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  1. Te quiero

    viernes, 18 de marzo de 2011

    N/A: Este fic tiene contenido sexual. Si lo lees es bajo tu responsabilidad.


    El beso empezó lento, muy lento, como si les diese miedo avanzar más rápido. Al fin y al cabo, después de lo que habían esperado para que ese momento llegase unos segundos más no supondrían nada. No mientras sus bocas se rozaran suavemente con una ternura que no habían sentido jamás. Vilma separó un poco los labios en un gesto que Andrés interpretó como lo que era, la señal que necesitaba para introducir su lengua en la boca de ella. El chico profundizó el beso poco a poco, siguiendo con ese roce lento que les permitía saborearlo al máximo, como si tuviesen miedo de que acabase. El sabor de sus bocas se unió al de las lágrimas que habían recorrido las mejillas de ella momentos antes, cuando sus sollozos habían sido callados por un beso. Por ese beso.
    Vilma se sentía más tímida de lo que se había sentido en toda su vida, pero se atrevió a perder sus dedos entre los cabellos rubios de él, aquellos cabellos que había deseado tocar desde hacía mucho tiempo. Tirando de ellos hacia su propio cuerpo consiguió que sus labios impactaran con más fuerza, y poco a poco aquello que había empezado con un suave roce en la comisura de los labios se tornó en un beso salvaje y feroz. Una vez que sus cuerpos se habían encontrado la fusión de los mismos iba a ser imposible de frenar. En aquel momento, ni nada ni nadie podría haberlos separado porque ninguno de los dos imaginaba un lugar o un momento mejor que el que estaban viviendo.
    Con una mano en su cintura, Andrés la recostó delicadamente sobre la madera y se alejó de sus labios. Vilma profirió un gemido de protesta, pero una sonrisa se colocó en su cara cuando notó que él había dejado sus labios para depositar suaves besos por su cuello. Ella continuaba deslizando sus dedos entre los cabellos de él y llevó la otra mano a su espalda, sumergiéndola por debajo de la tela. Andrés comenzó a deslizar su lengua a lo largo de su clavícula, y la chica no pudo evitar hundir ligeramente las uñas en su piel. Sintió como él curvaba los labios en un sonrisa ante su reacción. El rubio colocó las manos a los lados de su cintura y empezó a subir su camiseta poco a poco, manteniendo el máximo contacto entre las palmas de sus manos y los costados de Vilma. Cuando todo su vientre ya estaba descubierto, frenó un momento y la miró a los ojos pidiéndole permiso. Por toda respuesta recibió un beso fugaz, pero con fuerza, que lo animó a continuar hasta que la prenda terminó tirada en el suelo unos metros más allá. Vilma rió nerviosa.
    No es justo. Ahora no estamos en igualdad de condiciones.
    Y dicho esto, se incorporó ligeramente para quitarle su camiseta, algo a lo que Andrés no opuso ninguna resistencia. Ella colocó las manos en su pecho, recorriéndolo lentamente mientras él simplemente la miraba a los ojos. Entonces, sus labios volvieron a chocar y sus lenguas se enzarzaron una vez más en una danza sin fin mientras ella enroscaba los brazos alrededor de su cuello. Andrés volvió a deslizar sus manos por los costados de la chica hasta rozar su pechos por encima de la tela del sujetador, a lo que ella soltó un pequeño gemido ahogado. Llevó las manos hacia su espalda con la intención de desprenderla de la molesta prenda, pero tras varios intentos fallidos ella no pudo contener la risa. El chico se separó todo lo que su autocontrol le permitió y la miró intentando parecer serio.
    Llevo seis años sin hacer esto...
    Pues a partir de ahora te vas a cansar de hacerlo. —La voz de ella sonó pícara, desprendiendo una alegría que habría parecido imposible minutos antes, cuando lloraba mirando las estrellas en la cubierta del barco.
    Vilma llevó las manos a su espalda y despacio, más despacio de lo que él podía soportar, se desabrochó el sujetador y lo dejó caer. El rubio quedó contemplándola, admirando lo bonita que era. Una palabra vino a su mente, pero la desechó rápidamente. Vilma no era un milagro. Vilma era tan real como el amor que sentía por ella, y sabía que la ayuda divina no había sido necesaria para llegar a ese momento porque de una forma u otra habría ocurrido. Era su destino.
    No me voy a cansar de hacer esto nunca.
    Se colocó sobre ella y la cubrió de besos húmedos bajando por su pecho y llegando hasta su ombligo, disfrutando de la sensación de sentirla arqueándose bajo su roce. La chica lo agarró por los hombros, deleitándose con aquello que había esperado tanto tiempo y sintiéndose más vulnerable que nunca. Era extraño. Ella, Vilma, la de la coraza, quedando voluntariamente bajo el control de un hombre. Y lo más extraño es que no sentía ni una pizca de miedo. Deseaba, por una vez, dejarse dominar y olvidarse de todo, porque por una vez confiaba plenamente en el hombre que la acompañaba.
    Andrés volvió a subir para besarla en los labios, y los dos disfrutaron de la sensación de sentir su pecho pegado al del otro, piel con piel, sin nada en medio que impidiese sentir cada músculo, cada poro. La chica llevó las manos al cinturón de él en una muda señal de sus deseos, y comenzó a juguetear con la hebilla mientras le besaba el cuello lentamente. Andrés no pudo esperar y se desabrochó el cinturón él mismo, a lo que Vilma rió divertida contra su cuello.
    —Alguien está impaciente, ¿eh?
    Él la miró a los ojos antes de responder, con tal intensidad que a Vilma le dio miedo provocar todas esas emociones en una persona.
    —No sabes cuánto tiempo llevaba esperando esto.
    Tras esas palabras no pudieron esperar más. Los besos se volvieron mucho más feroces y las prendas de ropa comenzaron a amontonarse en la cubierta de aquel barco que había unido sus destinos. Las piernas de ella se enroscaban en torno a él, que no se cansaba de recorrer su cuerpo con sus manos, dormidas tanto tiempo. Lo único que los separaba en ese momento era la ropa interior de ella, húmeda por todo el deseo acumulado esos meses que estaba saliendo a la luz en ese momento. Andrés llevó sus manos hacia el borde de sus bragas, pero se detuvo un momento. Estaba a punto de tener a la mujer que quería en su misma esencia, a la que había llenado su corazón hasta desbordarlo, y ella iba a ser suya no sólo aquella noche en la cubierta de aquel barco. Iba a serlo siempre. Al fin la desprendió de la última prenda que le quedaba y pudo contemplar al completo lo que más amaba en ese mundo. Simplemente perfecta. Vilma se sonrojó ante la mirada de él, mordiéndose el labio al darse cuenta de que la miraba casi con veneración.
    Con cuidado, Andrés comenzó a rozar la intimidad de Vilma con sus dedos, mientras ella se retorcía de placer bajo sus caricias. Finalmente se aventuró a introducir pausadamente uno de sus dedos causando que la chica profiriese un gemido en su oído, lo que lo animó a continuar explorando todo su interior. Ella no podía pensar en nada más que en todos los sentimientos que él estaba provocando en ese momento, susurrando su nombre con la mente nublada por el deseo. Su estómago se fue llenando de cosquilleos que poco a poco se enroscaron formando un nudo cada vez más fuerte. Cuando Andrés sumó un dedo más a lo que estaba haciendo creyó que moriría de placer y pronto llegaría al éxtasis del momento. Entonces, con toda su fuerza de voluntad, llevó su mano hasta la muñeca de él y lo detuvo. El chico la miró extrañada, pero ella intentó sonreír.
    —No sigas... Quiero que me hagas tuya ahora.
    Apenas le salió la voz, pero Andrés entendió perfectamente lo que le estaba pidiendo. Se colocó sobre ella con cuidado, asegurándose de que no estaba ejerciendo peso sobre su tripa y poco a poco se introdujo en ella.
    Fue mejor de lo que los dos esperaban. Sentirse así, tan cerca, sabiendo que el otro estaba sintiendo lo mismo. Era como si todas las células de su ser estuviesen interconectadas entre sí y ahora hubiesen creado conexiones con las células del otro. Cada movimiento, cada roce. Andrés fue aumentando la velocidad, y pronto los movimientos de los dos estuvieron acompasados. Encajaban de forma perfecta. Se besaban desesperadamente, liberando toda la angustia que tenían guardada en sus corazones. Los gemidos se sucedían entre beso y beso, una de las muchas señales del placer que estaban sintiendo al estar tan unidos, sin poder diferenciar donde acaba el cuerpo de uno y empezaba el del otro. Sus cuerpos empapados de sudor se enroscaban como un hilo imposible de romper.
    El nudo que se había creado en el estómago de Vilma se rompió, liberando un placer mayor del que creía que era capaz de sentir. Cerró los ojos, mientras Andrés sentía que el éxtasis lo rodeaba por completo al notar cómo el interior de Vilma se había contraído. Cayó junto a ella, rodeándola con los brazos mientras recuperaban el aliento. Y entonces, embelesado por el momento que acababan de compartir, acercó los labios al oído de ella y le susurró lo que convirtió esa noche en perfecta, si no lo era ya.
    —Te quiero.

  2. 2 comentarios:

    1. Débora dijo...

      ERES DIOS! No hay otra manera de decirlo!! El confesionario fue genial, pero esta escena....se notan sus ganas de tenerse,la pasión que puede más que ellos y al mismo tiempo el amor! Es erótico sin dejar de ser romántico y viceversa!!! Yo te pido un Nobel!

    2. Argen dijo...

      =O me encanto!! me mori con este fic!!...no tengo palabrass!!! q artistaaa!!! =D

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