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  1. Nota: La autoría de este fic se le atribuye a Lau.

    Aquella misma mañana Vilma se había librado por los pelos de darle una respuesta a Piti. Desde que le había confesado que la quería ella había estado evitándolo o coincidir solos con él en sitios públicos para evitar caer en el tema inevitable, Piti le había dicho cosas hermosas, cosas que a cualquier mujer le pondría lo pelos de punta y estaba claro que estaría esperando una respuesta y ella no estaba lista para dársela. No era que le sorprendiera todo aquello, desde que se había ofrecido a ser el papá de su bebe era casi predecible que pasara algo entre ellos, de hecho desde que había empezado a recibir aquellas pajaritas, lo había tenido bastante claro. Aunque no se lo hubiera dicho a nadie, sabía que el bebe terminaría acercándolos y no era que eso la pusiera triste, después de todo era imposible no querer a Piti, podía ser tan tonto como tan tierno y al final del día siempre estaba ahí, ayudándola, apoyándola, y encima le mandaba pajaritas para hacerla sonreír, pero en el fondo, detrás de esa cortina de humo que ella misma había creado, sabía que Piti no había sido su elección. Estar embarazada no era precisamente el premio del año, en un mundo normal los hombres rehuían de ello y para una chica de 23 años no era mucho más fácil encontrar el amor. No era que ella se empeñara desesperadamente como Estela en encontrar a su príncipe azul, pero que mujer no quería a alguien especial en su vida que la hiciera sentir como si fuera la única persona importante del mundo. Si, Piti era bueno con ella, la quería, pero en un mundo normal, en un mundo en el que ella no fuera la última embarazada, realmente lo habría elegido a él?
    Desde hacía algún tiempo esa pregunta había dejado de quitarle el sueño, no merecía la pena atormentarse con lo que pudo haber sido y no fue, hasta que pasó aquello, aquello que ni en un millón de años hubiera llegado a imaginar, aquellas pajaritas que le alegraban el día, que arrancaban una sonrisa de su rostro solo de pensar en ellas, no eran de Piti. Aunque le había confesado que la quería y que era su mujer perfecta, ella no podía pasar por alto el hecho de que alguien más en ese barco pensaba en ella, había alguien más que la quería ver sonreír, ese alguien, por el simple hecho de existir, la hacía sentir especial, le estaba dando la oportunidad de elegir.
    Palomares, demasiado tierno y bondadoso, tan lleno de fe y de esperanza, Vilma muchas veces sentía envidia de él, porque una persona así no le quedaba de otra que ser feliz; pero la felicidad de ese hombre consistía en verla sonreír, en verla feliz. Se odiaba a sí mismo por lo que había hecho, ella podía haber elegido a Piti, lo había hecho, lo había declarado el padre de su hijo y él, había puesto en juego su felicidad, jugándose a los dados la paternidad de un niño que no le pertenecía, no era su decisión pero aun así se había creído con el derecho de interponerse, pero quien era él? Le había estado dejando pajaritas en todas partes, la había estado vigilando, estudiando cada movimiento, sonreía a veces, pero era una sonrisa triste, podía ver la preocupación detrás de sus ojos, moría por hablar con ella, por ponerle su hombro y decirle que no tuviera miedo, que con él podía llorar si quería, que no lo juzgaría ni le haría preguntas, sabía que más allá de esa seguridad que mostraba, más allá de esos ojos que fingían alegría, algo muy gordo pasaba por su mente y moría por saber que era, cómo ayudarla, se despertaba en las noches y pegaba el oído a la puerta de su camarote, se avergonzaba de ello pero no podía evitarlo, si ella llegara a descubrirlo, si por un segundo llegara a sospechar lo que él sentía por ella, podría estropearlo todo y no quería, no podía soportar la idea de perderla, no a ella. Aquella mañana, había visto como Piti y ella había estado trabajando juntos y escucho como le preguntaba si lo quería, por un momento el mundo se detuvo, no podía ni respirar esperando una respuesta, lo que había estado temiendo, lo que aclararía todas sus dudas y le dejaría claro de una vez cual era su lugar, estaba a punto de ocurrir.

    Pero no paso, en ese momento llegó De la Cuadra pidiendo a Piti y a Palomares para que subieran a cubierta y ella respiró aliviada en su interior, si, por los pelos se había librado de darle una respuesta, pero su alivio no duro mucho, antes de irse un Piti más sonriente que nunca se giro, la tomo de la mano y le dijo
    - Piénsatelo, esta noche te recojo a las 9 en la puerta de tu camarote, espero una respuesta.
    Y ahí estaba ella, sentada en la parte baja de la litera con el pelo semi-recogido y una horrorosa flor amarilla que Ainhoa había insistido en que llevara en el pelo porque combinaba con su vestido. Estela se había quedado con la boca abierta cuando Vilma le había contado toda la historia de la confesión de Piti y las pajaritas de Palomares, pero no había dejado espacio para la duda, había asumido que Vilma elegiría a Piti y Palomares quedaría completamente fuera del cuadro, no había hecho preguntas, le había enganchado un vestido repollo y había pasado un cuarto de hora peinándola y hablándole de lo afortunada que era por encontrar el amor. Luego le había dejado con sus dudas sola en el camarote.
    La entrada repentina de Estela en el camarote lo hizo sobresaltarse, no era que estuviera medio en pelotas acabado de salir de la ducha y ella lo hubiera visto (era demasiado tarde para empezar a ser recatado delante de ella) acababa de entrar preguntando por Piti con ojos de loca, él no estaba, claro, no podía estar, del accidente que tuvieron en cubierta Piti fue el que salió peor parado, Palomares había pasado toda la tarde en la enfermería con el dándole la mano sujetando un cubo para que vomitara, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos él seguía siendo su amigo, no dejaría que le pasara nada y todavía estaría ahí de no ser porque Julia lo echo de la enfermería después de que se desmayara, le había dicho que iba a estar bien pero había perdido mucha sangre. Recordaba claramente lo que pasó después de dejar la enfermería.

    A duras penas se había ido al camarote y al pasar frente al de las chicas sintió la voz chillona de Estela, estaba hablando con Vilma:
    - Pero tía que me estas contando, Palomares... Palomares…?
    - Si Estela si, Palomares, ese chico alto, rubio, con alzacuellos – la risita burlona de Estela que precedió esa frase solo consiguió que su cuello empezara a arder, sentía como su cara enrojecía.
    - Perdona que me ría, pero es que es muy fuerte, o sea, que era él. Ya veía yo raro todo el mal rollo que había en el juego entre ellos, siempre se han llevado bien.
    - Mira, tú mejor del juego ni hables, anda que jugarte la comida.
    - Bueno ya te perdí perdón, lo siento; además lo bueno que tiene esto es que ganara quien ganara la comida no te iba a faltar- Estela sonaba muy divertida con toda la situación pero no era capaz de identificar lo que pasaba con ella. Detrás de la puerta apenas le llegaban trozos de información de lo que hablaba Vilma y no podía imaginar lo que podía pasar si de repente se abriera la puerta, él quedaría como el psicópata que es espiando a una mujer con la que nunca podría estar.
    - Bueno, entonces que, ya le diste una respuesta a Piti- Estela sonaba emocionada.
    - No, es que…
    - Y a qué esperas mujer, que se te ha declarado, lo tienes comiendo de tu mano
    - Es que…
    - Ah ya se, quieres darle una respuesta en el baile, claro, te pones bien guapa y así lo dejas …
    - Que me ponga guapa dices? Que pretendes que me ponga
    - Pues un vestido claro, que siempre te vistes muy sosa y a saber cómo quedara ese cuerpo después que nazca el niño- Por más que quiso entrar a exponer sus razones en contra de ese comentario, sintió como Estela se movía por el camarote y decidió irse antes de que salieran.
    Le iba a dar una respuesta a Piti en el baile, pensó mientras se metía en las duchas, el agua estaba fría pero por algún motivo sentía que su piel ardía, ella lo iba a estar esperando para darle una respuesta y él no iba a aparecer, no podía. Apoyó la cabeza contra la pared dejando que el chorro de agua recorriera su cabeza y se resbalara por su espalda. Sentía la necesidad de golpear algo con toda su fuerza, de gritar hasta quedarse sin aire. Le dolía pensar en ella sentada en su camarote, con su vestido, esperando ansiosa a que Piti llegara, no quería meterse, no quería buscarla para darle la noticia y verse una vez más involucrado en algo que le doliera.


    Y ahí estaba Estela, probablemente portadora de la voz de Vilma, esperando saber donde estaba Piti.
    - Piti no está, Estela – le dijo apartando la mirada con la inocente esperanza de que se conformara con eso y se fuera.
    - Sí, eso ya lo veo- le respondió y fue la primera pista de que no se iba a ir tan fácilmente – pero dónde está?
    - Está en la enfermería, tuvimos un percance en cubierta y Julia insistió en que se pasara por ahí para ver que todo estaba bien – intentó sonar lo más casual posible para no levantar sospechas, sabía que Piti estaría bien, como también sabía que si Estela se enteraba de la verdad era capaz de armar una tormenta en un vaso de agua. Cuando se dio la vuelta ya no estaba, algo confuso pensó en ir tras de ella, podía haber colado lo de la visita rutinaria a la enfermería pero no tenía mucha fe en ella.
    La cara de entierro de Estela no podía traer otra cosa que malas noticias, ya estaba casi lista, si llevar un ridículo vestido que le habían dejado y una aun más ridícula flor en el pelo se le podía llamare estar lista, se sentía otra persona vestida así y en camino a un encuentro con Piti que supuestamente debería tener un final feliz para todos.
    - Que ha pasado?
    - Es Piti, no viene- Si, esa era indudablemente una cara de entierro, pero viendo todas las expectativas que Estela tenía sobre un futuro para ella con Piti quizás aquello no era del todo una mala noticia
    - No viene? Se… se arrepintió?- intentó sonar como si aquello fuese el fin del mundo, le pareció un poco sobreactuado para una persona que ella consideraba muy buena mentirosa, ella misma.
    - Vilma – Estela se sentó junto a ella en la litera, tomo sus manos entre las suyas y le dijo: -está bien, fue un accidente pero mejorara, Julia lo está atendiendo.
    - Que mierda me estas contando, Estela, que le pasó a Piti? – vale, Estela realmente podía preocuparse por cosas realmente serias.
    - Fui a su camarote y Palomares me dijo que estaba en la enfermería, asi que fui para allá y estaba inconsciente, con un tubo en la boca, parecía grave…
    - Qué? – sí, esa era definitivamente la mejor manera de dar una noticia – Tengo que ir a verlo
    - No puedes, Julia no deja que nadie entre, dice que parece peor de lo que en realidad es.
    - Voy a verlo.
    - Vilma!- Estela intentó retenerla pero ya estaba camino de la puerta.
    - Estela. Estela! – se abrió camino entre la gente para llegar a Estela en cuanto entro en el club- Dónde está Vilma?
    - Se ha enterado de lo de Piti y ha ido a verle, intenté detenerla pero…
    - Que le has contado lo de Piti? Pero tú que tienes en la cabeza, que en su estado no puede recibir malas noticias, que hace menos de un mes la teníamos en la enfermería debatiéndose entre la vida y la muerte – No se había dado cuenta de cuánto había alzado la voz, Estela lo miraba como a un bicho raro, quizás dándose cuenta de cuando había metido la pata o quizás por primera vez viendo lo que en realidad sentía Palomares por Vilma.

    Se largo de ahí antes de pensar en cuanta gente lo había estado mirando, en la ventana de la enfermería se encontró con ella. Llevaba un vestido blanco largo, iba bastante desabrigada pero se veía preciosa, jamás pensó que podría encontrar a alguien tan hermoso en el fin del mundo, si, Dios existía, había creado al ser más maravilloso y lo había puesto en su camino. Ella no se había dado cuenta de que él había llegado por lo que tuvo tiempo de mirarla un rato más, o a lo mejor fue que se detuvo el tiempo estando parado allí, solo mirándola. Se fue acercando y ella se giró, estaba llorando, no era un llanto desesperado, era más bien tranquilo, como quien lleva llorando mucho tiempo y ya no tiene fuerzas para más. Al verlo no le dijo nada, el tampoco habló, pero se acercaron y ella recostó la cabeza sobre su pecho, estuvieron ahí un buen rato, a través de la ventanilla se veía Piti inconsciente, respirando con suavidad. De repente pudo sentir como la respiración de ella se iba apresurando, la abrazó con fuerza intentando calmarla, ella levantó la vista hacia él y con voz ronca le susurró:
    - No le quiero – Eso era lo último que habría esperado escuchar en aquel momento – estuve a punto de hacerlo, de decirle que sí, que le quería, pero no puedo engañarlo, no le quiero.
    Palomares podía ver como las lágrimas corrían por el rostro de Vilma, la respiración se le agitaba por cada segundo que pasaba amenazando con desplomarse en cualquier momento, no quería verla llorando, le dolía verla así.
    - Bailamos? – le preguntó y entre las lágrimas Vilma sonrió, era una sonrisa sincera. El mundo cambiaba cuando ella sonreía, él sentía persona, sentía que había sido elegido, que había sobrevivido al Apocalipsis solo para estar ahí ; le devolvió una media sonrisa nerviosa, le cogió las manos delicadamente y las llevó hasta detrás de su cuello, le puso las suyas alrededor de la cintura, la acercó más a él con mucho cuidado, tan despacio como si se le pudiera romper entre las manos, la tenía tan cerca que sentía su olor, ella podía sentir la respiración de Palomares en su cuello, cada centímetro de su piel pedía se acercaran más y más. Con los ojos cerrados empezaron a dar vueltas al compás de una música que no existía, que nadie más que ellos podía oír. Por alguna parte entraba una brisa que la hacía estremecerse pero la cercanía de su cuerpo la sofocaba, su piel ardía. Un millón de dudas habían atormentado su cabeza aquel día, dudas que todavía estaban ahí, sus problemas seguían esperando una respuesta y ya llegaría el momento de dárselas, pero en aquel momento, en aquel preciso instante, en medio de aquel océano infinito; la vida no le dejaba otra alternativa, tenía que sonreír.

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