ese momento se dio cuenta de que no tenía nada que decirle y se sintió tonta, estaban parados a mitad del pasillo, ella lo había seguido, lo había llamado y ahora el esperaba que le dijera algo, pero que le podía decir? – necesito ayuda… en el club, ahí un par de cosas que.. bueno que no puedo hacer… es que yo…. ya sabes.. bueno en realidad…
    Vale, estaba titubeando, y no era para menos, necesito ayuda? en serio? eso es lo mejor que se le podía ocurrir? En el club había más de diez hombres, no colaba que saliera a buscarlo justamente a él. Si antes quería que se hundiera el barco ahora quería que el pez gigante pasara por debajo y se la tragara entera. Tenía que pensar rápido. – En realidad solo quería hablar contigo, hace mucho que no hablamos y.. bueno… - aquello no mejoraba mucho su posición pero se sentía más cómoda diciéndole la semiverdad
    - Sí, bueno, justo iba a hablar contigo pero es que estabas con Piti y no quise interrumpir – le respondió él, mientras hablaba se había pasado dos veces la mano por el pelo, pensar que estaba nervioso hacia que su corazón se acelerara aún más.
    - Me preguntó si le quería- antes de que se diera cuenta las palabras ya habían salido solas, definitivamente su cuerpo la estaba llevando por un camino que ella misma nunca habría tomado, ni en un millón de años una Vilma cuerda habría soltado aquello así, a bocajarro. La reacción de él le hizo ver que no era una noticia, no se veía sorprendido, de hecho había bajado la mirada y pronunciado un casi silencioso “ya” – Quiere que le diga si siento lo mismo que él. – Esta vez sí era consciente de lo que estaba diciendo, pero ya había entrado en el terreno y no le quedaba de otra, hablar de Piti era solo rasgar la superficie de todo lo que tenían por aclarar
    - Si bueno, pensaba que ya lo sabía, se nota un montón que os queréis y bueno, igual deberías darle una respuesta para que se quede más tranquilo, ya sabes cómo es Piti. – podía ser la falta de práctica pero no se estaba esforzando mucho por ocultar cuan al tanto estaba de lo que habían hablado, sabía que ella no le había dado una respuesta.
    - Ya no me dejas pajaritas – aunque sentía que temblaba por dentro se mantenía firme por fuera, lo miraba a los ojos, se le acercaba poco a poco, dando pasos lentos, no tenía prisa. – Ya no quieres que sonría?
    - Si... sí, claro que quiero… yo – sabia que lo estaba haciendo bien, el no había esperado tocar aquel tema, que ella fuera tan directa lo desubicaba y eso le daba la ventaja de llevar las riendas de la conversación. – ya no necesitas esas pajaritas para sonreír, se que eres feliz.
    - Piti me ha preguntado si le quiero, y no he podido decirle que si, no he podido solo sonreírle y decirle que si, a alguien se le quiere o no se le quiere y yo he tenido dudas, como puedo saberlo Palomares? Como puedo saber si le quiero? – con cada palabra que le decía se acercaba más y más a él, el corazón latía con mucha fuera, sentía que se le salía por la boca, tenía miedo de que él pudiera escuchar sus latidos pero no podía parar.
    - Hum… yo… le preguntas a la persona equivocada, Vilma, yo de esto no es que sepa mucho… pero supongo que eso se sabe y ya está, se siente dentro, cuando le ves, cuando te habla, cuando le tienes cerca…
    - …cuando le ves sonreír- le interrumpió, ya estaba demasiado cerca, sentía miedo de estar ahí, de lo que podía pasar después. – Por qué, Palomares? Por qué me besas y luego desapareces, por qué me dejas pajaritas pidiéndome que sonrías, por qué me dices que tienes dudas de ti, por qué me dices que te gusta verme sonreír? Necesito que me digas por qué, necesito que me expliques por que ahora no hago más que buscarte y pensar en los sitios donde puedes estar, y las cosas que te pudiera decir si te tuviera cerca, necesito que me des un motivo, un solo motivo para no cometer el error más grande de mi vida, un motivo para no estar con él.


    El silencio los rodeo el tiempo que Palomares tardo en asimilar sus palabras, ahí estaba, lo había dicho, había soltado todo lo que llevaba por dentro y mas, había abierto la puerta y ahora solo quedaba esperar si el decidía entrar en ella, los segundos se hicieron largos, eternos.
    - El puede hacerte feliz, es un buen chico y me consta que haría lo que fuera por ti. – De repente sintió un dolor en el estómago, no la había detenido, no le había dicho lo único que había querido escuchar; el corazón dejo de latir rápido, solo quería estar sola. Palomares le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y el contacto fugaz con su piel hizo que se estremeciera. – Siempre supe que Piti acabaría enamorándose de ti. Tenéis mucha suerte de haberos encontrado, el te cuidara, os protegerá a ti y vuestro bebe, se encarga de hacerte reír cada día y yo, yo estaré aquí.
    - Te estás equivocando – el nudo que tenía en la garganta le atoraba las palabras – no va a haber una familia feliz, ni besos de amor ni atardeceres en cubierta cogidos de la mano. Ojala me hubiera enamorado de Piti, todo fuera mucho más sencillo si pudiera salir ahí fuera y decirle que lo quiero, que no hay nada en este mundo que me importe más que estar con él.
    - La tierra a desaparecido, Vilma – era difícil decir si el tono de su voz era tristeza o pura frialdad, nunca lo había oído hablar así, era posible que en realidad no la quisiera, que en realidad solo deseara verla con Piti? – Quedan muy pocas probabilidades de que los sobrevivientes podamos llevar una vida normal, ser felices, tú tienes esa oportunidad, no deberías desaprovecharla.
    - A qué coño llamas tú ser feliz, Palomares? A dar gracia por estar vivos en un mundo donde y no queda nada, a poner la otra mejilla, o quizás a conformarse solo con que te quieran, renunciando a querer, a ser feliz, a sentirte vivo, a sentir la adrenalina correr por tus venas, esas ganas de equivocarte, de correr riesgos? Dime que quieres que me vaya con él, mírame a los ojos y dime que no te importa y lo haré – estaba furiosa, las lágrimas salían otra vez, ya no sabía si lloraba de tristeza, o de impotencia.
    - Deberías irte con él – otra vez era frio, la miraba a los ojos pero ya no lo podía ver a él, había destruido cualquier ápice de esperanza, había cortado de raíz los que todavía estaba por nacer.
    - Chicos, estáis bien?- la voz de Ainhoa rompió la tensión que había quedado entre ellos, Vilma limpió las lágrimas con el dorso de su mano, espero un par de segundo antes de virarse. Ainhoa los miraba extrañada, quizás solo había alcanzado a oír la voz de Vilma sin entender muy bien la situación
    - Todo bien – le dijo sonriendo a medias – iba para el club que necesitan que les echemos una mano con las decoración. Vienes?
    - Claro- Ainhoa pasaba la vista de Palomares a Vilma y viceversa, no se hacia una idea de lo que había pasado pero era más que claro que no era el momento de hacer preguntas- Vienes Palomares?
    - No, yo… no – Las chicas se fueron y él se metió en su camarote, se tiro en la litera y estuvo ahí un buen rato, con la mirada clavada en el techo, solo pensando. Se había mantenido fiel a su promesa, se había apartado de Vilma, había asegurado que ella eligiera a Piti tal y como le había prometido a su amigo. Piti la quería, se había enamorado por primera vez, había prometido cuidarla y hacerla feliz, ahora el sentía un vacio enorme, como si le hubieran arrancado un pedazo de sí, pero era lo mejor, eventualmente ella tomaría la decisión correcta, estaría con Piti, serian felices y el quedaría a un lado, apartado, observándolos desde el silencia, simplemente conformándose con verla sonreír.



  4. Nota: La autoría de este fic se le atribuye a Lau.

    Aquella misma mañana Vilma se había librado por los pelos de darle una respuesta a Piti. Desde que le había confesado que la quería ella había estado evitándolo o coincidir solos con él en sitios públicos para evitar caer en el tema inevitable, Piti le había dicho cosas hermosas, cosas que a cualquier mujer le pondría lo pelos de punta y estaba claro que estaría esperando una respuesta y ella no estaba lista para dársela. No era que le sorprendiera todo aquello, desde que se había ofrecido a ser el papá de su bebe era casi predecible que pasara algo entre ellos, de hecho desde que había empezado a recibir aquellas pajaritas, lo había tenido bastante claro. Aunque no se lo hubiera dicho a nadie, sabía que el bebe terminaría acercándolos y no era que eso la pusiera triste, después de todo era imposible no querer a Piti, podía ser tan tonto como tan tierno y al final del día siempre estaba ahí, ayudándola, apoyándola, y encima le mandaba pajaritas para hacerla sonreír, pero en el fondo, detrás de esa cortina de humo que ella misma había creado, sabía que Piti no había sido su elección. Estar embarazada no era precisamente el premio del año, en un mundo normal los hombres rehuían de ello y para una chica de 23 años no era mucho más fácil encontrar el amor. No era que ella se empeñara desesperadamente como Estela en encontrar a su príncipe azul, pero que mujer no quería a alguien especial en su vida que la hiciera sentir como si fuera la única persona importante del mundo. Si, Piti era bueno con ella, la quería, pero en un mundo normal, en un mundo en el que ella no fuera la última embarazada, realmente lo habría elegido a él?
    Desde hacía algún tiempo esa pregunta había dejado de quitarle el sueño, no merecía la pena atormentarse con lo que pudo haber sido y no fue, hasta que pasó aquello, aquello que ni en un millón de años hubiera llegado a imaginar, aquellas pajaritas que le alegraban el día, que arrancaban una sonrisa de su rostro solo de pensar en ellas, no eran de Piti. Aunque le había confesado que la quería y que era su mujer perfecta, ella no podía pasar por alto el hecho de que alguien más en ese barco pensaba en ella, había alguien más que la quería ver sonreír, ese alguien, por el simple hecho de existir, la hacía sentir especial, le estaba dando la oportunidad de elegir.
    Palomares, demasiado tierno y bondadoso, tan lleno de fe y de esperanza, Vilma muchas veces sentía envidia de él, porque una persona así no le quedaba de otra que ser feliz; pero la felicidad de ese hombre consistía en verla sonreír, en verla feliz. Se odiaba a sí mismo por lo que había hecho, ella podía haber elegido a Piti, lo había hecho, lo había declarado el padre de su hijo y él, había puesto en juego su felicidad, jugándose a los dados la paternidad de un niño que no le pertenecía, no era su decisión pero aun así se había creído con el derecho de interponerse, pero quien era él? Le había estado dejando pajaritas en todas partes, la había estado vigilando, estudiando cada movimiento, sonreía a veces, pero era una sonrisa triste, podía ver la preocupación detrás de sus ojos, moría por hablar con ella, por ponerle su hombro y decirle que no tuviera miedo, que con él podía llorar si quería, que no lo juzgaría ni le haría preguntas, sabía que más allá de esa seguridad que mostraba, más allá de esos ojos que fingían alegría, algo muy gordo pasaba por su mente y moría por saber que era, cómo ayudarla, se despertaba en las noches y pegaba el oído a la puerta de su camarote, se avergonzaba de ello pero no podía evitarlo, si ella llegara a descubrirlo, si por un segundo llegara a sospechar lo que él sentía por ella, podría estropearlo todo y no quería, no podía soportar la idea de perderla, no a ella. Aquella mañana, había visto como Piti y ella había estado trabajando juntos y escucho como le preguntaba si lo quería, por un momento el mundo se detuvo, no podía ni respirar esperando una respuesta, lo que había estado temiendo, lo que aclararía todas sus dudas y le dejaría claro de una vez cual era su lugar, estaba a punto de ocurrir.

    Pero no paso, en ese momento llegó De la Cuadra pidiendo a Piti y a Palomares para que subieran a cubierta y ella respiró aliviada en su interior, si, por los pelos se había librado de darle una respuesta, pero su alivio no duro mucho, antes de irse un Piti más sonriente que nunca se giro, la tomo de la mano y le dijo
    - Piénsatelo, esta noche te recojo a las 9 en la puerta de tu camarote, espero una respuesta.
    Y ahí estaba ella, sentada en la parte baja de la litera con el pelo semi-recogido y una horrorosa flor amarilla que Ainhoa había insistido en que llevara en el pelo porque combinaba con su vestido. Estela se había quedado con la boca abierta cuando Vilma le había contado toda la historia de la confesión de Piti y las pajaritas de Palomares, pero no había dejado espacio para la duda, había asumido que Vilma elegiría a Piti y Palomares quedaría completamente fuera del cuadro, no había hecho preguntas, le había enganchado un vestido repollo y había pasado un cuarto de hora peinándola y hablándole de lo afortunada que era por encontrar el amor. Luego le había dejado con sus dudas sola en el camarote.
    La entrada repentina de Estela en el camarote lo hizo sobresaltarse, no era que estuviera medio en pelotas acabado de salir de la ducha y ella lo hubiera visto (era demasiado tarde para empezar a ser recatado delante de ella) acababa de entrar preguntando por Piti con ojos de loca, él no estaba, claro, no podía estar, del accidente que tuvieron en cubierta Piti fue el que salió peor parado, Palomares había pasado toda la tarde en la enfermería con el dándole la mano sujetando un cubo para que vomitara, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos él seguía siendo su amigo, no dejaría que le pasara nada y todavía estaría ahí de no ser porque Julia lo echo de la enfermería después de que se desmayara, le había dicho que iba a estar bien pero había perdido mucha sangre. Recordaba claramente lo que pasó después de dejar la enfermería.

    A duras penas se había ido al camarote y al pasar frente al de las chicas sintió la voz chillona de Estela, estaba hablando con Vilma:
    - Pero tía que me estas contando, Palomares... Palomares…?
    - Si Estela si, Palomares, ese chico alto, rubio, con alzacuellos – la risita burlona de Estela que precedió esa frase solo consiguió que su cuello empezara a arder, sentía como su cara enrojecía.
    - Perdona que me ría, pero es que es muy fuerte, o sea, que era él. Ya veía yo raro todo el mal rollo que había en el juego entre ellos, siempre se han llevado bien.
    - Mira, tú mejor del juego ni hables, anda que jugarte la comida.
    - Bueno ya te perdí perdón, lo siento; además lo bueno que tiene esto es que ganara quien ganara la comida no te iba a faltar- Estela sonaba muy divertida con toda la situación pero no era capaz de identificar lo que pasaba con ella. Detrás de la puerta apenas le llegaban trozos de información de lo que hablaba Vilma y no podía imaginar lo que podía pasar si de repente se abriera la puerta, él quedaría como el psicópata que es espiando a una mujer con la que nunca podría estar.
    - Bueno, entonces que, ya le diste una respuesta a Piti- Estela sonaba emocionada.
    - No, es que…
    - Y a qué esperas mujer, que se te ha declarado, lo tienes comiendo de tu mano
    - Es que…
    - Ah ya se, quieres darle una respuesta en el baile, claro, te pones bien guapa y así lo dejas …
    - Que me ponga guapa dices? Que pretendes que me ponga
    - Pues un vestido claro, que siempre te vistes muy sosa y a saber cómo quedara ese cuerpo después que nazca el niño- Por más que quiso entrar a exponer sus razones en contra de ese comentario, sintió como Estela se movía por el camarote y decidió irse antes de que salieran.
    Le iba a dar una respuesta a Piti en el baile, pensó mientras se metía en las duchas, el agua estaba fría pero por algún motivo sentía que su piel ardía, ella lo iba a estar esperando para darle una respuesta y él no iba a aparecer, no podía. Apoyó la cabeza contra la pared dejando que el chorro de agua recorriera su cabeza y se resbalara por su espalda. Sentía la necesidad de golpear algo con toda su fuerza, de gritar hasta quedarse sin aire. Le dolía pensar en ella sentada en su camarote, con su vestido, esperando ansiosa a que Piti llegara, no quería meterse, no quería buscarla para darle la noticia y verse una vez más involucrado en algo que le doliera.


    Y ahí estaba Estela, probablemente portadora de la voz de Vilma, esperando saber donde estaba Piti.
    - Piti no está, Estela – le dijo apartando la mirada con la inocente esperanza de que se conformara con eso y se fuera.
    - Sí, eso ya lo veo- le respondió y fue la primera pista de que no se iba a ir tan fácilmente – pero dónde está?
    - Está en la enfermería, tuvimos un percance en cubierta y Julia insistió en que se pasara por ahí para ver que todo estaba bien – intentó sonar lo más casual posible para no levantar sospechas, sabía que Piti estaría bien, como también sabía que si Estela se enteraba de la verdad era capaz de armar una tormenta en un vaso de agua. Cuando se dio la vuelta ya no estaba, algo confuso pensó en ir tras de ella, podía haber colado lo de la visita rutinaria a la enfermería pero no tenía mucha fe en ella.
    La cara de entierro de Estela no podía traer otra cosa que malas noticias, ya estaba casi lista, si llevar un ridículo vestido que le habían dejado y una aun más ridícula flor en el pelo se le podía llamare estar lista, se sentía otra persona vestida así y en camino a un encuentro con Piti que supuestamente debería tener un final feliz para todos.
    - Que ha pasado?
    - Es Piti, no viene- Si, esa era indudablemente una cara de entierro, pero viendo todas las expectativas que Estela tenía sobre un futuro para ella con Piti quizás aquello no era del todo una mala noticia
    - No viene? Se… se arrepintió?- intentó sonar como si aquello fuese el fin del mundo, le pareció un poco sobreactuado para una persona que ella consideraba muy buena mentirosa, ella misma.
    - Vilma – Estela se sentó junto a ella en la litera, tomo sus manos entre las suyas y le dijo: -está bien, fue un accidente pero mejorara, Julia lo está atendiendo.
    - Que mierda me estas contando, Estela, que le pasó a Piti? – vale, Estela realmente podía preocuparse por cosas realmente serias.
    - Fui a su camarote y Palomares me dijo que estaba en la enfermería, asi que fui para allá y estaba inconsciente, con un tubo en la boca, parecía grave…
    - Qué? – sí, esa era definitivamente la mejor manera de dar una noticia – Tengo que ir a verlo
    - No puedes, Julia no deja que nadie entre, dice que parece peor de lo que en realidad es.
    - Voy a verlo.
    - Vilma!- Estela intentó retenerla pero ya estaba camino de la puerta.
    - Estela. Estela! – se abrió camino entre la gente para llegar a Estela en cuanto entro en el club- Dónde está Vilma?
    - Se ha enterado de lo de Piti y ha ido a verle, intenté detenerla pero…
    - Que le has contado lo de Piti? Pero tú que tienes en la cabeza, que en su estado no puede recibir malas noticias, que hace menos de un mes la teníamos en la enfermería debatiéndose entre la vida y la muerte – No se había dado cuenta de cuánto había alzado la voz, Estela lo miraba como a un bicho raro, quizás dándose cuenta de cuando había metido la pata o quizás por primera vez viendo lo que en realidad sentía Palomares por Vilma.

    Se largo de ahí antes de pensar en cuanta gente lo había estado mirando, en la ventana de la enfermería se encontró con ella. Llevaba un vestido blanco largo, iba bastante desabrigada pero se veía preciosa, jamás pensó que podría encontrar a alguien tan hermoso en el fin del mundo, si, Dios existía, había creado al ser más maravilloso y lo había puesto en su camino. Ella no se había dado cuenta de que él había llegado por lo que tuvo tiempo de mirarla un rato más, o a lo mejor fue que se detuvo el tiempo estando parado allí, solo mirándola. Se fue acercando y ella se giró, estaba llorando, no era un llanto desesperado, era más bien tranquilo, como quien lleva llorando mucho tiempo y ya no tiene fuerzas para más. Al verlo no le dijo nada, el tampoco habló, pero se acercaron y ella recostó la cabeza sobre su pecho, estuvieron ahí un buen rato, a través de la ventanilla se veía Piti inconsciente, respirando con suavidad. De repente pudo sentir como la respiración de ella se iba apresurando, la abrazó con fuerza intentando calmarla, ella levantó la vista hacia él y con voz ronca le susurró:
    - No le quiero – Eso era lo último que habría esperado escuchar en aquel momento – estuve a punto de hacerlo, de decirle que sí, que le quería, pero no puedo engañarlo, no le quiero.
    Palomares podía ver como las lágrimas corrían por el rostro de Vilma, la respiración se le agitaba por cada segundo que pasaba amenazando con desplomarse en cualquier momento, no quería verla llorando, le dolía verla así.
    - Bailamos? – le preguntó y entre las lágrimas Vilma sonrió, era una sonrisa sincera. El mundo cambiaba cuando ella sonreía, él sentía persona, sentía que había sido elegido, que había sobrevivido al Apocalipsis solo para estar ahí ; le devolvió una media sonrisa nerviosa, le cogió las manos delicadamente y las llevó hasta detrás de su cuello, le puso las suyas alrededor de la cintura, la acercó más a él con mucho cuidado, tan despacio como si se le pudiera romper entre las manos, la tenía tan cerca que sentía su olor, ella podía sentir la respiración de Palomares en su cuello, cada centímetro de su piel pedía se acercaran más y más. Con los ojos cerrados empezaron a dar vueltas al compás de una música que no existía, que nadie más que ellos podía oír. Por alguna parte entraba una brisa que la hacía estremecerse pero la cercanía de su cuerpo la sofocaba, su piel ardía. Un millón de dudas habían atormentado su cabeza aquel día, dudas que todavía estaban ahí, sus problemas seguían esperando una respuesta y ya llegaría el momento de dárselas, pero en aquel momento, en aquel preciso instante, en medio de aquel océano infinito; la vida no le dejaba otra alternativa, tenía que sonreír.