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  1. El valor de lo que callo

    viernes, 13 de mayo de 2011

    "Nunca vas a llegar a leer esta carta, cuento con ello, por eso la escribo.
    Ya que me puse a ello debería escribirle a él, pero es más fácil si lo hago así, al menos para mí, es una chorrada ya que ninguno de los dos vais a leer esto, pero bueno...yo estoy más cómoda así; es que no puedo reconocerlo ante él, no puedo, aunque sea en un papel que nunca llegará a caer en sus manos...ni siquiera se porqué me justifico, solo yo voy a saber lo que pone aquí.

    Mañana nos vamos a vivir juntos, tú y yo, aunque no sé yo si lo de "vivir juntos" es un término acertado, en este barco ya vivimos todos juntos, así que seguramente sea más correcto decir que nos vamos a compartir un camarote; el caso es que nos confirmamos como pareja, como familia, por muy difícil que pareciese, por muchas broncas que hayamos tenido, que los dos sabemos que no han sido pocas, por mucho que al principio pareciese la idea más descabellada del mundo. Tú y yo juntos, tú, yo y este una vez que esté con nosotros.
    Debería estar contenta, emocionada, dar saltos o algo por el estilo, lo sé, pero estoy lejos de eso, ahora mismo me parezco más a Noa acarreando su maleta de un lado a otro por no estar dispuesta a reconocer que cometía un error que a alguien enamorado y feliz; pero yo no soy Ainhoa, no voy a reconocerlo pero al menos sé disimularlo.
    No me entiendas mal, te quiero mucho, muchísimo; el pequeño, diminuto e irrelevante problema es que no estoy enamorada de ti, y ojalá lo estuviese, ojalá. Intenté convencerme, de hecho me lo empecé a creer durante un tiempo, pero no es verdad. Odio que me mientan, me hace sentirme traicionada y ahora estoy a punto de basar toda mi vida en una mentira, pero no tengo otra opción, por mucho que me repatee y me de asco a mi misma, es lo que tengo que hacer.
    Debería ser sincera, contigo, con él, conmigo misma para empezar; pero ¿cómo paro esto? ¿Cómo doy marcha atrás? Te besé, te dije que sí, que te quería, y todo lo hice por miedo. Pensé que morirías allí, en mis narices, agarrado a mi, y eso casi consigue matarme a mi. Ahora estás vivo y recuperado, y nada en mi vida me hizo tan feliz, de verdad; pero cada vez que me mira, cada vez que veo sin querer una de esas pajaritas que tengo bien escondidas me deshago. Me deshago como se deshizo la última que me encontré en mis manos, rota en trocitos en un intento de olvidarlo todo, pensé romperlas todas, pero una vez que rompí la primera tardé algo así como dos segundos en lanzarme a por celo para volver a pegarla. El amor no se puede arrancar; puedes cerrar los ojos ante la evidencia, tratar de ignorarlo y disimularlo, pero nada de eso impide que siga ahí, y duele...joder si duele.

    ¿Sabes? Ya que me estoy confesando (incluso esa palabra parece reírse de mi ahora mismo) voy a confesártelo todo. No ha habido solo un beso, fueron dos. Y si el primero no voy a poder olvidarlo el segundo se ha quedado en mi grabado a fuego. La noche de la fiesta, de la estúpida fiesta, después de que los dos fuésemos a verte e insistiésemos en que fuésemos y nos divirtiésemos pasó algo antes de que volviésemos a la enfermería, algo que tú no sabes.
    Salía del camarote con Estela cuando apareció él, estaba guapísimo, pantalón, camisa y chaqueta todo de negro (esto te sobraría, pero como no lo vas a leer tanto me da), me dijo lo preciosa que estaba y me miró como si no tuviese ojos más que para mi, se quedó sin habla durante un momento antes de decírmelo y todo; créeme era difícil porque al lado tenía a Estela enfundada en uno de sus vestidos que a cualquier otra la harían parecer una morcilla y con un escote imposible y yo simplemente llevaba un vestido negro y plateado, ata al cuello y me queda por encima de la rodilla, el vestido no es feo e iba arreglada pero con el embarazo no es que me sienta una Barbie precisamente; pero entonces él me miró y fue como si todo temblase, el estómago me dio un vuelco, entendí lo que es tener realmente mil mariposas en él y por primera vez en mi vida me sentí princesa, no había nadie más en el pasillo, solo él y yo, me miraba como si resplandeciese y yo me sentía echar chispas.
    Me dijo si quería que fuésemos a verte, que te merecías verme así, que aquello seguro te sacaba una sonrisa, pero a mi en aquel momento solo me importaba la suya; me puse como un tomate y le dije que era mejor dejarte descansar, que ya iríamos a verte más tarde y reuniendo más valor del que me había hecho falta en mi vida me cogí de su mano.
    Temblé, no pude evitar un escalofrío cuando sus dedos se entrelazaron con los míos sin dudar, sabía que antes de seguir con aquello te debía una explicación, pero en ese momento no fui capaz, fui egoísta, y no puedo arrepentirme de nada; puede que un día acabe arrepintiéndome de muchas cosas, pero no de esa.
    Pasó un buen rato hasta que ninguno de los dos dijo nada, hablé con Noa, con Estela, con Julia sobre como te encontrabas, él sacó a bailar a Valeria y todavía tengo esa imagen en mi cabeza. Mi imaginación voló, sin que pudiese frenarla, me lo imaginé dentro de unos años, con nuestra niña bailando en sus brazos, siendo a la que hacía reír mientras yo los miraba con una sonrisa, y durante un instante me sentí mal, me sentí la peor persona del mundo, porque me acordé de ti, de que como yo quieres que sea niña, de cuantas ganas tienes de ser su padre y me sentí culpable, muy culpable por no conseguir quererte en la manera que te lo mereces, por estar a punto de hacerte lo que iba a hacerte; pero te mentiría si dijese que aquello me hizo cambiar de idea o duró más de un segundo, porque me miró otra vez y tío te juro que no se que me pasa cuando me mira, pero sé donde empieza y termina y mi mundo, y mi cabeza volvió a perderse en mil imágenes. Él bailando con la niña, él enseñándole a montar en bici al niño que al final había resultado ser, él, él y él, y me di cuenta de que no podía seguir negándolo más, tenía claro lo que sentía, lo que quería. Ahora ya no tenía que pedirme que sonriese, sólo con pensar en él lo hacía, como una tonta niña enamorada, por eso es lo que era, lo que soy.
    Entonces la música cambió, Noa desapareció de mi lado farfullando alguna excusa, pero yo sabía a donde iba, así que le sonreí y la deje irse, Estela se bajó la bebida de un trago antes de sacar a bailar a Ramiro y él se plantó delante de mi, no dijo nada, solo cogió mi mano como yo había hecho con la suya antes, parecía que ninguno íbamos a hablar mucho pero la verdad es que no hacía falta, me llevó a la pista y en ese momento me dio una arcada, ¿romántico verdad? Hasta mis momentos románticos tengo que destrozarlos yo misma.
    Salí a cubierta y él conmigo, debió de ser la brisa o el salir del club lleno de gente, pero nada más salir se me pasó el mareo y entonces descubrí porque las películas están llenas de esas escenas románticas que sobrepasan lo pasteloso a veces; porque hay momentos en la vida que por mucho que se quieran transmitir en toda su intensidad no se puede, no importa como de perfecta, romántica y emotiva llegue a ser la escena, hay momentos en los que sientes más que en toda tu vida, en los que no importan los clichés o las metáforas manidas, en los que el amor te envuelve y tú tan solo puedes disfrutarlo, aunque seas como yo y quieras combatirlo, el sentimiento es más grande que tú, que los dos, que todo. Ni siquiera creía que esas cosas pudiesen pasar, menos a mí, pero fue el momento más mágico de mi vida.
    Se quitó la chaqueta y me la puso a mi, quise entrar porque le debía un baile y dijo que no hacía falta; la música se escuchaba desde dentro y teníamos la cubierta para nosotros solos, así que bailamos allí. Nos movimos juntos, me hizo girar, nos acompasamos el al otro y la música se hizo todavía más lenta, tanto como para que yo siguiese bailando con la cabeza apoyada en su pecho, mi mano izquierda en su cuello, su derecha en mi espalda y las otras dos cogidas encima de su corazón; entonces fue cuando me lo dijo, me pidió que le preguntase otra vez, al principio no entendía que era lo que se suponía que le tenía que preguntar, pero me lo lo dijo. Quería que le preguntase otra vez por qué, y lo hice...esperó hasta que lo miré a los ojos y me contestó "Porque me gusta cuando sonries, porque te hace todavía más preciosa de lo que ya eres, porque quiero que seáis felices, porque me enamoré de ti, solo por eso", sé que una sonrisa estúpida se plantó en mi cara y no hizo falta que le dijese que conseguía lo que se proponía, ahí fue cuando me besó.
    Si pensé que por no pillarme desprevenida sabía lo que me esperaba me equivoqué, pero del todo. Me besó decidido, como la primera vez en el comedor, las manos de nuevo en mi cara, sujetándome para evitar que me apartase de él, pero apartarme era lo último que yo quería; le devolví el beso con un entusiasmos que creo que nos sorprendió a los dos, pero lo estaba besando porque quería, porque lo quería, porque no quería que nadie, y eso me incluía a mi a la cabeza de la lista, volviese a referirse a un beso nuestro como tonto e inocente.
    Allí había premeditación y alevosía, y nocturnidad ya que estamos, y ganas, muchas ganas. Fue el beso más tierno, apasionado, romántico, delicado y fiero que me han dado, fue todas esas cosas así que supongo que estuvimos un buen rato en cubierta y que técnicamente fue más que un beso, no me pidas datos, lo único que se es que en mi vida había sentido tanto cuando me besaban, podríamos habérnosla pegado contra un iceberg que mientras él siguiese conmigo yo no me daría cuenta de nada.
    Nos apartamos y estaba a punto de decirle que lo quería cuando Julia apareció buscándonos como loca, estabas mal, Ainhoa había subido a avisarla, teníamos que bajar ya. Tú siempre tan oportuno y considerado... Me cuesta revivir todo lo que pasó después...pensé que te morías y joder sentía que me estaba muriendo contigo, me dijiste que al menos morías habiéndome dicho que me querías, que era una putada morirte ahora pero que al menos te habías enamorado; sé que dijiste algo del bebé pero ninguno conseguimos entenderte, así que me lancé, te besé, me declaré, te di todo de mi y lo único que evitó que yo me derrumbase al ver que te perdía era que su mano no me había soltado en ningún momento, y allí seguía, agarrada a la mía a mis espalda.

    Pero ¿qué hago ahora? No puedo decirte que si te dije todas esas cosas era porque quería que al menos murieses feliz, no puedo decirte que es verdad que te llevarías un trozo de mí porque eres como mi hermano, sin el como, eres mi hermano, eres parte de mi familia. Cuando por la mañana Julia dijo que estabas fuera de peligro le di las gracias a todo lo que se me ocurrió, creo que me inventé dioses más dioses de los que se conocen y todo, y sé que él le da las gracias a Dios cada día, yo estaba mal, pero él no estaba mejor. Preguntabas por mí, así que me levanté del sofá del club donde me había quedado dormida con la cabeza en sus piernas y agarrada a su mano todo la noche y le dije su quería bajar conmigo. Me contestó que no, que mejor bajase yo sola y que no me preocupase, que lo entendía todo y que nos olvidásemos de la apuesta, que era una tontería y al fin y al cabo las cosas estaban claras desde el principio.
    La verdad es que tardé un par de minutos en despejar y entender lo que me estaba diciendo, tanto que cuando lo pillé él ya se había ido de allí después de darme un beso en la cabeza. Él pensaba, y todavía lo piensa, que era verdad, que cuando casi te mueres delante nuestra yo había tenido alguna especie de epifanía que me había hecho ver que estaba enamorada de ti. Llegué a la enfermería por inercia, todavía con su chaqueta puesta y entonces me miraste y sonreíste y empezaste a decir que si tenías que fingir tu muerte otra vez para que te dijese que te quería lo harías, pero que si no me importaba sería sin mordisco en el culo; te vi reír y repetírmelo todo y sin tener allí su mano para agarrarme a ella y darme fuerzas no te lo pude negar.
    Cuando salí de la enfermería lloré, llegué al camarote, me tiré en la cama y sin quitarme los tacones o la chaqueta lloré toda la mañana; en algún momento de mi llorera descomunal metí la mano en los bolsillos por si encontraba un pañuelo pero lo que me encontré fue otra pajarita, y lloré aún más, no sabía lo que una persona podía llegar a llorar hasta ese día.
    Para cuando deje de llorar, literalmente creo que no me quedaban más lágrimas, me tragué la pena, el enfado y todo lo que sentía y me vendí a mi misma mi nueva situación. Si te quería podía llegar a amarte, si había pensado que él nunca sería una posibilidad podía llegar a olvidarlo; soy tan lista que los consejos que le doy a los demás no me los aplico a mi misma, soy el típico caso de "haz lo que yo digo pero no lo que yo hago" y como una gilipollas decidí que era una buena idea, que yo podía hacerlo, y pude, hasta hoy.
    Menos mal que no vas a leer esto porque los últimos quince días acabo de llorarlos sobre el papel, y no creo que ni tú ni nadie diese leído esto a la primera. Me ha hecho llorar algo en lo que no había pensado, y creo que no lo pensé porque no sabía como venderme a mi misma esa parte de la historia. Cuando pienso en como me puede afectar a mi me digo que no importa; cuando pienso en él me hago olvidar como me sigue mirando cuando cree que no me doy cuenta y hago por enfadarme para llegar a razonar de esta manera: si me quisiera de verdad no se habría ido así, habría intentado algo, aunque fuese el más pequeño de los detalles para hacerme ver que sigue ahí, me enfado a mi misma pensando eso pero doy gracias de que no haga nada, porque como lo haga no se que haría...Cuando pienso en que para ti no sería justo me digo que puedo llegar a quererte de verdad. Pero hoy mientras hacía la maleta y hablaba con Noa de cuando eramos pequeñas me contó algo que me rompió, y no creo ni que se haya dado cuenta.
    Noa empezó a hablar bastante tarde, pero una vez que empezó no paró, y su primera palabra fue papá, Montero estaba en una travesía en el quinto cuerno así que su madre la grabó en vídeo para que no se perdiese ese momento, y a Montero todavía se le vienen las lágrimas a los ojos cuando ve esa cinta, cuando ve a su pequeño pajarito decir papá por primera vez, por cierto la llama pajarito porque esa fue la tercera palabra que Noa dijo después de mamá y papá, acabó de contármelo y yo me imaginé como sería vivir ese momento, y me he imaginado su cara cuando el bebé lo llamase papá por primera vez, la suya, no pensé en tu cara Piti, pensé en la de Andrés.
    Me acabo de dar cuenta de que nunca va a oír como el bebé lo llama papá y que tampoco oirá nunca como yo le digo "te quiero", y se me ha acumulado todo, he conseguido tragármelo todo delante de Noa y he acabado escribiéndote esto a ti, a ti porque soy tan cobarde que se que no voy a ser capaz de decírtelo por no hacerte daño, parece una puñetera carta de amor a él y he tenido que escribírtela a ti para evitar la tentación de colarla por la rendija de su taquilla como él colaba aquellas pajaritas; pero podré hacerlo, sé que puedo, te quiero y"

    Justo ahí terminaba la carta, en la conjunción al final de la página, Ainhoa había llegado a la habitación buscando a Vilma porque le parecía que no tenía muy buena cara cuando ella se había ido pero no la había encontrado allí, lo único que estaba era su libreta encima del escritorio abierta por una página en blanco, con una pajarita de papel encima; al principio no lo había entendido pero no se había resistido a leer la carta y ahora lo entendía, su amiga estaba enamorada de Palomares, y cuando le faltaba poco para acabar de escribir la carta con la que se autoconvencería de nuevo de que podía enterrar sus sentimientos había girado la página y se había encontrado con una nueva pajarita, ese pequeño gesto que le había tambaleado todo, ese pequeño detalle que anhelaba y temía en la carta, pero ¿dónde estaba ahora?
    --- ¿Has visto a Andrés?--- la voz de Vilma desde la puerta hizo que Ainhoa se sobresaltase y soltase la pajarita que tenía en la mano.
    --- ¿Palomares? Creo que tenía turno con Piti.
    --- Piti está en las calderas--- empezó Vilma interrumpiéndola--- y Andrés no está con él, ¿no sabes dónde puede estar?--- esa frase junto con los ojos llorosos de su amiga fue todo lo que le hizo falta a Noa para ver que no había podido más y al fin había sido sincera con Piti.
    --- Creo que está en cubierta, revisando las cañas, ¿vas a...? Da igual, ya me contarás más tarde--- Vilma paseó la mirada entre Noa y su libreta y se dio cuenta de que su amiga había leído la carta, puede que en otro momento se hubiese enfadado, pero ahora no.
    --- Sí, voy a decirle que lo quiero--- no dijo nada más y salió de allí corriendo, Ainhoa se acercó a cerrar la libreta para evitar que nadie hiciese lo que ella acababa de hacer y cuando giró Vilma estaba de vuelta en la habitación:
    --- Gracias--- le dio un beso en la mejilla y ahora sí salió corriendo escaleras arriba a buscarlo, sonriendo, de la manera en la que sólo él conseguía que sonriese.



  2. Nota: La autoría de este fic se le atribuye a Lau.

    Aquella misma mañana Vilma se había librado por los pelos de darle una respuesta a Piti. Desde que le había confesado que la quería ella había estado evitándolo o coincidir solos con él en sitios públicos para evitar caer en el tema inevitable, Piti le había dicho cosas hermosas, cosas que a cualquier mujer le pondría lo pelos de punta y estaba claro que estaría esperando una respuesta y ella no estaba lista para dársela. No era que le sorprendiera todo aquello, desde que se había ofrecido a ser el papá de su bebe era casi predecible que pasara algo entre ellos, de hecho desde que había empezado a recibir aquellas pajaritas, lo había tenido bastante claro. Aunque no se lo hubiera dicho a nadie, sabía que el bebe terminaría acercándolos y no era que eso la pusiera triste, después de todo era imposible no querer a Piti, podía ser tan tonto como tan tierno y al final del día siempre estaba ahí, ayudándola, apoyándola, y encima le mandaba pajaritas para hacerla sonreír, pero en el fondo, detrás de esa cortina de humo que ella misma había creado, sabía que Piti no había sido su elección. Estar embarazada no era precisamente el premio del año, en un mundo normal los hombres rehuían de ello y para una chica de 23 años no era mucho más fácil encontrar el amor. No era que ella se empeñara desesperadamente como Estela en encontrar a su príncipe azul, pero que mujer no quería a alguien especial en su vida que la hiciera sentir como si fuera la única persona importante del mundo. Si, Piti era bueno con ella, la quería, pero en un mundo normal, en un mundo en el que ella no fuera la última embarazada, realmente lo habría elegido a él?
    Desde hacía algún tiempo esa pregunta había dejado de quitarle el sueño, no merecía la pena atormentarse con lo que pudo haber sido y no fue, hasta que pasó aquello, aquello que ni en un millón de años hubiera llegado a imaginar, aquellas pajaritas que le alegraban el día, que arrancaban una sonrisa de su rostro solo de pensar en ellas, no eran de Piti. Aunque le había confesado que la quería y que era su mujer perfecta, ella no podía pasar por alto el hecho de que alguien más en ese barco pensaba en ella, había alguien más que la quería ver sonreír, ese alguien, por el simple hecho de existir, la hacía sentir especial, le estaba dando la oportunidad de elegir.
    Palomares, demasiado tierno y bondadoso, tan lleno de fe y de esperanza, Vilma muchas veces sentía envidia de él, porque una persona así no le quedaba de otra que ser feliz; pero la felicidad de ese hombre consistía en verla sonreír, en verla feliz. Se odiaba a sí mismo por lo que había hecho, ella podía haber elegido a Piti, lo había hecho, lo había declarado el padre de su hijo y él, había puesto en juego su felicidad, jugándose a los dados la paternidad de un niño que no le pertenecía, no era su decisión pero aun así se había creído con el derecho de interponerse, pero quien era él? Le había estado dejando pajaritas en todas partes, la había estado vigilando, estudiando cada movimiento, sonreía a veces, pero era una sonrisa triste, podía ver la preocupación detrás de sus ojos, moría por hablar con ella, por ponerle su hombro y decirle que no tuviera miedo, que con él podía llorar si quería, que no lo juzgaría ni le haría preguntas, sabía que más allá de esa seguridad que mostraba, más allá de esos ojos que fingían alegría, algo muy gordo pasaba por su mente y moría por saber que era, cómo ayudarla, se despertaba en las noches y pegaba el oído a la puerta de su camarote, se avergonzaba de ello pero no podía evitarlo, si ella llegara a descubrirlo, si por un segundo llegara a sospechar lo que él sentía por ella, podría estropearlo todo y no quería, no podía soportar la idea de perderla, no a ella. Aquella mañana, había visto como Piti y ella había estado trabajando juntos y escucho como le preguntaba si lo quería, por un momento el mundo se detuvo, no podía ni respirar esperando una respuesta, lo que había estado temiendo, lo que aclararía todas sus dudas y le dejaría claro de una vez cual era su lugar, estaba a punto de ocurrir.

    Pero no paso, en ese momento llegó De la Cuadra pidiendo a Piti y a Palomares para que subieran a cubierta y ella respiró aliviada en su interior, si, por los pelos se había librado de darle una respuesta, pero su alivio no duro mucho, antes de irse un Piti más sonriente que nunca se giro, la tomo de la mano y le dijo
    - Piénsatelo, esta noche te recojo a las 9 en la puerta de tu camarote, espero una respuesta.
    Y ahí estaba ella, sentada en la parte baja de la litera con el pelo semi-recogido y una horrorosa flor amarilla que Ainhoa había insistido en que llevara en el pelo porque combinaba con su vestido. Estela se había quedado con la boca abierta cuando Vilma le había contado toda la historia de la confesión de Piti y las pajaritas de Palomares, pero no había dejado espacio para la duda, había asumido que Vilma elegiría a Piti y Palomares quedaría completamente fuera del cuadro, no había hecho preguntas, le había enganchado un vestido repollo y había pasado un cuarto de hora peinándola y hablándole de lo afortunada que era por encontrar el amor. Luego le había dejado con sus dudas sola en el camarote.
    La entrada repentina de Estela en el camarote lo hizo sobresaltarse, no era que estuviera medio en pelotas acabado de salir de la ducha y ella lo hubiera visto (era demasiado tarde para empezar a ser recatado delante de ella) acababa de entrar preguntando por Piti con ojos de loca, él no estaba, claro, no podía estar, del accidente que tuvieron en cubierta Piti fue el que salió peor parado, Palomares había pasado toda la tarde en la enfermería con el dándole la mano sujetando un cubo para que vomitara, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos él seguía siendo su amigo, no dejaría que le pasara nada y todavía estaría ahí de no ser porque Julia lo echo de la enfermería después de que se desmayara, le había dicho que iba a estar bien pero había perdido mucha sangre. Recordaba claramente lo que pasó después de dejar la enfermería.

    A duras penas se había ido al camarote y al pasar frente al de las chicas sintió la voz chillona de Estela, estaba hablando con Vilma:
    - Pero tía que me estas contando, Palomares... Palomares…?
    - Si Estela si, Palomares, ese chico alto, rubio, con alzacuellos – la risita burlona de Estela que precedió esa frase solo consiguió que su cuello empezara a arder, sentía como su cara enrojecía.
    - Perdona que me ría, pero es que es muy fuerte, o sea, que era él. Ya veía yo raro todo el mal rollo que había en el juego entre ellos, siempre se han llevado bien.
    - Mira, tú mejor del juego ni hables, anda que jugarte la comida.
    - Bueno ya te perdí perdón, lo siento; además lo bueno que tiene esto es que ganara quien ganara la comida no te iba a faltar- Estela sonaba muy divertida con toda la situación pero no era capaz de identificar lo que pasaba con ella. Detrás de la puerta apenas le llegaban trozos de información de lo que hablaba Vilma y no podía imaginar lo que podía pasar si de repente se abriera la puerta, él quedaría como el psicópata que es espiando a una mujer con la que nunca podría estar.
    - Bueno, entonces que, ya le diste una respuesta a Piti- Estela sonaba emocionada.
    - No, es que…
    - Y a qué esperas mujer, que se te ha declarado, lo tienes comiendo de tu mano
    - Es que…
    - Ah ya se, quieres darle una respuesta en el baile, claro, te pones bien guapa y así lo dejas …
    - Que me ponga guapa dices? Que pretendes que me ponga
    - Pues un vestido claro, que siempre te vistes muy sosa y a saber cómo quedara ese cuerpo después que nazca el niño- Por más que quiso entrar a exponer sus razones en contra de ese comentario, sintió como Estela se movía por el camarote y decidió irse antes de que salieran.
    Le iba a dar una respuesta a Piti en el baile, pensó mientras se metía en las duchas, el agua estaba fría pero por algún motivo sentía que su piel ardía, ella lo iba a estar esperando para darle una respuesta y él no iba a aparecer, no podía. Apoyó la cabeza contra la pared dejando que el chorro de agua recorriera su cabeza y se resbalara por su espalda. Sentía la necesidad de golpear algo con toda su fuerza, de gritar hasta quedarse sin aire. Le dolía pensar en ella sentada en su camarote, con su vestido, esperando ansiosa a que Piti llegara, no quería meterse, no quería buscarla para darle la noticia y verse una vez más involucrado en algo que le doliera.


    Y ahí estaba Estela, probablemente portadora de la voz de Vilma, esperando saber donde estaba Piti.
    - Piti no está, Estela – le dijo apartando la mirada con la inocente esperanza de que se conformara con eso y se fuera.
    - Sí, eso ya lo veo- le respondió y fue la primera pista de que no se iba a ir tan fácilmente – pero dónde está?
    - Está en la enfermería, tuvimos un percance en cubierta y Julia insistió en que se pasara por ahí para ver que todo estaba bien – intentó sonar lo más casual posible para no levantar sospechas, sabía que Piti estaría bien, como también sabía que si Estela se enteraba de la verdad era capaz de armar una tormenta en un vaso de agua. Cuando se dio la vuelta ya no estaba, algo confuso pensó en ir tras de ella, podía haber colado lo de la visita rutinaria a la enfermería pero no tenía mucha fe en ella.
    La cara de entierro de Estela no podía traer otra cosa que malas noticias, ya estaba casi lista, si llevar un ridículo vestido que le habían dejado y una aun más ridícula flor en el pelo se le podía llamare estar lista, se sentía otra persona vestida así y en camino a un encuentro con Piti que supuestamente debería tener un final feliz para todos.
    - Que ha pasado?
    - Es Piti, no viene- Si, esa era indudablemente una cara de entierro, pero viendo todas las expectativas que Estela tenía sobre un futuro para ella con Piti quizás aquello no era del todo una mala noticia
    - No viene? Se… se arrepintió?- intentó sonar como si aquello fuese el fin del mundo, le pareció un poco sobreactuado para una persona que ella consideraba muy buena mentirosa, ella misma.
    - Vilma – Estela se sentó junto a ella en la litera, tomo sus manos entre las suyas y le dijo: -está bien, fue un accidente pero mejorara, Julia lo está atendiendo.
    - Que mierda me estas contando, Estela, que le pasó a Piti? – vale, Estela realmente podía preocuparse por cosas realmente serias.
    - Fui a su camarote y Palomares me dijo que estaba en la enfermería, asi que fui para allá y estaba inconsciente, con un tubo en la boca, parecía grave…
    - Qué? – sí, esa era definitivamente la mejor manera de dar una noticia – Tengo que ir a verlo
    - No puedes, Julia no deja que nadie entre, dice que parece peor de lo que en realidad es.
    - Voy a verlo.
    - Vilma!- Estela intentó retenerla pero ya estaba camino de la puerta.
    - Estela. Estela! – se abrió camino entre la gente para llegar a Estela en cuanto entro en el club- Dónde está Vilma?
    - Se ha enterado de lo de Piti y ha ido a verle, intenté detenerla pero…
    - Que le has contado lo de Piti? Pero tú que tienes en la cabeza, que en su estado no puede recibir malas noticias, que hace menos de un mes la teníamos en la enfermería debatiéndose entre la vida y la muerte – No se había dado cuenta de cuánto había alzado la voz, Estela lo miraba como a un bicho raro, quizás dándose cuenta de cuando había metido la pata o quizás por primera vez viendo lo que en realidad sentía Palomares por Vilma.

    Se largo de ahí antes de pensar en cuanta gente lo había estado mirando, en la ventana de la enfermería se encontró con ella. Llevaba un vestido blanco largo, iba bastante desabrigada pero se veía preciosa, jamás pensó que podría encontrar a alguien tan hermoso en el fin del mundo, si, Dios existía, había creado al ser más maravilloso y lo había puesto en su camino. Ella no se había dado cuenta de que él había llegado por lo que tuvo tiempo de mirarla un rato más, o a lo mejor fue que se detuvo el tiempo estando parado allí, solo mirándola. Se fue acercando y ella se giró, estaba llorando, no era un llanto desesperado, era más bien tranquilo, como quien lleva llorando mucho tiempo y ya no tiene fuerzas para más. Al verlo no le dijo nada, el tampoco habló, pero se acercaron y ella recostó la cabeza sobre su pecho, estuvieron ahí un buen rato, a través de la ventanilla se veía Piti inconsciente, respirando con suavidad. De repente pudo sentir como la respiración de ella se iba apresurando, la abrazó con fuerza intentando calmarla, ella levantó la vista hacia él y con voz ronca le susurró:
    - No le quiero – Eso era lo último que habría esperado escuchar en aquel momento – estuve a punto de hacerlo, de decirle que sí, que le quería, pero no puedo engañarlo, no le quiero.
    Palomares podía ver como las lágrimas corrían por el rostro de Vilma, la respiración se le agitaba por cada segundo que pasaba amenazando con desplomarse en cualquier momento, no quería verla llorando, le dolía verla así.
    - Bailamos? – le preguntó y entre las lágrimas Vilma sonrió, era una sonrisa sincera. El mundo cambiaba cuando ella sonreía, él sentía persona, sentía que había sido elegido, que había sobrevivido al Apocalipsis solo para estar ahí ; le devolvió una media sonrisa nerviosa, le cogió las manos delicadamente y las llevó hasta detrás de su cuello, le puso las suyas alrededor de la cintura, la acercó más a él con mucho cuidado, tan despacio como si se le pudiera romper entre las manos, la tenía tan cerca que sentía su olor, ella podía sentir la respiración de Palomares en su cuello, cada centímetro de su piel pedía se acercaran más y más. Con los ojos cerrados empezaron a dar vueltas al compás de una música que no existía, que nadie más que ellos podía oír. Por alguna parte entraba una brisa que la hacía estremecerse pero la cercanía de su cuerpo la sofocaba, su piel ardía. Un millón de dudas habían atormentado su cabeza aquel día, dudas que todavía estaban ahí, sus problemas seguían esperando una respuesta y ya llegaría el momento de dárselas, pero en aquel momento, en aquel preciso instante, en medio de aquel océano infinito; la vida no le dejaba otra alternativa, tenía que sonreír.

  3. La verdadera razón

    martes, 3 de mayo de 2011

    Ahí estaba ella, apostándose la comida de las chicas, esa comida que había robado unas horas antes pensando que conseguiría ganar esa partida.
    Era consciente de que lo que había hecho estaba mal, de que en esa situación, no tenía sentido ponerse a jugar con la comida, pero al fin y al cabo, que era lo que tenía sentido en ese barco? Nada.
    Así que haciendo caso de la conocida frase: Desafortunado en amores, afortunado en el juego, se apresuró a robar toda la comida del camarote de las chicas, pensaba que ganaría, es más, lo tenía clarísimo.
    Unas horas después, Estela se sentaba al lado de Piti, dispuesta a ganar esa partida, lo que no contaba es que Piti fuese tan buen jugador y la estuviera desplumando como si de un pollo se tratase.
    Entonces lo vio entrar, Palomares irrumpió en la estancia y ahí supo que la cosa no iba a acabar bien para ninguno de los allí presentes.
    - Estais jugando la comida al poker?? Estais locos, anda devolverla ahora mismo a la cocina. – dijo el rubio, intentando hacerlos entrar en razón.
    - Ésta comida es nuestra Palomares, la hemos ido guardando poco a poco, somos libres de jugarnosla eh! – dijo Estela.
    La chica los observaba, parecía que ambos chicos tenían una cuenta pendiente, les extrañaba verlos así, teniendo en cuenta de lo bien que se llevaban y lo bien que ambos se complementaban, Piti y Palomares eran un tándem, representaban la locura y la cordura. Pero ante todo representaban lo bonito que podía llegar a ser una amistad entre dos chicos.
    Palomares se apuntaba a la partida, por lo que ahora sería más fácil ganarle a Piti, o eso pensaba ella. Sabía que Palomares si ganaba, regresaría la comida a la cocina, pero no sabía lo que planeaba hacer Piti.
    Se había traído sus galletas para dar la comunión y pensaba apostarlas, aunque pensándolo bien, el también tenía comida guardada y la podía apostar, pero esa comida estaba consagrada, y no era sólo para él, sino para todos los que quisiesen comulgar.
    - Palomares si apuestas esto, ¿con que vas a dar la comunión? – preguntó Estela preocupada.
    - Con chirlas, Estela, con chirlas! Joder, Padre, un cura jugándose el cuerpo de Cristo, desde que has palpao carne, andas un poquito desbocao eh! ¿Verdad Monseñor?
    Estela no entendía porque Piti actuaba así, ellos dos eran amigos, creía que esa amistad que los unía nunca llegaría a romperse. Pero esto no era así. Y eso, en cierto modo la entristecía.
    Piti había ganado de nuevo y a Estela se le había acabado la comida:
    - Y de nuevo gana la banca oye!! A ver, me comunican que Estela abandona la partida por falta de crédito! Señores, seamos sinceros, lo importante no es participar, es ganar!!
    - Venga Piti, que la comida no era mía, era de las chicas, yo les quería llevar una sorpresa, ahora no me puedo volver y decirles que me he jugado todo a los dados. – dijo Estela.
    - Claro, no sé Estela, pues... pide un préstamo o hazme un pagaré, pero si no tienes con que apostar pues ya te puedes ir a llorar a cubierta. ¿Qué señores, alguien quiere acompañarla a cubierta?
    ¿Y este era el chico con el que había estado? ¿Con el que se había acostado? Francamente, ¿En que estaría pensando ella en ese momento? No entendía el resto del mundo y el resto del mundo no la entendía a ella, sólo quería amar y ser amada, ¿era tanto pedir? Ramiro le había dicho que estaba enamorado de Pilar y NO de ella, Piti se había acostado con ella y si te he visto no me acuerdo, es más, visto como la estaba tratando ahora, decía mucho de él como persona, y el capitán, mejor ni comentar sobre el capitán, ella se había ilusionado y él la había corrido de su camarote como si de una apestada se tratase, estaba claro que no debía dejarse amilanar por un hombre, así que iba a ganarle a Piti, ¡tenía que ganarle!
    - ¿Aceptas prendas? – preguntó Estela como última opción.
    - Estela, eh, venga por favor, no entres ahí – dijo Palomares.
    - No, no, aceptar se aceptan, pasa que aquí el sacerdote no se si va a consentir porque está un pelín sensible con la llamada de la carne, ¿sabes?¿que Padre, seguimos o te retiras?
    - Aceptamos prendas, deja lo que sea y seguimos.
    Ya estaba, lo que menos había querido se había cumplido. Piti había ganado y Palomares tenía que terminar de desnudarse por completo, algo en mí supuso que eso nunca llegaría a pasar, quizás por como era Palomares o por que Piti lo estuviese obligando. Pero, esto no fue así, y Palomares se desnudó por completo, delante de nuestras narices. Esto, ya fue la gota que colmó el vaso.
    - Bueno, da igual la comida de las chicas, fin de la partida. – dijo Estela, intentando que las cosas volviesen a su cauce. Cosa imposible, porque en ese momento, Piti estalló:
    - ¿Tú me vas a reconocer de una puñetera vez que tienes una crisis de fé? Si da igual, si eres cura y Papa al mismo tiempo! Puedes acabar con el celibato ahora mismo!¿quieres?
    - Piti... Piti, no tiene gracia – dijo Estela intentando hacer entrar en razón a Piti.
    - Pues si, puede que esté pasando una crisis de fé, y puede que no esté a la altura para iluminar el camino de nadie, pero un mamarracho que se juega la comida en un momento así... Piti, no mereces ser el padre del bebé de Vilma. Así que vamos a hacer una cosa, me juego el alzacuellos, si pierdo renuncio a ser cura, pero si gano a tu trío, renuncias tú a ser el padre del bebé de Vilma y me hago cargo yo. Estela, los dados.
    Fue en ese momento que Estela lo comprendió todo, ella era la razón, la verdadera razón, Piti estaba molesto porque Palomares había besado a Vilma, y Palomares se sentía humillado y al mismo tiempo, enfadado por todo lo que estaba pasando.
    Pero de pronto, cuando pensó que la cosa no podía empeorar, la propia Vilma apareció y con ella los miedos y vergüenzas.
    Vilma quería saber el resultado de los dados, todos lo querían saber! Palomares levantó con cuidado el cubilete, mostrando la combinación ganadora. El cura había ganado, y con ello, no sólo toda la comida sino también la paternidad del bebé de Vilma.
    Vilma no dijo nada, se dio la vuelta y se marchó por donde había entrado, los demás fueron saliendo, también Piti hizo lo propio, intentando no mirar a Palomares. En este momento, Piti era el gran perdedor.
    Estela se quedó un momento más, quería hablar con él, decirle que ella podía ayudarlo, y que estaba de su parte.
    El rubio ni se fijó en que ella seguía allí, lentamente fue cogiendo sus ropas y se fue vistiendo. No se creía lo que había pasado, había ganado, él que nunca tenía suerte en nada, le había ganado a Piti, seguía siendo cura, pero ahora, era también el padre del bebé de Vilma.
    Él sólo quería protegerla para que nadie le hiciese daño, ni a ella, ni a su bebé, la alejaría de Piti si hiciese falta, ahora comprendía que Vilma lo era todo para él y también sabía que ella jamás debería saberlo.
    Esa mañana la había besado, hacía días que la miraba sin que ella se diese cuenta, vigilándola, robando alimentos para ella y para su bebé, cuidándola, ella no se daba cuenta, pero él era feliz viéndola sonreír. Se veía tan guapa, cuando sonreía, era preciosa! Sabía que las pajaritas lo hacían vulnerable, pero no iban firmadas, por lo que nunca sabría quién se las mandaba. Ella se preguntaría de quién serían, lo más seguro, y también sabía que seguramente pensaría que serían de Piti, pero al rubio no le importaba porque a él, le gustaba verla sonreír.
    Pero al besarla, había sentido como si el barco se resquebrajase bajo sus pies, y como miles de mariposas despertaban su corazón dormido. Para él era demasiado tarde, era sacerdote y había besado a una mujer.
    Y ahora era el padre de su bebé porque lo había ganado en una apuesta.
    Dios y el mundo lo seguían poniendo a prueba, podía haber perdido y dejar de ser cura, pero Dios había querido que él ganase esta vez, quería que el único cura de La Tierra no dejase de serlo, pero no le importaba que fuese el padre del bebé de Vilma.
    Intentando borrar esos pensamientos de su cabeza, se dio la vuelta para marcharse, pero se quedó parado al ver a Estela apoyada sobre la puerta.
    - ¡Que susto Estela! – dijo un sobresaltado Palomares. Del susto casi se le cae el tarro con la comida.
    - Lo siento mucho – dijo Estela con lágrimas en la cara.
    Palomares dejó el tarro sobre la mesa de nuevo al ver que Estela estaba llorando.
    - ¿Qué te pasa Estela? – le preguntó, agarrándola por la cintura y señalándole la silla para que se sentase.
    - Siento haber apostado la comida de las chicas, sé que estuvo mal. ¿Por qué siempre tengo que actuar inconscientemente? No pienso las cosas! – dijo Estela casi, sin respirar.
    - Estela, tranquila, respira. – le pidió Palomares.
    - Es que cuánto más lo pienso, más me preocupa ser tan idiota, me rebajo, y ni me doy cuenta. Yo lo único que quiero es amar y que ese alguien me ame, ¿acaso eso es pedir demasiado? – dijo la morena, secándose las lágrimas.
    - Estela, amar es darlo todo sin importar que ese alguien te ame. No puedes obligar a una persona a que te quiera. Eso no está bien, Estela.
    - Lo sé, sé que no está bien, pero me siento sola Palomares.
    - No estás sola Estela, en este barco somos muchos los que te queremos. – dijo el sacerdote, intentando reconfortarla.
    - A veces me cuesta creerlo, sé que no obro bien, pero la gente no me tiene en cuenta. Por eso sé, que tú tampoco vas a tener en cuenta lo que yo te diga.
    - ¿A que te refieres? – preguntó extrañado el cura.
    - Sé que todo esto es por Vilma, sé que ambos la queréis.
    - Todo el mundo quiere a Vilma, Estela, es imposible no quererla. – respondió Palomares.
    - Pero tú la amas, esa es una de las pocas cosas de las que puedo estar segura. Y no hace falta que me digas que no, porque no te creeré.
    Palomares intentó contestarle pero Estela no le dejó.
    - Sé también que hoy en la mañana la besaste, éramos muchos en el comedor, como para no verlo – rió divertida Estela. – También sé, que Piti no es el padre adecuado para el bebé de Vilma, y que en verdad, tú lo eres. También sé que eres cura y que no puedes ni siquiera planteártelo, pero quiero que pienses en ella, y te preguntes verdaderamente si te morirías al verla con otro.
    - Yo... – Balbuceó Palomares.
    Estela prosiguió con su sermón.
    - Sé que me contestarías que no, que amarías verla feliz aunque fuese con otro, porque tú eres así, un buen hombre, pero yo te pido que no lo hagas Palomares, no hagas eso, te arrepentirás, al principio, la verás feliz y creerás que tú eres feliz porque ella lo es, más tarde, verla feliz con otro te irá consumiendo, y sufrirás de verdad. Lo sé. Quiero que sepas, que yo estoy aquí para ayudarte.
    - ¿Ayudarme? – preguntó Palomares.
    - Si claro, si yo no puedo ser feliz, al menos que alguien lo sea ¿no?
    - ¿Te refieres a mi?
    - Me refiero a Vilma y a ti – Palomares al oír esto, abrió los ojos incrédulo.
    - Estela, soy cura.
    - Y estás enamorado de ella. – afirmó Estela.
    - Pero eso no importa, Dios ha decidido que ganase esta partida, él no quiere que deje de ser cura.
    - Dios ha decidido que ganases la partida y seas el padre del bebé de Vilma, Dios no podía haber elegido un padre mejor.
    - No tiene nada que ver una cosa con la otra, yo seré el padre del bebé y punto.
    - Vas listo si piensas que cuidando al bebé y estando cerca de ella, no vas a sufrir. – Estela, se estaba enfadando, ¡Qué hombre tan obtuso!
    - Yo quiero lo mejor para el bebé y Piti no lo es! – dijo Palomares molesto.
    - Pues claro que no lo es, pero tampoco lo es para Vilma, así que ya sabes lo que tienes que hacer! Decirle lo que sientes, y las dudas que tienes.
    - ¿Qué? ¡No!
    - Claro que si, mañana vas a decírselo, ella tiene que saberlo! He perdido la comida de las chicas y quiero que el haberla perdido valga para algo. Mañana se lo dirás. Es una orden. Oye, que es muy tarde, me voy ya, tengo que ir a tachar tu nombre de la libreta.
    - ¿Qué libreta? – Preguntó extrañado Palomares.
    - Mi libreta de conquistas, por supuesto. – rió Estela divertida.
    - Madre de Dios, tenías mi nombre en la libreta de conquistas – preguntó Palomares abriendo los ojos como platos.
    - Tranquilo Palomares, estabas en último lugar, y son muchos, no creo que te hubiese tocado.
    - Yo también espero que no me hubiese tocado, ojalá que encuentres la felicidad Estela.
    - Si este plan no funciona, pasamos al siguiente, ya sabes las leches que me llevé por tirarme a Piti, imagínate lo que Vilma me haría si supiese que voy detrás de ti. – dijo Estela guiñándole un ojo.
    - Estela, no pensarás ... ¡Estela! – Palomares gritó pero Estela ya se había marchado. – ¡Esta mujer está loca!
    Palomares sonrió preocupado, tendría que consultar con la almohada lo que le diría a la mañana siguiente a Vilma, dijera lo que dijese no sería fácil. Recogió el tarro con la comida con mucho cuidado, sólo faltaba que se le rompiese, salió del camarote cerrando la puerta con cuidado. Cuando había entrado en la estancia, se había enfadado al ver a sus compañeros apostando la comida del barco en una situación así, lo que no sabía es que saldría de ese mismo camarote con la comida en la mano y con la alegría de saber que ahora él, era el padre del bebé de Vilma, porque ella era la razón de su vida, la verdadera razón.

  4. Un punto de vista diferente

    jueves, 28 de abril de 2011

    La letra en cursiva se corresponde con los pensamientos de un personaje muy especial


    La ventana de la habitación se había abierto sin que nadie se diese cuenta y el ambiente había refrescado, no es que fuese un día especialmente frío pero la brisa marina que corría a aquellas horas fue suficiente para alterar el sueño de quien estaba allí durmiendo a pierna suelta.


    --- Frío--- fue lo que pensó--- hace frío, ¿por qué hace frío? Yo estaba calentido y tapado, ¿me puede decir alguien porqué hace frío?--- abrió un ojo y se giró como pudo--- es ese maldito agujero en la pared otra vez ¿por qué está destapado? Si está destapado hace frío, bueno da igual; mi manta, solo necesito mi manta--- movió los bracitos como pudo pero no encontró su manta que se había escurrido en su sueño y estaba hecha una pelota a sus pies--- ¡¿Dónde está mi mantita?! Uiiii, estoy empezando a enfadarme, el agujero destapado y la mantita se escapó otra vez, lo siento pero se escapá a mis capacidades...¡¡Mamáaaaaaaaaa!!--- ese último grito se correspondió en realidad con un llanto leve, como el de todo bebé que acaba de despertase y todavía no tiene fuerzas para llorar en condiciones--- ¡Mamáaaaaaaaaaa!¡Mamáaaaaaaaaaaa! ¿Dónde se mete esta mujer cuando la necesito? ¡Papáaaaaaaaaaaa! ¡Papáaaaaaaaaaaaaaa!--- la habitación seguía en el más absoluto de los silencios y los llantos que normalmente eran atendidos con rapidez esta vez no encontraban consuelo alguno--- Es imposible que sigan dormidos, además no es su hora de dormir, es la mía de la siesta, estarán en el baño, bueno...pues más alto, ¡¡¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!¡¡¡Papáaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! --- el llanto del bebé aumento pero nadie aparecía para atender sus demandas, acabó congestionado y rojo y cesó el llanto durante un momento--- pero...pero...---estaba sofocado después de semejante pataleta--- ¿dónde están estos dos? ¿A dónde se fueron sin mi? ¿Habrán ido a por otro bebé? Que la cuna es pequeña...A ver pensemos, mantengámonos calmados, puede que mamá se haya ido a algún sitio pero entonces estaría papá o al revés, nunca me dejan solo así que aquí tiene que haber algún fallo, pensemos. 
    Estoy en la cuna, eso lo se, porque ese es mi móvil de pajaritas de papel--- mientras lo dijo estiró un puño y golpeo una de ellas--- sí, son mis pajaritas, las hizo papá; esta es Cuca, este Galleto, este Kiwi y esta Pedrita--- golpeó las pajaritas con su manita provocando que se moviesen y rió ante lo que había conseguido--- si estuviese mamá me contaría un cuento con ellas como hace siempre, ui mamá, que me despisto, que he perdido a mis padres y me despisto jugando con vosotras ahora no tengo tiempo. ¿Dónde estarán? Es casi la hora de comer y no están...oh,oh...ES CASI LA HORA DE COMER...¡MAMÁAAAAAAAAAAA! ¡PAPÁAAAAAAAAAAAAAA!--- el llanto del bebé inundó la habitación y así fue durante unos minutos, el hambre y el frío hicieron mella en él y ahora lloraba realmente con ganas, ya que además de todo eso se sentía solo, finalmente la puerta se abrió y alguien entró:

    --- David, tranquilo, tranquilo, ya está--- Ainhoa se acercó a la cuna y lo cogió en brazos--- ¿pero que haces tu aquí solo?
    --- ¡Eso me gustaría saber a mi!---pensó de nuevo--- aún te creerás que me escapé yo, tengo 10 meses esto es abandono del menor en toda regla, ¿dónde están esos dos? ¿eh? Llévame con ellos que se van a enterar, hoy no duermen, ni mañana, ya veremos si pasado me lo pienso, pero venga, vamos que además tengo hambre--- Noa se dirigió al cambiador y lo apoyó allí mientras intentaba calmarlo:
    --- Venga, venga, vamos a mirar si tienes el pañal sucio y lo cambiamos, a ver si eso te calma.
    --- ¡Pero que pañal ni que pañal! Tita Noa que no es eso, no me cambies, no me cambies que está el agujero sin tapar ¡no me cambieeeeeeeeeeeeeeees!--- según le quito la ropa el llanto del bebé se hizo más agudo:
    --- Vale, ya veo que estás limpito, vamos a ver si encontramos a tu tío y le echamos una buena bronca por no estar donde tenía que estar.
    --- Está mujer está tonta hoy...papá o mamá, no el Tito, papá o mamá, mamá mejor que es la hora de comer.
    --- Deja de llorar cariño, shhhh--- le dijo mientras lo mecía intentando calmarlo.
    --- No quiero, estoy haciendo valer mis derechos, ¿dónde están esos irresponsables? Abandonando a su hijo de esta manera...menos mal que soy lo mejor de sus vidas, no vuelvo a creerme nada de lo que me digan.
    --- Venga David, ya está, ya está.
    --- ¡Que no está! No me callo, no me callo y no me callo, y por cierto ¿dónde está mi mantita?

    Ainhoa siguió andando hasta llegar al camarote de los chicos con David que seguía protestando en sus brazos, abrió la puerta y se encontró a Piti tirado en la cama:
    --- ¿Cómo se te ocurre dejar al niño solo?--- fue lo que dijo a modo de saludo.
    --- Pero si con el niño te quedabas tu, ¿a mi que me cuentas? ¿Qué te pasa enano? Deja de llorar--- le dijo mientras lo cogía de brazos de Noa e intentaba calmarlo sin suerte.
    --- ¿Qué me pasa? El agujero de la pared deja pasar frío, la mantita volvió a escaparse, papá y mamá no están y nadie me hace caso, ¿te parece poco?
    --- Que no, que te tenías que quedar tu con él, que yo fui a echar una mano a la cocina.
    --- ¿Lo dejaste solo?--- gritó Piti--- no me extraña que llore.
    --- Te dije que te quedases con él, que yo no podía.
    --- De eso nada, era yo el que tenía turno de letrinas, y por eso te quedabas tu con él.
    --- Te estoy diciendo que no...
    --- ¿A quien le importa quien fue el desaprensivo que me dejó solo?--- pensaba David mientras tanto--- yo quiero a mis padres, a mis padres, no a vosotros dos si vais a gritaros, y a todo esto ¿por qué no tengo puestos mis titines? Son de lana y calentitos, ¿dónde están? Oh no, esto ha sido el coco, Tito escucha, ¡que me escuches!--- Piti cambió al niño de lado ante el incremento de sus lloros intentando hacer todo lo posible por calmarlo mientras Ainhoa y él seguían discutiendo; Vilma había ido a que Julia le hiciese una revisión y Palomares había tenido un accidente en cubierta; nada grave, Ramiro le había hechado por encima una caja de pescado al querer cargarla solo, así que había tenido que irse a la ducha para quitarse la peste de encima; Ainhoa y Piti se habían ofrecido a cuidar al niño que ya estaba a mitad de su siesta, sería echarle el ojo hasta que alguno de los dos acabese, habían empezado discutiendo porque los dos querían quedarse con él, pero era obvio que no se habían entendido--- ¡Tito! Que el coco existe, tenías razón, que me ha robado los titines que me tejió la yaya y no...aiiii que se ha llevado a papá y mamá, ¿dónde están? Hay que buscarlos.
    --- Vamos al menos a hacerle un biberón, tiene que estar muriendose de hambre--- dijo Noa dando por zanjada la discusión visto que no iban a ningún sitio.
    --- ¡No! ¡Ya comeré! Hay que buscar a papá y mamá, que el Tito tiene razón, el coco existe y como no dormí toda la siesta se los llevo, y yo pensando que me habían dejado....podías ponerme unos titenes eso sí, que hace frio.
    --- Sí, pasa para la cocina será mejor--- le contestó Piti haciéndole carantoñas al niño para intentar calmarlo.
    --- Buah chaval,sereis incompetentes...hay que buscar a papá y mamá ¿como tengo que decíroslo?--- En ese momento se cruzaron con Ramiro que no pudo evitar una broma ante la estampa:
    --- ¿Qué? ¿Estais pensando en adoptar?
    --- Sí, Vilma y Palomares se fueron en bote y nosotros nos quedamos al niño, cuando sea mayor se lo explicaremos, no me jodas y aparta--- Piti estaba enfadado, realmente no recordaba que fuese el quien tuviese que quedarse con el niño pero eso ahora no importaba, lo importante era calmar a David que parecía haberse llevado el disgusto de su vida al verse solo y no era para menos.
    --- ¿Qué se han ido? ¿Cómo que se han ido? ¿Sin mi? No puede ser verdad, mis padres no, me quieren, si soy muy bueno y no lloro cuando no debo, y no doy mala noche que lo dicen ellos; y soy el enano favorito de mamá, no se donde tiene a los otros pero eso da igual, y papá dice que no preferiría tener otro hijo que no fuese yo, que no se pueden haber ido, que me quieren, ¡Me quieren!Vale que a veces soy un poco repugnante y mamá dice que tengo su carácter y que aunque sea difícil soy como papá y duermo a pierna suelta y tardan en despertarme, pero soy un cielo, ¡que lo dicen ellos! Y tú lo sabes Tito, tú lo sabes --- Ainhoa y Piti llegaron a la cocina pero se encontraron con que no había leche para el biberón, así que su única oportunidad era esperar a Vilma, David cada vez lloraba más y más, el frío, el hambre y la falta de sus padres hacían que fuese imposible calmarlo.
    --- Madre mía, enano cálmate que te va a dar algo--- le decía Piti que ya no sabía que más hacer--- no volveremos a dejarte solo, ya está, tranquilízate.
    --- ¿Y a mi que más me da? Que mamá y papá se fueron, haz algo, vete por ellos, siempre me cuentas como Fernando Torres resuelve todos los problemas y es mejor que Superman, ¿podemos llamarlo a él por favor? Tita Noa--- Ainhoa caminaba detrás de Piti y acarició la cabeza de David en ese momento--- llámalo tú anda, o al Tío Ulises, que mamá dice que tiene complejo de héroe, él también sirve, a quien sea ¡pero quiero a mi papi y a mi mami!
    --- Dios mio que disgusto tiene--- murmuró Ainhoa.
    --- Como para no tenerlo, te quería ver yo a ti--- le dijo Piti, llegaron al camarote de Palomares y Vilma y entraron con la esperanza de que alguno de los estuviese ya allí pero estaba vacio, iban a salir de allí cuando vieron a Palomares al final del pasillo todavía en toalla y con el neceser en la mano.

    --- Menos mal, tío ven que el niño tiene un disgusto de tres pares de cojones--- alzó la voz Piti.
    --- ¿Qué le pasa?--- preguntó Andrés al oír como lloraba y acelerando el paso para llegar, conocía los lloros de su hijo y aquel no era solo porque tuviese hambre o algo por el estilo.
    --- Espera, conozco esa voz, ese es mi papi, ¡Papiiiiiiiiiiiiiiii!--- giró la cabeza en brazos de Piti intentando mirar en la dirección desde la que se escuchaba la voz--- ¡Papi! ¿Quieres girarme corchos? Que así no veo--- Palomares llegó y Ainhoa le cogió el neceser para dejarle los brazos libres y que cogiese al niño:
    --- Eh, eh, pequeñajo ¿qué pasa? Cálmate cariño, cálmate--- lo cogió en brazos y le dio un beso en la cabeza a la vez que lo mecía--- ya está.
    --- Es que estaba solito y el agujero de la pared está abierto y la mantita se fue y mami y tu no estabais, si os vais en bote llevadme, no me dejeis aquí, y nos podemos llevar al Tito igual, o si no quereis no, pero llevadme. ¡Leches papá! Estás mojado, tanto da; yo quiero ir, despertaré antes, lloraré menos, dejaré de morderte la barbilla cuando me duelan los dientes, pero no me dejeis--- el niño todavía estaba nervioso pero parecía calmarse un poco en brazos de su padre, con sus bracitos en torno a su cuello.
    --- Ya está David, ya está, ¿tuviste una pesadilla? Ya está aquí papá, no pasa nada, tranquilo--- seguía acariciandolo y dejando un beso en su cabeza de vez en cuando--- no pasa nada, ya estás con papá.
    --- ¿Pesadilla? Puede ser...no os vais a ningún sitio entonces...mejor, mejor, ¿pero y mami?--- el niño dejó de llorar y Palomares se lo pasó a Piti, cerró la ventana y le dijo lanzándole la manta:
    --- Cógelo un segundo que voy al baño a vestirme ahora que se calmó y toma, tápalo que si se abrió la ventana tendrá frío--- Piti cogio la manta al vuelo y se la puso al niño por encima.
    --- Eh, no, no, ¿a dónde te vas? Ahhh....al baño, bueno vale, te espero aquí entonces, ahhh ya tapaste el agujero, ¡mi mantita! Te quiero papi, nunca se puedo esconder de ti. ¿Ves lista?, siempre te encuentra--- pensó David metiéndose una esquina en la boca para que no volviese a irse; Piti y Noa aprovecharon para ponerse de acuerdo y que los padres de su ahijado no los matasen, el niño había despertado así, Palomares tenía razón, debía de haber tenido una pesadilla, la ventana se había abierto hace un instante y ellos acababan de ir a buscarlos. Andrés salió del baño y volvió a coger a David en brazos:
    --- ¿Vamos a por mamá? Que seguro que tienes hambre ¿a qué sí?
    --- Vaya si tengo hambre...como si no me conocieses; eso, vamos a por mamá, que no os habreis ido pero yo sigo sin titines, lo del coco todavía me preocupa.
    --- ¿Venís chicos?
    --- No, deja, ahora que ya estás tú me voy con Ulises, hasta luego pequeñín--- dijo Noa dándole un beso al niño.
    --- Huye, huye, que de menuda ayuda eres....
    --- Yo me voy a la ducha tío, pero te acompaño hasta la enfermería--- le dijo Piti, los tres bajaron justo cuando Vilma salía por la puerta.
    --- Anda, pero si son mis chicos--- saludó contenta, se acercó a ellos y David se lanzó a sus brazos desde los de su padre--- ¿Qué tal la siesta enano?
    --- Parece que tuvo una pesadilla, y despertó bastante disgustado--- le contestó Andrés antes de darle un beso para saludarla.
    --- Anda...bueno, pero ahora ya pasó y vamos a irnos a comer y ya verás como estás mejor--- el niño le sonrió:
    --- Y solito, desperte disgustado y solito, que estos dirán lo que quieran, pero allí no había nadie, bueno...el coco ladrón de titines.
    --- Sí, empezó a ponerse nervioso mientras dormía y se despertó pegando alaridos, pero si ya está bien me voy tranquilo--- Piti dejó un beso en la cabeza de su sobrino y pusó camino a la ducha.
    --- Embustero, mentiroso...me chivaré a Fernando Torres y te vas a enterar...
    --- Cosa más rara, si las pesadillas si las tiene es de noche--- comentó Vilma.
    --- A mi también me extrañó, pero bueno, le habrá sentado mal la comida o algo, ¿tú cómo estás?
    --- Perfecta y sanota--- contestó Vilma guiñándole un ojo.
    --- Mejor--- le dijo él antes de besarla pasando sus brazos alrrededor de ella y el niño.
    --- Sabía yo que el abandono era imposible, ¿a dónde ibais a ir sin mi?--- pensó David al notar el abrazo de su padre, mientras su madre lo sostenía contra ella, uno de sus pies rozó a Vilma que se apartó de Andrés:
    --- ¿Qué hace sin calcetines?--- le preguntó extrañada.
    --- ¡Fue el coco mami!¡Fue el coco!
    --- Pues no lo se--- le contestó Andrés cogiendo los pies de David entre sus manos para frotarlos, cosa que hizo reír al niño de gusto al notar sus pies calentarse; en ese momento apareció Ramiro por el pasillo:
    --- ¿Qué? ¿ya los matasteis?
    --- ¿A quien?--- preguntó Vilma.
    --- A Piti y Ainhoa, no se entendieron y dejaron al niño solo--- al ver las caras de sus amigos habló de nuevo--- creo que no lo sabiais...mejor me voy.
    --- ¿Vas a por Piti o Noa?--- le preguntó Andrés.
    --- Noa, tu vete a por ese que aún lo pillas--- le dijo señalándolo al final del pasillo.
    --- ¡Piti!--- gritó Andrés, el aludido se dio la vuelta y echó a correr sabiendo lo que le esperaba.
    --- Y ahora tu y yo vamos a matar a la tía Noa, a ponernos unos calcetines y a comer, ¿qué te parece?
    --- A mi genial, pero lo que realmente me preocupa es el coco, mami siento decirte que hoy voy a daros la noche para dormir con vosotros, pero yo con esa cosa suelta por ahí no duermo solo--- Vilma sonrió antes los gorjeos de su hijo que parecía explicarse lleno de razón y le dio un beso antes de subir las escaleras con el bien sujeto a la cadera, mientras se entretenía jugando con uno de los mechones de su pelo como solía hacer se padre.

  5. 4 horas...4 horas para salvar a aquella gente y para responder a un montón de incógnitas, tan solo 4 horas, realmente eso que decían de que la vida puede cambiarte en un segundo era verdad, ¿cómo la vida de varias personas podía arriegarse en 4 horas? Aunque claro, si lo pensaba la vida de casi toda la humanidad se había acabado en menos de un segundo, y es la cosa más pequeña podía tener un efecto asombroso de la manera menos esperada. Una partícula, una mirada, un beso, una pajarita de papel...
    Vilma metió la mano en el bolsillo de nuevo y sacó de allí la pajarita, eran de Palomares, jamás lo habría pensando, no por nada, simplemente pensaba que un gesto como ese no vendría de parte de su amigo el cura; aunque era su mismo amigo cura que robaba leche para ella, su mismo amigo cura que le hacía ecografías, su mismo amigo cura que la había besado, su mismo amigo cura que había apostado el sacerdocio por ella, su mismo amigo cura que le había dicho que dudaba de si mismo por haberla besado, su mismo amigo cura que había acabado diciéndole que solo lo hacía porque le gustaba cuando sonreía...bien pensando debería haber pensado en la posibilidad de que fuesen suyas; pero es a nadie en su sano juicio lo pensaría, no era un pensamiento lógico, aunque claro...¿qué tiene que ver el amor con la lógica? El amor no te deja pensar, el amor hace que actues, que te lances, te hace hacer cosas absurdas, como apostarte la paternidad de un niño o alguna gilipollez semejante...
    Tenía un lío de pensamientos en la cabeza y no sabía por donde empezar a desentrañarlo, Piti se le había declarado "porque te quiero...coño" ,sonrió al recordar la frase, y acto seguio descubrió que las pajaritas no eran suyas; la había descolocado, todo lo que habían pasado juntos parecía estarlos llevando al principio de algo: se había ofrecido como padre del niño, se había preocupado por ella, la bañera, el hecho de que ya no lo pusiesen otras chicas...todo había ido acúmulandose y con el descubrimiento de las pajaritas ella había razonado como parecía lógico: eran suyas, era su manera de ir acercándose a ella y se había dado a si misma el consejo que le había dado en su día a Estela: los tíos tienen sus reglas. Si las pajaritas eran sus reglas ella las seguiría hasta ver donde llegaban; y es que realmente la habían emocionado, que alguien se molestase en hacer algo así por ella, nunca le había pasado y ese día ya había abierto los libros y la taquilla emocionada, esperando que otra pajarita cayese en sus manos; siempre iguales, siempre con la misma frase y siempre conseguían su propósito, porque conseguían hacerla sonreír, cada una de aquellas pajaritas le había arrancado una sonrisa. Pensaba que eran de Piti y no lo eran pero todavía sonreía al verlas.
    Y de pronto descubría que eran de Palomares, no porque él se lo dijese ni mucho menos, porque lo veía en su libreta, sonrió de nuevo al recordar las páginas ya escritas, medio preparadas ya y lo que le había dicho...estaba nervioso, le había costado hablarle y se había ido de allí como se había ido esa mañana tras haberla besado; ¿un beso tonto e inocente? Su cara y su explicación le habían dejado claro que no, y ahora lo sabía seguro, no había sido un beso tonto e inocente, la había besado porque quería, porque lo sentía, porque le había salido sin evitarlo y ahora dudaba de si mismo...

    La que estaba dudando ahora era ella, puede que no le hubiese dicho que la quería pero tampoco podía pedírselo, bastantes cosas había hecho por ella aquellos días, y tampoco le hacía falta que se lo dijese, esa frase había sido más que suficiente, suficiente para tambalearle todo lo que ella tenía claro. Y estaba Piti...Piti que sí le había dicho que la quería, muy a su manera, la única que ella había querido que se lo dijese, la que había pensando que haría que su corazón pegase un bote; llevaba días esperándolo, desde que se había ofrecido como padre de su niño y le había mostrado su verdadera cara no podía negar que le gustaba, que se había ido haciendo un hueco en su corazón, muchas veces metía la pata, pero su manera de arreglarlo siempre merecía la pena, y desde que las pajaritas habían empezado a llegar no había podido evitar emocionarse y esperar a que diese el paso de verdad. Se la estaba ganando del todo, él que era el prototipo de tío del que prefería huir como de la peste, estaba consiguiendo abrirse camino hasta a ella, después del beso que ella le había dado habían empezado a llegarle y pensó que aquello lo había hecho arrancar, lento pero seguro, de tapadillo pero sabiendo lo que hacía, que poco a poco había ido a por ella, pero ahora le habían dado la vuelta y entre los dos habían conseguido que tuviese un lío de narices en la cabeza.
    Uno la besaba en un arrebato, le mandaba notas románticas porque le gustaba cuando ella sonreía y dudaba de su vocación por ella, y el otro se le declaraba, se disculpaba por todos los errores cometidos y le decía que desde el tercer día o el cuarto se había enamorado...y los dos se jugaban la paternidad de su hijo a los dados... definitivamente no sabía que pensar, ni que hacer, ni que sentía, ni que quería, ni nada, lo único que tenía claro es que quería algo dulce, pero eso no iba a ayudarla con lo que realmente importaba.
    Tenía que descansar, eso era lo que tenía que hacer, el Capitán los había mandado a todos a descansar un rato ya que hasta dentro de una hora no llegarían a las coordenadas que el comandante les había dado y ella iba camino de su camarote para echarse un rato ya que aquella noche tardarían en dormir, pero su cabeza no dejaba de dar vueltas, siempre había pensado que sería Piti por el que acabaría sintiendo algo, era lo lógico, pero ya había deshechado la lógica como factor a tener en cuenta. Siempre se había imaginado que llegaría a formar una familia con él, pero es que Palomares nunca había sido una opción, hasta ahora; ahora que le saltaba con que le gustaba cuando ella sonreía, ahora que le decía que ,lo que para ella había sido el beso más dulce que le habían dado nunca, lo hacía dudar no de Dios, sino de si mismo, ahora que se molestaba en intentarla hacer sonreír cada día...¿realmente unas simples pajaritas de papel podían afectarla tanto?
    Ella se imaginaba con Piti, se veía con Piti, un simple trocito de papel no podía hacerla cambiar de idea, si hubiesen sido de Piti habría sido el detalle que lo habría coronado, pero ya habría otros, que fuesen de Palomares debería enternecerla sí, pero nada más, debería sentirse honrrada de que un chico como él hubiese hecho algo así por ella, contenta con su razonamiento llegó a su habitación y el alma se le fue a los pies cuando se fijó en su cama, estaba tal y como ella la había dejado, la colcha estirada y una manta doblada a los pies porque ultimamente tenía más frío por la noche, nada más, no había ninguna pajarita de papel apoyada en su almohada como las tres noches anteriores, y sin saber muy bien porque sintió ganas de llorar.
    Realmente no podía esperar que fuese a dejarle una como cada noche después de la última conversación que habían tenido, era impensable, con lo nervioso que se había puesto...le temblaban hasta las manos, y cuando lo miraba veía que seguía nervioso; no podía pretender que en medio de todo aquello, a tres horas de encontrarse con vete a saber lo que, después de haberle dicho lo que le había dicho y sabiendo que Piti se le había declarado, fuese a su habitación a dejarle una pajarita de papel; ya le había dicho todo lo que le tenía que decir y era normal que la verguenza no lo dejase actuar aunque a ella se le viniese todo encima al no verla allí como cada noche...pero era normal, bastante problemas tenían en el barco y él consigomismo y sus dudas como para hacer frente a su verguenza y acordarse de ella, además él no sabía hasta que punto la emociobaba encontrárselas, no sabía que por él había llegado a gritar "El romanticismo no ha muerto". Ahora debería centrarse en otras cosas, ya tendría tiempo de pensar en aquello, en Palomares, en Piti, en todo...se tumbó y se echó la manta por encima sin abrir la cama y al meter la mano bajo la almohada dio con algo, se sentó y sacó lo que había allí debajo, un chupa-chups y una magdalena.
    Sabía quien era la única persona que a estas alturas tenía dulces, la misma que llevaba días dejándole pajaritas en ese mismo sitio, la misma que había ganado a los dados esa comida, la misma que había ganado también a los dados la paternidad de su hijo...la paternidad de su hijo...eso era algo que solo ella podía decidir, así como solo su corazón podía tomar la decisión que se había puesto en su camino y sorprendentemente sabía la respuesta, era el mismo nombre en los dos casos, repentino y de golpe, como ella siempre había defendido que llegaba el amor, sin preparlo, sin pretenderlo, sin querer...se había enamorado del chico tímido que le mandaba pajaritas porque le gustaba verla sonreír, del que se ofrecía como padre suplente, del que le hacía ecografías, del que se jugaba todo por ella, del que la sujetaba de la mano prometiendole que no la soltaría, del que robaba leche para dársela, del que le decía las cosas como podía porque un solo beso lo había hecho dudar, se había enamorado de Andrés.
    Iba a ser díficil, iba a llevar tiempo, pero lo tenía claro, se levantó de la cama y cogió todas sus pajaritas y las llevó al escritorio, iba a hacerse caso una vez más y seguir sus reglas, aunque iba a costarle algo de trabajo...

    Cuando todos volvieron a reunirse en el comedor Vilma pasó al lado de Palomares dejó algo en su mano y siguió andando hasta ponerse al lado de Ainhoa, él abrió la mano extrañado y se encontró con una pajarita de papel, no estaba muy bien hecha y se notaba que habían tenido que rehacerla en varias ocasiones pero le daba igual, llevaba una carita sonriente dibujada y debajo de ella ponía "Por ti sonrio", miró a Vilma y fue él quien sonrió, ella le devolvió la sonrisa y se sentó encima de la mesa.
    Tenían mucho que hablar, y no solo tenía que hablar con él, también con Piti que por encima de todo era su amigo, su hermano, ahora sí lo sabía a ciencia cierta, pero al menos ya había dado el primer paso siguiendo los de él, ahora le había devuelto la pajarita para que supiese que ella sentía lo mismo, no sabía que vendría después, quizás besarlo en mitad del comedor para celebrar algo, quizás se le adelantaría él y la sorprendería de nuevo, no lo sabía, pero tenían tiempo y sabía lo que quería, a él y sus pequeños detalles, como la mirada que ahora le estaba dirigiendo, definitivamente sí, los pequeños detalles podían lograr milagros.