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  1. La verdadera razón

    martes, 3 de mayo de 2011

    Ahí estaba ella, apostándose la comida de las chicas, esa comida que había robado unas horas antes pensando que conseguiría ganar esa partida.
    Era consciente de que lo que había hecho estaba mal, de que en esa situación, no tenía sentido ponerse a jugar con la comida, pero al fin y al cabo, que era lo que tenía sentido en ese barco? Nada.
    Así que haciendo caso de la conocida frase: Desafortunado en amores, afortunado en el juego, se apresuró a robar toda la comida del camarote de las chicas, pensaba que ganaría, es más, lo tenía clarísimo.
    Unas horas después, Estela se sentaba al lado de Piti, dispuesta a ganar esa partida, lo que no contaba es que Piti fuese tan buen jugador y la estuviera desplumando como si de un pollo se tratase.
    Entonces lo vio entrar, Palomares irrumpió en la estancia y ahí supo que la cosa no iba a acabar bien para ninguno de los allí presentes.
    - Estais jugando la comida al poker?? Estais locos, anda devolverla ahora mismo a la cocina. – dijo el rubio, intentando hacerlos entrar en razón.
    - Ésta comida es nuestra Palomares, la hemos ido guardando poco a poco, somos libres de jugarnosla eh! – dijo Estela.
    La chica los observaba, parecía que ambos chicos tenían una cuenta pendiente, les extrañaba verlos así, teniendo en cuenta de lo bien que se llevaban y lo bien que ambos se complementaban, Piti y Palomares eran un tándem, representaban la locura y la cordura. Pero ante todo representaban lo bonito que podía llegar a ser una amistad entre dos chicos.
    Palomares se apuntaba a la partida, por lo que ahora sería más fácil ganarle a Piti, o eso pensaba ella. Sabía que Palomares si ganaba, regresaría la comida a la cocina, pero no sabía lo que planeaba hacer Piti.
    Se había traído sus galletas para dar la comunión y pensaba apostarlas, aunque pensándolo bien, el también tenía comida guardada y la podía apostar, pero esa comida estaba consagrada, y no era sólo para él, sino para todos los que quisiesen comulgar.
    - Palomares si apuestas esto, ¿con que vas a dar la comunión? – preguntó Estela preocupada.
    - Con chirlas, Estela, con chirlas! Joder, Padre, un cura jugándose el cuerpo de Cristo, desde que has palpao carne, andas un poquito desbocao eh! ¿Verdad Monseñor?
    Estela no entendía porque Piti actuaba así, ellos dos eran amigos, creía que esa amistad que los unía nunca llegaría a romperse. Pero esto no era así. Y eso, en cierto modo la entristecía.
    Piti había ganado de nuevo y a Estela se le había acabado la comida:
    - Y de nuevo gana la banca oye!! A ver, me comunican que Estela abandona la partida por falta de crédito! Señores, seamos sinceros, lo importante no es participar, es ganar!!
    - Venga Piti, que la comida no era mía, era de las chicas, yo les quería llevar una sorpresa, ahora no me puedo volver y decirles que me he jugado todo a los dados. – dijo Estela.
    - Claro, no sé Estela, pues... pide un préstamo o hazme un pagaré, pero si no tienes con que apostar pues ya te puedes ir a llorar a cubierta. ¿Qué señores, alguien quiere acompañarla a cubierta?
    ¿Y este era el chico con el que había estado? ¿Con el que se había acostado? Francamente, ¿En que estaría pensando ella en ese momento? No entendía el resto del mundo y el resto del mundo no la entendía a ella, sólo quería amar y ser amada, ¿era tanto pedir? Ramiro le había dicho que estaba enamorado de Pilar y NO de ella, Piti se había acostado con ella y si te he visto no me acuerdo, es más, visto como la estaba tratando ahora, decía mucho de él como persona, y el capitán, mejor ni comentar sobre el capitán, ella se había ilusionado y él la había corrido de su camarote como si de una apestada se tratase, estaba claro que no debía dejarse amilanar por un hombre, así que iba a ganarle a Piti, ¡tenía que ganarle!
    - ¿Aceptas prendas? – preguntó Estela como última opción.
    - Estela, eh, venga por favor, no entres ahí – dijo Palomares.
    - No, no, aceptar se aceptan, pasa que aquí el sacerdote no se si va a consentir porque está un pelín sensible con la llamada de la carne, ¿sabes?¿que Padre, seguimos o te retiras?
    - Aceptamos prendas, deja lo que sea y seguimos.
    Ya estaba, lo que menos había querido se había cumplido. Piti había ganado y Palomares tenía que terminar de desnudarse por completo, algo en mí supuso que eso nunca llegaría a pasar, quizás por como era Palomares o por que Piti lo estuviese obligando. Pero, esto no fue así, y Palomares se desnudó por completo, delante de nuestras narices. Esto, ya fue la gota que colmó el vaso.
    - Bueno, da igual la comida de las chicas, fin de la partida. – dijo Estela, intentando que las cosas volviesen a su cauce. Cosa imposible, porque en ese momento, Piti estalló:
    - ¿Tú me vas a reconocer de una puñetera vez que tienes una crisis de fé? Si da igual, si eres cura y Papa al mismo tiempo! Puedes acabar con el celibato ahora mismo!¿quieres?
    - Piti... Piti, no tiene gracia – dijo Estela intentando hacer entrar en razón a Piti.
    - Pues si, puede que esté pasando una crisis de fé, y puede que no esté a la altura para iluminar el camino de nadie, pero un mamarracho que se juega la comida en un momento así... Piti, no mereces ser el padre del bebé de Vilma. Así que vamos a hacer una cosa, me juego el alzacuellos, si pierdo renuncio a ser cura, pero si gano a tu trío, renuncias tú a ser el padre del bebé de Vilma y me hago cargo yo. Estela, los dados.
    Fue en ese momento que Estela lo comprendió todo, ella era la razón, la verdadera razón, Piti estaba molesto porque Palomares había besado a Vilma, y Palomares se sentía humillado y al mismo tiempo, enfadado por todo lo que estaba pasando.
    Pero de pronto, cuando pensó que la cosa no podía empeorar, la propia Vilma apareció y con ella los miedos y vergüenzas.
    Vilma quería saber el resultado de los dados, todos lo querían saber! Palomares levantó con cuidado el cubilete, mostrando la combinación ganadora. El cura había ganado, y con ello, no sólo toda la comida sino también la paternidad del bebé de Vilma.
    Vilma no dijo nada, se dio la vuelta y se marchó por donde había entrado, los demás fueron saliendo, también Piti hizo lo propio, intentando no mirar a Palomares. En este momento, Piti era el gran perdedor.
    Estela se quedó un momento más, quería hablar con él, decirle que ella podía ayudarlo, y que estaba de su parte.
    El rubio ni se fijó en que ella seguía allí, lentamente fue cogiendo sus ropas y se fue vistiendo. No se creía lo que había pasado, había ganado, él que nunca tenía suerte en nada, le había ganado a Piti, seguía siendo cura, pero ahora, era también el padre del bebé de Vilma.
    Él sólo quería protegerla para que nadie le hiciese daño, ni a ella, ni a su bebé, la alejaría de Piti si hiciese falta, ahora comprendía que Vilma lo era todo para él y también sabía que ella jamás debería saberlo.
    Esa mañana la había besado, hacía días que la miraba sin que ella se diese cuenta, vigilándola, robando alimentos para ella y para su bebé, cuidándola, ella no se daba cuenta, pero él era feliz viéndola sonreír. Se veía tan guapa, cuando sonreía, era preciosa! Sabía que las pajaritas lo hacían vulnerable, pero no iban firmadas, por lo que nunca sabría quién se las mandaba. Ella se preguntaría de quién serían, lo más seguro, y también sabía que seguramente pensaría que serían de Piti, pero al rubio no le importaba porque a él, le gustaba verla sonreír.
    Pero al besarla, había sentido como si el barco se resquebrajase bajo sus pies, y como miles de mariposas despertaban su corazón dormido. Para él era demasiado tarde, era sacerdote y había besado a una mujer.
    Y ahora era el padre de su bebé porque lo había ganado en una apuesta.
    Dios y el mundo lo seguían poniendo a prueba, podía haber perdido y dejar de ser cura, pero Dios había querido que él ganase esta vez, quería que el único cura de La Tierra no dejase de serlo, pero no le importaba que fuese el padre del bebé de Vilma.
    Intentando borrar esos pensamientos de su cabeza, se dio la vuelta para marcharse, pero se quedó parado al ver a Estela apoyada sobre la puerta.
    - ¡Que susto Estela! – dijo un sobresaltado Palomares. Del susto casi se le cae el tarro con la comida.
    - Lo siento mucho – dijo Estela con lágrimas en la cara.
    Palomares dejó el tarro sobre la mesa de nuevo al ver que Estela estaba llorando.
    - ¿Qué te pasa Estela? – le preguntó, agarrándola por la cintura y señalándole la silla para que se sentase.
    - Siento haber apostado la comida de las chicas, sé que estuvo mal. ¿Por qué siempre tengo que actuar inconscientemente? No pienso las cosas! – dijo Estela casi, sin respirar.
    - Estela, tranquila, respira. – le pidió Palomares.
    - Es que cuánto más lo pienso, más me preocupa ser tan idiota, me rebajo, y ni me doy cuenta. Yo lo único que quiero es amar y que ese alguien me ame, ¿acaso eso es pedir demasiado? – dijo la morena, secándose las lágrimas.
    - Estela, amar es darlo todo sin importar que ese alguien te ame. No puedes obligar a una persona a que te quiera. Eso no está bien, Estela.
    - Lo sé, sé que no está bien, pero me siento sola Palomares.
    - No estás sola Estela, en este barco somos muchos los que te queremos. – dijo el sacerdote, intentando reconfortarla.
    - A veces me cuesta creerlo, sé que no obro bien, pero la gente no me tiene en cuenta. Por eso sé, que tú tampoco vas a tener en cuenta lo que yo te diga.
    - ¿A que te refieres? – preguntó extrañado el cura.
    - Sé que todo esto es por Vilma, sé que ambos la queréis.
    - Todo el mundo quiere a Vilma, Estela, es imposible no quererla. – respondió Palomares.
    - Pero tú la amas, esa es una de las pocas cosas de las que puedo estar segura. Y no hace falta que me digas que no, porque no te creeré.
    Palomares intentó contestarle pero Estela no le dejó.
    - Sé también que hoy en la mañana la besaste, éramos muchos en el comedor, como para no verlo – rió divertida Estela. – También sé, que Piti no es el padre adecuado para el bebé de Vilma, y que en verdad, tú lo eres. También sé que eres cura y que no puedes ni siquiera planteártelo, pero quiero que pienses en ella, y te preguntes verdaderamente si te morirías al verla con otro.
    - Yo... – Balbuceó Palomares.
    Estela prosiguió con su sermón.
    - Sé que me contestarías que no, que amarías verla feliz aunque fuese con otro, porque tú eres así, un buen hombre, pero yo te pido que no lo hagas Palomares, no hagas eso, te arrepentirás, al principio, la verás feliz y creerás que tú eres feliz porque ella lo es, más tarde, verla feliz con otro te irá consumiendo, y sufrirás de verdad. Lo sé. Quiero que sepas, que yo estoy aquí para ayudarte.
    - ¿Ayudarme? – preguntó Palomares.
    - Si claro, si yo no puedo ser feliz, al menos que alguien lo sea ¿no?
    - ¿Te refieres a mi?
    - Me refiero a Vilma y a ti – Palomares al oír esto, abrió los ojos incrédulo.
    - Estela, soy cura.
    - Y estás enamorado de ella. – afirmó Estela.
    - Pero eso no importa, Dios ha decidido que ganase esta partida, él no quiere que deje de ser cura.
    - Dios ha decidido que ganases la partida y seas el padre del bebé de Vilma, Dios no podía haber elegido un padre mejor.
    - No tiene nada que ver una cosa con la otra, yo seré el padre del bebé y punto.
    - Vas listo si piensas que cuidando al bebé y estando cerca de ella, no vas a sufrir. – Estela, se estaba enfadando, ¡Qué hombre tan obtuso!
    - Yo quiero lo mejor para el bebé y Piti no lo es! – dijo Palomares molesto.
    - Pues claro que no lo es, pero tampoco lo es para Vilma, así que ya sabes lo que tienes que hacer! Decirle lo que sientes, y las dudas que tienes.
    - ¿Qué? ¡No!
    - Claro que si, mañana vas a decírselo, ella tiene que saberlo! He perdido la comida de las chicas y quiero que el haberla perdido valga para algo. Mañana se lo dirás. Es una orden. Oye, que es muy tarde, me voy ya, tengo que ir a tachar tu nombre de la libreta.
    - ¿Qué libreta? – Preguntó extrañado Palomares.
    - Mi libreta de conquistas, por supuesto. – rió Estela divertida.
    - Madre de Dios, tenías mi nombre en la libreta de conquistas – preguntó Palomares abriendo los ojos como platos.
    - Tranquilo Palomares, estabas en último lugar, y son muchos, no creo que te hubiese tocado.
    - Yo también espero que no me hubiese tocado, ojalá que encuentres la felicidad Estela.
    - Si este plan no funciona, pasamos al siguiente, ya sabes las leches que me llevé por tirarme a Piti, imagínate lo que Vilma me haría si supiese que voy detrás de ti. – dijo Estela guiñándole un ojo.
    - Estela, no pensarás ... ¡Estela! – Palomares gritó pero Estela ya se había marchado. – ¡Esta mujer está loca!
    Palomares sonrió preocupado, tendría que consultar con la almohada lo que le diría a la mañana siguiente a Vilma, dijera lo que dijese no sería fácil. Recogió el tarro con la comida con mucho cuidado, sólo faltaba que se le rompiese, salió del camarote cerrando la puerta con cuidado. Cuando había entrado en la estancia, se había enfadado al ver a sus compañeros apostando la comida del barco en una situación así, lo que no sabía es que saldría de ese mismo camarote con la comida en la mano y con la alegría de saber que ahora él, era el padre del bebé de Vilma, porque ella era la razón de su vida, la verdadera razón.

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