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  1. Exhibicionismo

    miércoles, 23 de febrero de 2011

    Regalo para Julia

    Palomares pensó que algo raro estaba pasando, era su turno de ducha y Piti no le estaba metiendo prisa...eso era lo raro, ese hombre y dejarlo como su madre lo trajo al mundo a la hora de entrar al baño eran todo uno, así que por si acaso se agarró bien la toalla, no fuese a aparecer por detrás y a provocar su exhibiccionsmo...otra vez.

    --- Venga Padre, que es hora de ponernos guapos y a remojo- Piti apareció por detrás y le dió una palmada en la espalda, ante lo que Palomares se agarró mas a la toalla.
    --- Pero bueno...que poca confianza Padre...eso no puede ser.
    --- ¿Como me voy a fiar? Si en lo que te conozco a poco más y me tienes visto más veces desnudo que mi madre. Ramiro se les sumó en el camino al baño y asintió a las palabras de Palomares.
    --- Eso es verdad, pero míralo, se está reformando, ahora no te dejó desnudo.
    --- Estamos en mitad del pasillo, ¡era lo que le faltaba!
    --- No me dea ideas Padre...Palomares, te dejaste el champú, pasa para la habitación hombre, que tanto pensar en mi hace que te olvides de las cosas. Palomares miró y cayó en la cuenta de que Piti tenía razón, le dió su ropa a Ramiro y dió media vuelta para coger el champú. Al mismo tiempo que el cura daba la vuelta sus dos amigos compartieron una sonrisa malévola, entraron al baño y se vistieron rapidamente.
    --- Vale, en cuanto venga para aquí tu vas a la habitación, metes su ropa dentro y cierras con llave, yo le salgo al pasillo y llevo a cabo...el movimiento Piti,jejeje.
    --- Eres tan consciente como yo de que esta nos va a salir cara.
    --- Venga hombre, que es por animarnos un poco...

    Ramiro salió y se cruzó con Palomares:
    --- ¿Pero que haces ya vestido? ¡Eh! Ramiro---en cuanto giró y vio a Piti vestido también supo que sus sospechas eran ciertas--- ni se te ocurra Piti...ni se te ocurra...
    --- Lo siento Padre, bueno realmente no--- y con la misma tiró de la toalla y salió corriendo.
    --- ¡Piti!--- Palomares se tapó con las manos e iba a salir corriendo detrás de él, pero cayó en la cuenta de que estaba en mitad del pasillo con buena parte de sus compañeros mirándolo, así que cambio de idea y tiró para la habitación para vestirse, luego ya le haría algo a Piti, pero al querer abrir la puerta se encontró con que estaba cerrada.
    --- La madre que lo trajo al mundo... ¡¡¡Piti!!! Y salió corriendo por donde este se había ido, tapándose como podía.

    Mientras Piti había llegado a cubierta donde estaban las chicas tomándo el sol y esperaba a que Palomares lo encontrase manteniendo la toalla al otro lado de la barandilla.
    ---¿Y esa toalla?---preguntó Estela---no habrás vuelto a dejar a Palomares sin ella ¿no?
    --- ¿A Palomares? ¿sin toalla? ¿qué me estoy perdiendo?---preguntó intrigada Vilma sentándose.
    --- No me digas que no lo sabes, es imposible que no hayas visto uno de los desnudos de Palomares.
    --- Pues tía que quieres que te diga...no me voy fijando por ahí si Palomares se va desnudando.
    --- Eso es porque no lo has visto, sino te fijarías, que cuerpo el de el cura...---dijo Estela mientras giraba en la toalla.
    --- ¡Tía! Pero mira que eres bruta.
    --- Tu espera a ver al curita y me lo cuentas...

    Justo en ese momento llegó Ainhoa:
    --- Piti...mira que eres, Palomares acaba de encontrarse con mi tía Sálome, no sabe donde meterse el pobre.
    --- ¿Con Sálome? Y yo me lo estoy perdiendo...que duro es hacer bien las bromas. Las chicas rieron
    el comentario y en ese momento escucharón un grito que venía del club:
    --- ¡PEDRO GIRONÉS! ¿DÓNDE ESTAS?--- se abrió la puerta a cubierta y apareció Palomares, rojo como un tomate y tapándose como podía--- dame la toalla.
    --- Padre...que guapo está, debería tomar un poco el sol, esta un poco blanco en cierta parte trasera.
    --- ¡Piti! Ya está bien dame la toalla, acabo de encontrarme a Salóme, a De la Cuadra y a medio barco y Valeria me acaba de preguntar si no tengo ropa, ¡dame la toalla!

    Mientras tanto las chicas hablaban entre ellas:
    --- ¡Madre de Dios!--- fue lo que salió de la boca de Vilma en cuanto Palomares apareció así en cubierta.
    --- Nunca mejor dicho...¿te lo dije o no te lo dije?---apostilló Estela.
    --- Tú necesitas una ducha y fría--- se metió con ella Ainhoa.
    --- Estela necesitará la ducha pero como está este hombre...
    --- Cura, Vilma, no lo olvides.
    --- Será cura, pero menudo cuerpo....¿dónde estaba yo cada vez que vosotras veiais eso? Y más importante, ¿por qué ninguna me aviso? Egoístas --- mientras hablaba Vilma le pegó a Estela una colleja, ante esa frase Ainhoa no pudo evitar el ataque de risa.
    --- A ti el embarazo te pasa factura.

    Piti seguía haciendo rabiar a Palomares, poniendole la toalla a una distancia a la que el cura no llegaba sin tener que apartar las manos de donde las tenía, cosa que no estaba dispuesto a hacer ya que se había reunido un buen grupo en cubierta que reía la escena.
    --- Esta me la pagas Piti, esta me la pagas.
    --- Palomares vete a la habitación, vístete y luego yo te ayudo con este ---cometó divertido Ulises.
    --- Lo haría pero cerró la puerta, pero la parte de la ayuda la agradezco, ¿que le hacemos?
    --- Piti vas a acabar en el agua---comentó uno de sus compañeros detrás de ellos haciendo que se girasen y viesen casi 10 personas más allí, entre ellas alguna compañera disfrutando de las vistas, Vilma se levantó, cogió su toalla y se pusó delante de Palomares.
    --- Venga lurpias, que aquí no hay nada que ver, a mirar a otra parte, ¡¡fús!! ¡¡fús!!--- dijo dándole su toalla a Palomares.
    --- Gracias--- contestó él dándole un beso en la mejilla después de anudársela en torno a la cintura--- y tú, espera que ahora vuelvo vestido y te enteras--- añadió señalando a Piti.
    --- Palomares--- la voz de Vilma lo paró cuando abría la puerta--- que conste que te tape porque había mucha potrilla deseosa mirando, que salivaban como hienas, pero las vistas las estaba disfrutando.--- Ante eso el cura enrojeció más aun y se dió un golpe en la cabeza al pasar por la puerta.
    --- Tu métete con él, pero te has quedado medio lela por el beso--- comentó Ainhoa.
    --- Que me iba a quedar...lela me dejo su cuerpo, que hombre...
    --- A ti te pasa algo con él...

    Mientras las chicas seguían hablando Piti y Ramiro que ya había llegado intentaban adelantarse a los planes de Palomares, cuando este volvió a cubierta él y Ulises echarón a correr detrás de los otros dos para echarlos al agua. Ainhoa, Vilma y Estela se levantaron para seguirlos y ver en que acababa la cosa y la última dio por acabada la conversación diciendo:
    --- Sí, ya seguiremos discutiendo si Vilma lo mira con ojitos o no, pero el caso es que cuando yo dije que el curita estaba bueno, me tomaron por loca y ahora...
    Riendo llegarón donde estaban los chicos, Ramiro ya estaba en el agua y Piti a punto de seguirlo, dijo a la desesperada:
    --- Palomares, que eres cura, un poco de caridad cristina.
    --- En ese caso...perdona padre porque he pecado --- fue la respuesta de Palomares antes de lanzar a Piti al agua, provocando las risas del resto de sus amigos, se giró y vió a Vilma riendo, al mirarla se ruborizó de nuevo al pensar en el comentario que ella había hecho antes, pero le devolvió la sonrisa, viendo que ahora era ella la que se ruborizaba y apartaba la mirada, eso también era raro, pero ese raro le gustaba.

  2. Vale, tenía un problema, esto tenía que ser culpa de las hormonas pero no quitaba que llevase casi 40 minutos llorando desconsolada encerrada en el camarote, era el enésimo pañuelo que gastaba y no tenía pinta de ir a parar, y todo por una conversación con una niña de 5 años, lo único que Valeria le había preguntado era si el padre de su bebé estaba allí en el barco y ella no había podido evitar echarse a llorar.

    Su bebé no había sido fruto de un gran amor, más bien de una gran cagada pero eso ahora no importaba, estaba segura de tener a su niño, eso no lo dudaba, era lo otro lo que la preocupaba.
    No había gran historia, no había príncipe escondido, no había hombre que la fuese a coger de la mano cuando diese a luz, nadie que compartiese con ella esas primeras noches sin dormir, que le dijese que la quería y lo guapa que estaba cuando fuese un globo embarazado de 8 meses. Nadie a quien dedicarle una sonrisa de complicidad cuando su niño aprendiese a andar, nadie que fuese a ayudarla cuando dentro de muchos años tuviese que darle la charla...era una mujer joven, fuerte e indipendiente, se sabía capaz de cuidar de su bebé, eso no la asustaba, pero le dolía, no le hacía falta un hombre ni mucho menos, se jactaba de ser autosufiente, ¿por qué para ella no existía el amor?

    Y es que estaba sola, al menos en ese sentido...no había nadie que estuviese pendiente de sus pasos por si se mareaba, nadie que le sujetase el pelo cuando vomitaba, nadie que se quedase con ella en la enfermería cuando se ponía mal y la distrajese parloteando, nadie que pudiese haberse ido con ella al hospital mientras luchaba por la vida de su bebé. En definitiva, nadie que la cogiese de la mano para darle fuerza cuando la necesitaba.
    Nadie con quien compartir la emoción de las primeras ecografías, nadie para darle su postre cuando se le antojaba, nadie que le riñese por hacer cosas que al bebé no le convenían, nadie que fuese su otra mitad, su pareja, nadie dispuesto a luchar por ella y en quien ella pudiese pensar por las noches al quedarse dormida...y de repente pensando en todo eso que no tenía se dio cuenta de que sí que tenía un problema, pero no el que ella pensaba, era uno más grande; estaba equivocada, no había pasado esos momentos sola y según le puso cara a la persona que la acompañaba siempre supo que estaba metida en un lio, se sentó en la cama, y dijo en voz alta:
    --- La madre que me parió...estoy enamorada de Palomares.

    En ese momento petaron, así que se seco las lágrimas y se adecento, luego se enfrentaría a sus propios sentimientos...aunque de esta no la sacaba ni Dios pensó con amargura,cuando la puerta se abrió fue el mismo Palomares quien entró:
    --- ¿Estabas durmiendo? Entonces vuelvo más tarde, descansa.
    --- No, no tranquilo, entra. --- "Y justo viene él, que suerte la mía, y con lo guapo que está hoy...¿Pero en que estoy pensando?---Solo me había echado un rato, ya sabes, prescripción facultativa,jeje.
    --- Pero si te hace falta descansar vengo luego, no pasa nada, tu descansa hasta la cena, ya te aviso yo o te la traemos a la habitación...
    --- Palomares que estoy bien, dime, ¿qué querías? ---"cálmate, cálmate, no llevas Enamorada del cura escrito en la frente, es que se preocupa tanto...siempre está pendiente de mi, Vilma que te está hablando y tu aquí idiotizada"
    --- ¿Seguro? Bueno pues si estás bien ven conmigo, ya verás, espera, yo te ayudo a levantarte. --- Palomares sonreía como un niño en Navidad y Vilma se echó a reír al ver su emoción.
    --- ¿Y a ti que te pasa? ¿Construiste una catedral en la sala de máquinas y tengo el honor de ir a la primera misa?--- "Genial Vilma, no podías hacer un chiste peor, relájate o va a pensar que te pasa algo"
    --- No, esto es mejor. ---dijo él después de reir ante su comentario- Cierra los ojos y dame la mano.
    --- ¿Qué pasa?--- "Vilma respira, que no va a llevarte a declararte su amor a cubierta, la que está enagenada eres tú, no él, que está aquí tan tranquilo sin saber todas las barbaridades que se te están ocurriendo y que tienen que ver con la sala de máquinas. Malditas hormonas, podías no hacerle esto a mamá" pensó mientras se llevaba la mano a la barriga ya algo abultada.
    --- Venga Vilma, que no voy a tirarte por la borda. ¿Te acuerdas de que dijiste que no tenías una cuna?-- Vilma asintió y Palomares se acercó a ella mirándola directamente a los ojos---Pues ya veras que hemos hecho, pero tienes que cerrar los ojos y confiar en mi; seguro que a él tambien le hace ilusión y quiere venir ¿a que sí?---lo último lo dijo poniendo su mano encima de la de ella en su vientre.

    --- Claro que confió en ti--- se estaba perdiendo de mala manera en sus ojos, la manera en que la miraba era tan dulce, se preocupaba tanto por ella, y también por su hijo, claro que confiaba en él, demasiado...así que bajó la mirada e intentó esconderse en su coraza---pero más te vale que no tropiece o te ostio.
    --- Las hostias se supone que son mi especialidad ¿no?---Vilma no pudo evitar echarse a reír con ganas, cerró los ojos y se agarró a su mano, definitivamente tenía un problema muy grande.

  3. ---Palomares...Palomares...¡Palomares!
    Palomares despertó de pronto y se levantó de un salto, a su lado estaba Julia zarandeándolo suavemente para que despertase.
    --- Estoy despierto, ¿que pasa? ¿es el bebé? ¿necesitan algo? ¿Vilma sigue bien?--- la retahila de preguntas salio de su boca sin dar tiempo a que Julia contestase a una sola de ellas y no pudo evitar una sonrisa al ver el estado en el que se encontraba el cura.
    --- Están bien, pero sigue dormida y va a seguir así un buen rato, así que vete a ducharte y cena algo, luego vuelves.
    --- No hace falta de verdad, si estoy bien; solo me quede dormido un minuto pero ya estoy despejado, yo me quedo aquí tu vete a descansar Julia.--- A la vez que hablaba se sentó bien en la silla, y comprobo que Vilma seguía durmiendo tranquila y le coloco un mechón de pelo detrás de la oreja.
    --- Palomares llevas toda la tarde en esa silla, es normal que te quedes dormido, date una ducha, despeja, yo me quedo aquí, y cualquier cambio te aviso. En ese momento se abrió la puerta de la enfermería y entro Ainhoa.
    --- Vete anda, yo me quedo también.
    --- De acuerdo, como algo, me ducho y vengo, cualquier cosa...---mientras hablaba se puso en pie y soltó la mano de Vilma, agachándose para darle un beso en la frente.
    --- Que si, mandaré a alguien a avisarte-Ya casi estaba en la puerta cuando giró:
    --- Pero y si despierta...
    --- ¡Palomares que vayas a cenar!
    La puerta se cerró y Ainhoa se echo a reir mientras Julia divertida negaba con la cabeza.
    --- Lleva aquí toda la tarde ¿no?
    --- Toda la tarde sí, ya ni se me ocurre decirle que se vaya a dormir a su camarote.
    --- No lo hagas, no te hará caso; quise quedarme a la hora de la comida y no hubo manera.
    --- Vamos a tener que traer un colchon para él, ya no se como decirle que esta bien, he llegado a poner el ecógrafo para que oyese el latido del bebé, pero nada.
    --- ¿Entonces por qué no despertó aún?
    --- Antes despertó un par de minutos pero aún tenía dolores así que le puse un sedante muy fuerte, para evitar cualquier problema, despertará en una hora o así,pero creeme Ainhoa, ahora mismo no hay peligro; fue solo un buen susto.
    La chica asintió con la cabeza y le habló a Vilma:
    --- Despierta pronto, que nos preocupaste a todos, además, eres la única capaz de calmar a Palomares. Julia asintió con la cabeza y se sentó al lado de Ainhoa a mirar unos papeles.

    Mientras tanto Palomaras había pasado por la cocina donde había cenado dos bocados con Sálome y Burbuja y despues de asegurar a este que el bebé estaba en perfectas condiciones y que en unos cuantos meses estaría allí para jugar con él se fue a las duchas, abrió el agua caliente y se metió debajo para intentar despejarse y aclarar su mente, según el agua iba empapándolo rompió a llorar, era culpa suya, lo que Vilma necesitaba era tranquilidad y el había provocado todo lo contrario, daba igual que Julia le dijese que era normal en su estado, era culpa suya, y nadie podía convencerlo de lo contrario, desesperado le pegó un puñetazo a la pared:
    --- ¡Joder! ¡¡Joder!! ¡¡Joder!! ¿Qué me esta pasando?
    Justo en ese momento Piti entro al baño:
    --- ¿Ei tío, estás bien?
    --- Sí, sí, en un rato salgo.
    --- Vale, te espero en la enfermería.---Piti no dijo nada más y cerró la puerta, Palomares no estaba bien, pero él no sabía como ayudarlo.

    Después de que Piti entrase al baño entró mas gente así que Palomares había acabado en cubierta, al menos allí estaba tranquilo y podía pensar. "A ver Andrés...centrate, eres cura, cura, sacerdote, tu quisiste ir al seminario, tu decidiste este camino para ti. Sí, pero eso era antes, antes del fin del mundo, antes de...antes de ella. Las cosas han cambiando, todo ha cambiado, nada es como antes, quizás por eso me siento así, en otras condiciones no me pasaría esto con ella...Es eso, por muy cura que sea esta situación que estamos viviendo afecta a cualquiera; he perdido a toda mi familia y necesitaba sentirme cercano a alguien, que no estaba solo...eso es, por eso me pasa lo que me pasa con ella, no por otra cosa, tengo que centrarme y ya lo hablé con ella, es mi amiga, nada más que una gran amiga, como una hermana a la que quiero. Eso. Ya estuve enamorado una vez y mi fe estuvo por encima, esto no es lo que sentía por María...y tanto que no lo es, es completamente distinto, es más, es necesitar saber donde está en todo momento, es necesitar saber que está bien antes de irme a dormir cada noche, es necesitar que sepa que no esta sola, que me tiene a mi. Que no, es como una hermana, ya llegué a esa conclusión. Tengo que dejar de plantearme esto, no puedo seguir dudando" Sus manos se aferraban fuertemente a la barandilla a la que le dio una patada.

    --- ¿Pero a quien narices pretendo engañar?---se preguntó a si mismo en voz alta. "Ni fin del mundo ni nada, siento lo que siento y no puedo negarlo, tengo que dejar de buscar excusas, estoy enamorado de Vilma. Me he enamorado de Vilma. Me he enamorado de ella y no porque seamos los únicos habitantes del planeta ni porque la situación sea desconcertante, me he enamorado de ella porque nunca había conocido a una mujer así, desde el primer momento en que la vi algo que no debía se movió en mi, desde el primer momento me preocupe por ella como por nadie más, y esto cada vez se hace más grande, ya no me llega con estar a su lado como un amigo, cada vez que me mirá tengo ganas de besarla...no puedo seguir negándomelo a mi mismo, ni a ella...por muy cura que sea...esto es más fuerte, la quiero a ella por encima de todo y negarlo no está haciendo ningún bien"
    Entonces recordó porque se sentía culpable, el beso, ese beso que no debían haberse dado hace dos noches cuando la encontró en la cocina porque no podía dormir, hablando como siempre, contándose cosas que no contarían a nadie, ese beso...un leve roce en el primer momento y después desesperado; ese beso que el había querido negar, que lo había hecho mantenerse distanciado de ella, ese beso que los había hecho discutir...y recordó todo lo que habían pasado hasta ese momento, cada frase, cada momento, cada mirada, cada sonrisa...recordó las frases que habían hecho daño: "Si hice algo que te hizo pensar que había algo más que amistad lo siento, pero igualmente te ayudaré en lo que sea" "Si yo solita hice todo esto, yo solita voy a arreglarlo, no necesito tu puta condescendencia" y recordó la última frase que Vilma había dicho antes de desmayarse, cuando la discusión ya había acabado y habían quedado como amigos..."Estoy viviendo el puto fin del mundo, preñada y enamorada hasta las trancas de un cura...lo mio es joderla a lo grande ¿eh?" y esa sonrisa que le había dedicado pero que no llegaba a sus ojos y había hecho que a él se le viniese el mundo encima. Y se dio cuenta, no tenía que tomar una decisión, sabía lo que quería, metio la mano en el bolsillo y en ese momento escuchó a Piti detrás de él.
    --- Padre deja de procuparte y ven, que Vilma se está despertando. Aviso a Estela y Ramiro y bajamos.
    Palomares sonrió y sintió como un sentimiento de alivio lo recorría, acababa de hacerse una promesa a si mismo, más fuerte que ninguna de las que podía haber hecho nunca, más fuerte que la que hizo en el seminario, estaba enamorado de Vilma y se acababa de prometer vivir lo que sentía, no dejarla escapar y hacerla feliz, tener una familia con ella, no iba a renunciar a ello. Antes de bajar abrió la mano y tiró el alzacuellos al mar.

  4. Escuché unos pasos al otro lado de la rejilla, lentos, pausados, como si su dueño pisase el suelo con delicadeza. A esa hora ya no esperaba encontrarme a nadie, pero la curiosidad por saber quién era me empujó a permanecer dentro del cubículo. Al otro lado, la persona que había acudido a mí se colocó de rodillas y su voz me llegó en forma de murmullo.
    Ave María Purísima.
    Era la voz de la persona que menos esperaba: Vilma. Superando la extrañeza inicial me apresuré a contestarle.
    Sin pecado concebida. ¿Qué te trae por aquí?
    He pecado, Padre. —La suavidad con la que lo dijo me hizo tragar saliva. Vilma no solía utilizar ese tono de voz, y cada vez me parecía más extraño que estuviese aquí. A excepción de Gamboa, ella era la única de la tripulación que no había visitado todavía el confesionario.
    Supongo que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te confesaste —le contesté. Intenté que no sonase como un reproche o un sermón. —Adelante, cuéntame el pecado que te ha hecho decidirte a venir.
    Desde el otro lado de la rejilla escuché su respiración levemente agitada, y juraría que podía incluso notar el calor que desprendía su cuerpo. A pesar de que no podía verla, me la imaginé allí de rodillas, con el pelo recogido en un moño y la camiseta blanca del uniforme ciñéndose a su cuerpo. Sacudí la cabeza por lo que estaba pensando. No era apropiado, y menos en aquel lugar. La voz de Vilma, esta vez en un tono mucho más ronco, me sacó de mis pensamientos.
    He tenido sueños húmedos, Padre.
    No estaba seguro de si esperaba esa respuesta o no. De lo que sí estaba seguro era de que no estaba preparado para ella. El calor que percibía aumentó, pero esta vez provenía de mi propio cuerpo. Me estaban sudando las manos y por un momento la mente se me nubló impidiéndome pensar. Necesitaba serenarme para poder seguir hablando con ella, y lo peor era que esto no debía estar pasándome. Recordé lo que me solía decir el Padre Damián mis primeros días en el seminario: “No debes sucumbir a las tentaciones de la carne”. Así sonaba muy fácil... Tragué saliva por segunda vez esa noche y por fin conseguí articular palabra, aunque no fue un gran avance.
    ¿Sueños... húmedos?
    Sí. Pero eso no es lo peor. Lo peor es precisamente con quién los he tenido. —Si no estaba preparado para lo anterior, para esto lo estaba mucho menos. Lo que menos que necesitaba en ese momento era que la chica entrase en detalles sobre el protagonista de sus sueños.
    Vilma, con quien hayas tenido los sueños no es relevante. El pecado está hecho de cualquier modo y...
    He soñado con usted, Padre. —No pude acabar la frase porque me interrumpió. De todas formas, después del último comentario no hubiese podido continuarla. Las mejillas comenzaron a arderme y mi respiración se disparó sin que nadie pudiese controlarlo.
    ¿Con...conmigo? —Mi pregunta fue casi un susurro y la respuesta de ella no aumentó de volumen, por lo que tuvimos que acercarnos más a la rejilla para poder escuchar lo que decía el otro.
    Con usted. Estábamos en la enfermería, y lo hacíamos encima del escritorio de la doctora Wilson. Salvajemente.
    Demasiado. Mi mente no podía soportar lo que me estaba diciendo, y mi cuerpo todavía menos.
    Vilma...
    Ella no contestó. Sólo escuché cómo se levantaba rápidamente y daba la vuelta hacia el otro lado del confesionario. Abrió la puerta de golpe y entró al cubículo donde yo estaba, y nuestros cuerpos se acercaron peligrosamente debido a la estrechez del lugar en el que nos encontrábamos. Con mirarla un momento a los ojos me bastó para ver el fuego que llameaba en ellos.
    Andrés... Esto ahora mismo no lo necesitas. —Me arrancó el alzacuellos de un tirón y lo dejó caer al suelo. Y me gustó. Pero lo que me gustó más aún fue lo que hizo a continuación.
    Vilma me cogió de la nuca y estampó sus labios contra los míos. Los estampó, literalmente, con una fiereza que consiguió encenderme más aún si es que eso era posible. Mi mente estaba nublada por el deseo y respondí a su beso sin pensarlo agarrándola posesivamente de la cintura. Nuestros labios se amoldaban de forma perfecta como si los hubiesen cincelado a medida, igual que cincelaron a medida los labios de Adán y Eva el sexto día de la creación. Sentía el aliento de Vilma dentro de mi boca, dulzón, y pensar en lo que estaba compartiendo con ella me erizaba el vello de la nuca.
    Sin poder controlar lo que hacía mis manos se perdieron bajo la camiseta de ella, acariciando todo a su paso. La suave piel de su espalda. Su columna vertebral. La curva de su cintura. Hacía mucho tiempo que no tocaba así a una mujer, pero sin duda era infinítamente mejor de lo que recordaba. Su olor, los suspiros que salían de su boca cuando nos teníamos que separar para respirar, el tacto de su cuerpo... Definitivamente me estaba volviendo loco. Nuestras respiraciones acompasadas me estaban volviendo loco.
    Vilma dejó mis labios y se lanzó a mi cuello mientras jugueteaba con los botones de mi camisa. Era irónico. Esa camisa había sido diseñada para un sacerdote, para dar la misa con ella, y ahora estaba siendo profanada por los dedos ardientes de una mujer dentro de un confesionario. Lo más extraño era que no me importaba. Deseaba que Vilma siguiese jugando con los botones de mi camisa hasta hacerlos desaparecer. Como si me hubiese leído el pensamiento comenzó a desabotonarlos lentamente, haciéndome sufrir como nunca. Sin poder soportarlo más mis dedos relevaron los suyos y empezaron a soltar cada botón con mayor rapidez.
    Parece que alguien está ansioso...
    Su voz traviesa sonó de una forma tan seductora que no pude evitar que un suspiro escapase de mi boca. La lujuria corría por mis venas y no me importaban ni ella ni los otros seis pecados. No mientras Vilma succionaba mi cuello de esa forma...

    Abrí los ojos y me incorporé rápidamente con un gemido. En la oscuridad de mi camarote, me di cuenta de que todo había sido un sueño. Piti se dio la vuelta en su cama y me lanzó un almohadón.
    Padre, controle lo que sueña, que Dios ve todo lo que hacemos. Hasta lo que soñamos.
    ¿Qué pasa? —La voz soñolienta de Ramiro llegó desde el otro lado de la habitación.
    Aquí el curita, que por los ruidos que hacía estaba soñando algo bastante subidito de tono.
    Piti, vuelve a dormir.
    Claro, Padre. Usted siga con lo que estaba haciendo, mañana me cuenta. —Soltó una pequeña carcajada y se dio la vuelta para seguir durmiendo.
    Todavía no terminaba de entender lo que había soñado. Había sido tan real, tan vívido. Parecía que todavía sentía la respiración de Vilma en mi cuello... Sacudí la cabeza para ahuyentar esos pensamientos de mi mente y me arropé con las sábanas dispuesto a dormir, aunque estaba seguro que esa noche no volvería a conciliar el sueño. En ese barco, yo no tenía con quien confesarme.

  5. Tras el capítulo 5. Para Julia

    Apoyado en la barandilla de cubierta, Andrés Palomares le dio una calada a su cigarrillo. No acostumbraba a fumar, y lo cierto era que a lo largo de su vida se habría fumado no más de dos o tres cigarrillos. Pero ahora sentía que lo necesitaba. Con la luna sobre su cabeza inspiró fuertemente hasta que sus pulmones se llenaron con la brisa marina y profirió un leve suspiro. A pesar de que la zona en la que él se encontraba estaba ya despejada, aún quedaban restos en la proa del desastre que habían provocado los pájaros. Por un momento había pensado que no iban a salir de esa, que había llegado su final. No había podido evitar que las palabras de Estela despertasen una duda en él.
    Pensó en ella. Probablemente no había pisado una iglesia en mucho tiempo, y ahora estaba convencida de ser víctima de un castigo divino. Pero Dios no castiga. Dios premia. Tenía que ser así, ¿no? Tragó saliva para intentar deshacer el nudo que se le había formado en la garganta. Por un momento su mente le había contestado “no”. Por eso estaba en cubierta y no en la capilla que había construido con sus propias manos en la sala de máquinas. Necesitaba aire, y sentado junto a aquella cruz se estaba ahogando. El alzacuellos que todavía llevaba puesto le estaba ahogando.
    Se acabó el cigarrillo y lo apagó en la barandilla. Con una última mirada a la luna se dio la vuelta y entró al interior del barco, decidido a intentar conciliar el sueño, pero no llegó a su camarote: Vilma salió corriendo por el pasillo en dirección al baño. Sin pensarlo se apresuró a seguirla y la encontró encogida sobre el retrete. Y de nuevo sin pensarlo, se acercó y le sujetó el pelo mientras terminaba de vomitar.
    Gracias. —susurró ella mientras se acercaba al lavabo a enjuagarse la boca. —Normalmente las naúseas las tengo por la mañana, pero parece que hoy se han adelantado.
    Palomares sonrió y se apoyó en la pared mirando cómo ella se colocaba el pelo mirándose al espejo, pero no dijo nada.
    ¿Qué miras tanto? —preguntó Vilma. Se había acercado a él y ahora estaban el uno frente al otro.
    A ti. —Palomares le dirigió una mirada pícara. —¿Es que no puedo mirarte?
    Vilma no pudo evitar sonrojarse y bajó la mirada. ¿Eso ha sido una mirada pícara? Malditas hormonas, pensó. Sumida en su vergüenza decidió no contestarle y cambiar de tema.
    ¿Sabes? Hoy Piti se ha decidido a ser el padre de mi hijo. —A Palomares se le borró la sonrisa, pero se esforzó por volver a colocarla en su cara, aunque no le llegó a los ojos. Recordaba perfectamente la conversación con Piti, en especial lo de saltarse el folleteo, pero no pensaba comentárselo a Vilma. —Me dijo que iba a levantarse a las cuatro de la mañana a darle el biberón y que iba a cambiarle los pañales siete veces al día. Y sin embargo, el que está aquí conmigo ayudándome con las naúseas eres tú.
    Para cuidar de ti o de tu bebé no hace falta ser el padre de tu hijo, Vilma.
    Por aquello de la caridad cristiana, ¿no? —La risa de Vilma inundó la mente de Palomares. Sin saber por qué, se acordó de un cuadro que había en el salón de su casa. Un cuadro protagonizado por ángeles.
    Por aquello de la amistad.
    Sin poder aguantarlo un segundo más, el chico se quitó el alzacuellos y lo guardó en su bolsillo. Vilma se acercó a él con los ojos brillantes y le dio un beso en la mejilla. Se quedaron un minuto callados, sin saber qué decir, hasta que ella volvió a hablar.
    Bueno, es tarde. Supongo que deberíamos ir a dormir, si no mañana no seremos capaces de seguir limpiando lo que queda en cubierta.
    Creo que tienes razón. Mañana nos espera un día muy largo. Buenas noches Vilma.
    Buenas noches Andrés.
    Palomares salió del baño en dirección a su camarote mientras Vilma se miraba una vez más en el espejo. Cuando ella se dispuso a marcharse vio que había algo en el suelo, el alzacuellos de Andrés, y se agachó a recogerlo. Pensó que el Palomares que había visto esa noche no se parecía al que ya conocía. Tal vez, mañana le devolvería el alzacuellos. Sólo tal vez, porque ese Palomares le había gustado mucho más.


    Cuando el chico entró en su camarote dispuesto a meterse en la cama vio algo en la mesilla de Piti que antes no estaba ahí. Un kiwi. No sabía por qué, pero esa noche tenía apetito, así que lo cogió. Mientras le daba un mordisco, no pudo evitar preguntarse por qué sentía la necesidad de cuidar de Vilma. Por un momento dejó de respirar, y casi se atragantó, porque no se le había contestado su razón. Ni siquiera su fe. Le había contestado su corazón.

  6. Tras el capítulo 4

    Cuando recuperé la consciencia noté que estaba recostada sobre algo blando, un poco inestable. Sin entender lo que pasaba, tuve la mala idea de abrir los ojos de golpe, y lo único que conseguí fue que la cabeza me diese vueltas. Poco a poco pude enfocar la mirada y me encontré con los ojos de Julia clavados en los míos. Estaba en la enfermería.
    —Julia... ¿Qué me ha pasado?
    —Tranquila. —Se acercó al monitor que tenía enfrente—. Te has desmayado. Has tenido una bajada de tensión, pero no te preocupes, estás bien. Estáis bien.
    Todavía me encontraba mareada, pero poco a poco los últimos recuerdos fueron llegando a mi mente. Había ido al camarote de los chicos para pedirle a Piti un cigarrillo pero estaba vacío, así que me di la vuelta para volver a mi habitación y... todo se volvió negro. Y ahora me encontraba en la enfermería.
    Era extraño. Había pasado mucho tiempo allí desde que embarcamos, demasiado, pero esta vez me sentía peor, como si me faltase algo. Intenté recordar las horas que había estado sobre esa camilla, y entonces lo comprendí. Había algo que había tenido las otras veces y que me había calmado más de lo que me di cuenta en aquel momento. Me faltaba la mano de Palomares sujetando la mía.
    Julia me volvió a mirar, y como si me hubiese leído el pensamiento me habló de nuevo.
    —Te ha traído Palomares. Lo he mandado a por sábanas limpias, pero con lo preocupado que estaba no creo que tarde en volver.
    Me sonrió de forma cómplice y en ese momento un rubio entró por la puerta. Palomares dejó las sábanas en la mesa de Julia y se acercó corriendo a la camilla.
    —¿Estás bien? —Me cogió la mano y la colocó entre las suyas, como si así pudiese protegerme de todo lo malo que se nos venía encima. No pude evitar que una sonrisa saltara a mi rostro.
    —Ahora sí.
    Una sonrisa aún más grande que la mía se formó en sus labios, provocando que mis mejillas comenzasen a arder. Giré la cabeza para buscar a Julia con la mirada, pero se había ido discretamente. Nos había dejado solos. Volví a clavar mis ojos en los de Palomares cuando escuché de nuevo su voz.
    —Me has dado un susto de muerte. Cuando entré en mi camarote te vi ahí, en el suelo, sin moverte. ¿Qué hacías tú sola en nuestra habitación, Vilma?
    Suspiré porque sabía que mi respuesta no le iba a gustar, pero decidí decirle la verdad. Al fin y al cabo se lo merecía.
    —Quería pedirle a Piti un cigarro.
    Frunció el ceño con expresión de disgusto y se pasó la mano por el pelo. Ahora es cuando venía el enésimo sermón... pero su respuesta me sorprendió.
    —No te voy a volver a echar la bronca, Vilma. Sé perfectamente que no vas a ser mi Virgen María ni nada por el estilo. Pero sólo te pido que dejes de lado tus miedos y pienses por una vez con tu corazón. Estamos solos, atrapados en un barco que no sabemos si llegará a tierra alguna vez. Y sé que ésta no es la mejor situación para pensar en traer a un niño al mundo, pero a veces las cosas que no pedimos son las que más felices nos hacen después.
    Sus palabras fueron como un puño que me apretó ligeramente el corazón, y me pregunté cómo un sacerdote podía entender tan bien sentimientos como el amor o el instinto maternal. Sin duda Palomares guardaba más cosas dentro de las que cualquiera de nosotros hubiese imaginado. Le sonreí y asentí levemente dándole las gracias.
    —Andrés... ¿De dónde te viene la vocación de sacerdote? —Parece que la pregunta le pilló por sorpresa, y por la cara que puso me arrepentí de haberla hecho al instante. —Lo siento, no debería meterme en lo que no me llaman. No tienes que contestar.
    —No, tranquila. Si no es nada especial. Hace casi seis años hice un viaje de voluntariado a Honduras con la parroquia que me hizo cuestionarme qué era lo mejor que podía hacer con mi vida. Hasta entonces no había tenido vocación, estaba estudiando ADE y llevaba tres años saliendo con mi chica, María. Pero cuando volví nuestra relación se enfrió y sentí que debía ayudar a los demás. Por eso entré en el seminario.
    Cuando acabó de hablar me sonrió, pero por el brillo de sus ojos supe que no era una sonrisa sincera. Debía haber sido muy duro para él acabar con una relación de tres años. Ahora comprendía por qué Palomares podía entender tan bien el amor, porque sin duda él lo había sentido. Algo se agitó en mi interior. Envidia. Envidia porque yo en mi vida había sentido amor y él, un cura, sí lo había hecho. Y envidia porque nadie me lo había profesado nunca.
    —Eres una gran persona, Palomares. Nunca lo olvides.
    No sé quién se sorprendió más de que unas palabras así saliesen de mis labios, si él o yo. Pero sacudió la cabeza con una sonrisa y cogió una silla que estaba en el rincón para colocarla junto a la camilla.
    —Basta de charlas, es muy tarde y ahora tienes que descansar. Y no voy a aceptar un no por respuesta. —Se acercó a mí y me dio un beso en la frente. —Buenas noches, Vilma.
    —Buenas noches. —Froté levemente mi estómago con una sonrisa en la cara y cerré los ojos. Hoy, por primera vez desde hacía mucho tiempo, me sentía completa.



  7. Vilma giró mientras dormía y le buscó en la cama para acercarse más a él pero no lo encontraba, extendió el brazo y nada, así que abrió los ojos y se incorporó buscando en la habitación, al encontrarla desierta y darse cuenta de lo que pasaba rió, en ese mismo momento se abrió la puerta y entró Palomares meciendo al niño que iba perfectamente envuelto en dos mantas.
    --- Por fin vuelven mis chicos.
    --- Y yo que no quería despertarte--- le dijo él mientras se sentaba y le daba un beso.
    --- No te preocupes, este enano me tiene programada para despertar sobre esta hora--- mientras hablaba cogió al bebé que se había espabilado al reconocer la voz de su madre --- Hola glotón, ¿qué? ¿con hambre en mitad de la madrugada?
    --- Y tanto que tenía hambre---contestó Palomares mientras entraba al baño- pero preferimos no despertar a mamá y tirar de biberón, es que ni él ni yo queríamos aguantar tu mal humor por la mañana,je. A la vez que la puerta del baño se cerraba la almohada se estampó contra ella.

    --- Mal humor dice...¿Y tú que haces entre tanta manta? Tu padre te quita por ahí como si fueses un rollito de primavera--- el niño reía mientras Vilma le hacía cosquillas en la tripa- aunque yo creo que son sus reminiscencias de castidad, míralo, él sale todo vestido para llevarte a la cocina...
    --- Solo me puse los pantalones y porque hace frío, que por eso le puse dos mantas y tu---dijo mientras se metía debajo de la ropa y tiraba de la colcha para taparla bien a ella---eres una persona que lleva muy mal que se metan con su mal humor. Según acabo la frase ella le golpeó otra vez en el brazo--- Y además eres muy violenta he de añadir, así luego este reclama la comida a voz en grito, sacó tu carácter.
    --- ¡Pero bueno! ¿Qué pasa? ¿Que de mi saca todo lo malo? Hay q jode...fastidiarse.
    --- Claro...y de mi las buenas costumbres--- siguió picándola--- mira que tranquilito duerme--- mientras lo decía señalaba al niño que se había quedado dormido en su pecho mientras Vilma le acariciaba la espalda.
    --- Claro, claro, esperemos que no coja todas tus costumbres o tenemos entre nosotros al primer pastor del nuevo mundo---masculló Vilma mientras se acomodaba a su lado, apoyó la cabeza también en su hombro mientras miraba para su hijo y él la abrazó con su brazo izquierdo mientras la mano derecha se sumaba a la de ella en la espalda del niño para evitar que resbalase. Palomares casi se había vuelto a dormir cuando la escuchó:

    ---Andrés...
    --- ¿Qué pasa?---le preguntó acariciando su espalda.
    --- No se si soy una buena madre...Déjame acabar---lo cortó al ver que iba a interrumpirla--- míralo, no tiene chupetes, sus dos únicos biberones son de muñecas de Valeria, su cuna son dos cajas de la doctora Wilson que arreglasteis....y sé que hacemos todo lo posible para que sea un niño feliz, y lo es--- esto lo añadió sonriendo al ver como el niño dormía placidamente con una manita metida en la boca--- pero me siento mal porque a veces me alegro de que las cosas sean así, porque sino no te tendría a ti.
    --- Vilma a mi me tendrías igual---le dijo mientras la obligaba a mirarlo.
    --- ¿Ah sí? ¿Te habrías enamorado de mi en dos meses? O menos, porque en condiciones normales yo habría acabado en un hospital en puerto a los dos días.
    --- Y yo te habría acompañado, te lo dije, que iba a estar contigo como si fuese tu San José---Vilma abrió la boca dispuesta a protestar pero Palomares no la dejó--- ahora me dejas acabar a mi, nos habría costado más o menos, hubiera sido más o menos difícil pero Vilma, yo me estaba enamorando de ti a los dos días, no pude evitarlo, y lo intente, lo sabes, pero lo que siento por ti es más fuerte que cualquier otra cosa. No quiero, ni querría estar en otro sitio que no fuese con vosotros dos, sois mi familia. Me lo diste todo, me diste tu corazón y a un hijo; siempre acabaría por elegirte a ti, por elegiros. Vilma sonrió con los ojos llenos de lágrimas y lo besó.
    --- Mira que eres ñoño a veces---rió volviendo a apoyarse en él.
    --- Lo que tu quieras, pero estas enamorada del ñoño.
    --- Calla, que arruinas mi reputación.

    Palomares rió y le dio un beso en la frente mientras la pegaba más a él y se aseguraba de tener al niño bien sujeto, Vilma los miró un momento antes de cerrar los ojos y pensó en lo paradójica que era la vida a veces, hacía poco más de un año el mundo había acabado, y ahora su mundo, todo su mundo estaba en ese camarote, cerró los ojos y sabiendo que él aun no dormía murmuró antes de quedarse dormida ella:
    ---Yo también te quiero.