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  1. Enamorado

    lunes, 16 de mayo de 2011

    Para Deb, porque ella, también es especial

    Esa carta de San Pablo a los Corintios, esa carta lo resumía todo, la sabía ya, por completo, la había leído miles de veces, sin comprender apenas su significado. Ahora la entendía, ahora sabía lo que significaba.

    Pertenece a ese tipo de cosas que una vez aprendidas te acompañan durante el resto de tu vida, aunque no lo quieras, porque sabes, que son especiales. Eso era lo que era esa lectura para él, era especial.

    En su mente se dibujaban lentamente las palabras de la carta, tan verídicas tan reales. Ahora podía comprenderlas.

    “El amor es paciente, comprensivo” porque lo que él esperaba es que ella no lo odiase, esperaba y deseaba que lo considerase su amigo.

    “El amor es servicial y no tiene envidia” Siempre pensando en ella, preocupándose porque ambos estuviesen bien, velando por ellos, siempre en la lejanía.

    “El amor no es presumido ni se envanece, no procede con bajeza, ni busca su propia interés” Porque amarla no era ser egoísta, porque cuidarla y querer verla feliz no era ser egoísta, no lo era.

    “No se irrita, ni guarda rencor” porque sabía que las palabras que habían salido de sus labios no eran las mejores, pero ella estaba sufriendo al igual que todos, se habían quedado sin familia.

    “No se alegra con la injusticia, sino que se regocija con la verdad, el amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.”

    Tanto tiempo recitando esa lectura, estaba enamorado de ella, quería a Vilma.

    Y no le importaba que ella no lo quisiese a él, porque él quería su felicidad, quería su seguridad, que nada le pasase, que nada le faltase. Como aquel momento en el que había robado leche de la bodega para dársela a ellos, sabía que obraba mal pero eso no le había impedido llevársela, si así conseguía arrancarle una sonrisa.
    Porque la veía con Piti y aunque su corazón se rompía en pedazos comprendía que ella lo quería a él, que con Piti era feliz.

    Porque el amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. El amor nunca pasará.

    Estaba enamorado de ella, la amaba.

    - ¿Por qué? ¿Por qué me la mostraste, porque me dejaste sentir esto por ella? ¿Por qué Señor, por qué?!

    Dios mío, ¿Por qué haces que la ame tanto, que la desee? , te lo suplico ayúdame a olvidarla.
    Tú, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de mí, tú que quitas el pecado del mundo, impídeme amarla.
    Dame una señal Señor, sólo pido eso, una señal, ¿es demasiado pedir? Dame una señal, impídeme quererla, desearla.

    Agarró con firmeza la cadena en forma de cruz que reposaba sobre su pecho, esa que le había regalado su abuela al entrar en el seminario. Esperaba una señal, pero no la hubo, no hubo señal alguna.

    Oyó como tocaban a la puerta, Ainhoa entró en el camarote buscándolo con la mirada. El chico se secó rápidamente las pocas lágrimas que le quedaban.

    - Siento molestarte. De la Cuadra me envía, te ha puesto turno de cocina, me ha dicho que tienes que ayudarle a Salomé con la comida.

    - Por lo menos, no me ha tocado turno de letrinas – le respondió el chico con una carcajada – Por cierto, con quién me ha tocado?

    - Ah, si! Ya se me olvidaba… te ha tocado con Vilma, ahora mismo la iba a avisar. Hasta luego, que os sea leve!!

    El chico asintió con la cabeza, sonriendo. Una sonrisa que en ese momento podría haber iluminado toda una sala.

    Ainhoa cerró la puerta del camarote con suavidad. Esto de hacer de celestina se le daba de maravilla, vale, todavía le faltaba convencer a Vilma para que le cambiase el turno, pero no sería difícil, al fin y a cabo eran amigas. Y como amiga… debía de abrirle los ojos y hacerle ver lo que se estaba perdiendo, lo que ambos se estaban perdiendo. Vilma y Andrés se querían, sólo que no lo expresaban con palabras. Un pequeño empujoncito no les vendría nada mal, ¿no?

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