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  1. Cuando un hombre ama a una mujer

    jueves, 10 de noviembre de 2011


    Para Pao, que se que este beso le afecto mucho y aunque al final no sea así siempre le quedará este fic para imaginarse como pudo haber sido.


    Ahí estaba él, en qué momento había llegado a esa situación? Realmente había sido tan estúpido como para creer que todos se tragarían que de la noche a la mañana colgaba sus hábitos para pedirle una cita a Ainhoa? Estar en medio de la pista nunca fue su punto fuerte, se sentía extrañamente observado, seguro todos esperaban que de un momento a otro se rajara, nadie podía realmente creer que él, Andrés Palomares, el mismo chico que hacía nada se había declarado a la novia de su mejor amigo ahora estuviera hasta los huesos por la hija del capitán.

    Dios, qué situación tan incómoda. Cómo llegué a esto? Quería darle en las narices a Ulises, demostrarle que ella también había pasado página. Sin darse cuenta ahora estaba bailando con Palomares mientras la cabeza de Estela reposaba sobre el pecho de Ulises. Eso era lo que ella quería, lo mejor para todos; pero dolía tanto verlo ahí, y luego estaba Palomares, que podía estar pensando él? Solo había aceptado la cita por el trato con Ulises pero al final estaba ahí, jugando con los sentimientos de la única persona del Barco que no lo merecía.

    Tenía que decirle algo, Ainhoa no paraba de mirarlo y sonreírle tímidamente, era eso lo que hacían las chicas cuando bailaban? Miraban y sonreían, o solo hacen eso cuando esperan algo más? No, no puede ser. Ainhoa está enamorada de Ulises, no importa que historia se traigan entre manos con todo esto de la cita doble, no importa que ahora mismo sea Estela quien baila con él, ella lo quiere tanto como él a ella, pero claro, ahora ella pensaba que era Palomares quien esperaba algo más, después de todo se supone que él quería desesperadamente esa cita.

    - -Escucha, Ainho…

    - -A ver, Palom…

    Rompieron a reír juntos, después de eternos minutos de incómodo silencio entre ellos, se habían lanzado a hablar a la misma vez, ahora vendría el clásico, venga tú primero, no, no tú primero y eso lo haría todo más incómodo. Prefirió callar. Afortunadamente Ainhoa entendió y tomó la iniciativa.

    - -Palomares, sabes que te tengo muchísimo afecto, de veras, eres probablemente la persona más…

    - - Ainhoa, no es necesario que lo hagas, en serio. – Palomares corrió a interrumpir la ruptura de su inexistente relación – Antes de que me dejes, no hace falta que lo hagas, no sé en qué momento se me ocurrió inventarme todo esto. Eres una chica guapísima, y me alegro de hayas sido tú y no otra quien me vino a la mente pero si dejé de ser cura fue por otros motivos. Sigo enamorado de Vilma, nunca he dejado de estarlo y no creo que nunca lo haga. Y si, se que ella está con Piti y por el bien de nuestra amistad preferí dejar de lado todo lo que siento y pretender que nunca pasó. Vilma no me quiere a mí y aunque eso me duela, más me dolería pensar que ya no la tendría cerca, que ya no podría escucharla quejarse de lo bruto que es Piti o que ya ella no podría contar conmigo la próxima vez que él le haga daño. –

    Ainhoa era consciente de que lo miraba enternecida. Escuchar a un hombre decir todo aquello era estimulante, apasionante. Aquel era Palomares y ella podría perfectamente enamorarse de él, de un hombre con él que no tuvieras que preocupar más que del hecho de que todas las chicas del barco descubrieran lo perfecto que era, pero por el mismo motivo que él no la había elegido a ella, ella tampoco lo había elegido a él. Palomares seguía hablando y ella sin dejar de escucharlo miró de reojo a Ulises. Así es como se suponía que debía ser el amor, sin llantos ni desconsuelos, algo puro, algo que no envidia ni odia ni guarda rencor. Algo que te hace feliz aunque no exista, aunque no sepan que existes.

    - -Como puedes hacerlo? – le preguntó y Palomares la miró extrañado – Como puedes seguirla queriendo con esa pasión, con esa tranquilidad, con ese brillo en los ojos después de que te ha hecho daño? Ella eligió a Piti por encima de ti y eso te dolió no? te tiene que haber dolido– Palomares suspiró y le sonrió, como entendiendo que en el fondo ella no estaba hablando del todo de él. – No sientes que ya el amor no puede ser igual luego de que te hicieran daño?

    - -El amor nunca es igual, cada día va a más o a menos. La decisión es simplemente tuya. Tú elijes el camino que te hace más feliz. Tú me lo dijiste cuando me viste colgando de esa escalera. Por qué pensar en todo lo malo cuando puedes pensar en lo bueno. La vida es tan corta, un día tienes planes y al siguiente se acaba el mundo y todo cambia. Cuando mueras nadie te recordará por las cosas que no hiciste porque creíste que era lo mejor para todos, sino por las cosas que si hiciste. – Ainhoa sonrió, y su corazón empezó a latir con mucha fuerza, de momento tuvo tan clara su vida, tan claro todo lo que siempre quiso. Sabía lo que tenía que hacer, lo tenía más claro que nunca, solo pensar en lo que haría hacía que su corazón quisiera salir palpitando por la boca.

    - -Sería tan fácil si fuésemos tú y yo. Si nos hubiésemos elegido el uno al otro. No habría decisiones equivocadas ni momentos amargos.

    - -No elegimos a quien queremos, incluso cuando elegimos no querer a nadie. Ahora mismo Vilma no me ve, para ella no existo más allá del amigo fiel que siempre está con ella. Probablemente nunca me vea, pero no importa, porque cada vez que cierro los ojos los vuelvo a abrir con el miedo de que ella desaparezca y saber que todavía está ahí, y que está bien, y que es feliz, ya eso es suficiente.

    Ainhoa se acercó con sutileza al oído de Palomares y le dijo:

    - - Siempre hay una manera de que una mujer te vea, Palomares. – y mientras se alejaba sin dejar de sonreírle le susurró: Bésame

    Palomares se quedó bastante tieso, la mujeres eran raras, muy raras, podrían llegar a desafiar los límites de rareza, ni la más mínima partícula de su cuerpo quería obedecer al pedido de Ainhoa pero se sentía estúpido ahí parado, mirándola mientras ella se mostraba confiada y le sonreía. Cerró los ojos y se fue acercando al rostro de Ainhoa, él no creía en los besos inocentes, en los besos sin sentimiento, los besos venían del amor. Se sentía extrañamente raro dentro de ese cuerpo que ahora besaba a una mujer que no deseaba. Recordó el día que besó a Vilma, aquel beso le había hecho olvidar quien era y donde estaba pero ahora su mente no solo estaba en ese sitio sino que contaba los segundos para que aquel beso incómodo terminase de una vez. Con los ojos todavía cerrados sintió como Ainhoa se fue separando de él. Sentía como su propio cuerpo temblaba ligeramente, ya nada quedaba del joven cura que un día subió al Estrella Polar. Abrió los ojos poco a poco y sin que se diera cuenta fue a parar al sitio donde estaba Vilma, estaban más cerca de lo que había calculado, ella lo había visto todo. Lo miraba como nunca antes, no sabía decir si era una mirada de decepción. La música había dejado de sonar y todos los miraban. Volvió a mirar a Ainhoa y su sonrisa era más amplia que nunca. Ainhoa no estaba arrepentida de aquel beso, parecía satisfecha. Por segunda vez en la noche se acercó a su oído y le dijo: Y se hizo la luz.


  2. 1 comentarios:

    1. Paula dijo...

      Joder Lau! No había visto la dedicatoria :O Muchisisisímas gracias cielo, me encantó el fic y al final no iba tan mal encaminado, el beso me terminó gustando y todo. Tienes una visión al escribir fics, si es que lo has clavado ^^

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